RESUMENBueno, pues aquí me encuentro de nuevo con la responsabilidad de realizar la crónica de nuestro segundo día de aventura menorquina por el
Camino Natural Camí de Cavalls, que es un itinerario de
Gran Recorrido (GR-223) que circunvala esta sorprendente y maravillosa
Isla de Menorca.
La historia de la isla está marcada por su situación estratégica como salida al
Mediterráneo. Colonizada por fenicios, griegos, cartagineses, romanos, vándalos incluso por británicos. Le han conferido un carácter cultural diverso y singular, a parte de contar con una importantísima historia talayótica, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Los orígenes de este antiguo camino están relacionados con las vías de comunicación y defensa de la Isla. Actualmente el camino está habilitado para uso de senderistas y ciclistas en su totalidad. El
Camí de Cavalls tiene una longitud de 185 km y se ha dividido en 20 etapas. Aunque su altura máxima es de 125 metros, cuenta con un desnivel acumulado de 4.000 mts. Se puede comenzar en cualquier punto de la isla, al ser un recorrido circular.
Está señalizado con estacas cuadradas de madera cada 50-100 metros y paneles informativos en el inicio de las etapas. Consta con más de 100 barreras durante el recorrido que tienen que cruzarse, al ir pasando entre fincas.
Menorca, es para mí, la hermana pequeña de Mallorca, un lugar refugio al que procuro ir un par de veces al año. La etapa que hemos realizado en esta ocasión (9 y parte de la 10), tiene para mí un valor sentimental especial, ya que forma parte de unos de los recorridos, de las 7 carreras que se celebran en Menorca, en el mes de mayo y de las que he participado en 9 ocasiones.
El autocar nos recoge en
Cala en Blanes, lugar donde tenemos fijada la estancia todos los componentes de la aventura, en total 16, aunque salimos 15, ya que nuestra compañera Olga, tiene molestias en un tobillo, tras una pequeña lesión y tiene que guardar algo de reposo.
La salida que realizamos consta de una primera etapa, la 9, de 7km hasta el faro de Punta Nati. Antes de iniciar el recorrido, visitamos la necrópolis de Cala Morell.
Es un conjunto de catorce cuevas excavadas artificialmente en la roca de un pequeño barranco y que forman uno de los mayores y más espectaculares cementerios prehistóricos de la isla.
Las cuevas más antiguas son pequeñas de planta circular y techo semiesférico y las más tardías son las más grandes y monumentales. Imitan las casas circulares de época post-talayótica (650 – 123 A C.) con espacios diferenciados por medio de pilastras, escalones y columnas.
Algunas tienen pequeños patios delante de su portal. La cueva más espectacular de todas presenta motivos arquitectónicos clásicos en relieve en su fachada.
Realizada la visita, empezamos la ruta, (son las 10.30h) toda la etapa transita entre fincas agropecuarias, con sus características barreras menorquinas adornando el entorno y las famosas y vistosas barracas ganaderas, van decorando el entorno. En una de ellas aprovechamos para realizar la primera foto de grupo.
La temperatura no supera los 24º y el viento de norte, nos acompañará todo el camino.
El paseo nos conduce por los acantilados, que son majestuosos además este día el mar se encuentra algo enfadado, y está descargando su furia contra la costa, provocando que las olas rompan con fuerza. Es un espectáculo que nos maravilla e hipnotiza a todos.
A las 12.00, como Dios manda, hacemos un alto para hidratarnos y tomar algo de fruta. Nos resguardamos del viento que azota con fuerza, vemos unas cuevas prehistóricas en mitad del camino, que nos llaman la atención.
La vegetación es escasa, predomina el matorral mediterráneo, sabina negra y matas de pequeño tamaño, ejemplares que han sabido adaptarse a las exigencias del viento de Tramontana.
La baja vegetación nos permite disfrutar de los acantilados en su total esplendor, destacando
Punta de Son Escudero,
Punta des Llosar o
Punta de Cala es Morts (cerca del
Faro de Punta Nati), donde se erige una cruz en memoria del
vapor General Chanzy, un transatlántico francés que realizaba la ruta entre Marsella y Argel, que naufragó en estas aguas la madrugada del 10 de febrero de 1910 con 157 personas a bordo, entre tripulantes y pasajeros, de las que sólo hubo un superviviente.
Y entre viento, mar y piedras, llegamos al
Faro de Punta Nati. Allí vamos a descansar un poco y comeremos algo todo el grupo. En la zona del faro, construido en 1912 tras el naufragio mencionado, encontramos dos instalaciones militares, construidas por el bando republicano en 1938. Son dos
casamatas blindadas para obuses y nidos de ametralladoras, camufladas que asemejan barracas de ganado, construidas para controlar y defender el litoral y la navegación.
A pocos metros existe un “
Bufador”, una especie de cráter, donde cuando hay temporal, las olas entran en las cavidades y salen disparadas en forma de columnas de agua pulverizada que llega a mojarte.
Eso lo pudimos comprobar casi todos. Es un fenómeno que aparece cuando se dan una serie de circunstancias y nosotros tuvimos la suerte de poder contemplarlo.
Pasadas las 14.30h, nos ponemos en marcha nuevamente, algunos del grupo se adelantan, el resto proseguimos la ruta, ahora la número 10 que nos llevará hasta nuestros apartamentos en
Cala en Blanes. La ruta 10 del
Camí de Cavalls, tiene una distancia de 10’5 km, en su recorrido total hasta Ciutadella, en nuestro caso terminaremos en
Cala en Blanes, por lo que nos restarán 7’6km por transitar, Este tramo se caracteriza por su terreno rocoso, plano y árido, atravesando la llamada
Menorca seca, nos dirigimos hasta el
mirador de la Falconera, donde se puede disfrutar de las vistas de la costa y del paisaje natural, nos acompañan impresionantes muros de piedra.
A unos 2km nos encontramos una barraca, donde se inicia el descenso hacia un barranco junto al que se encuentra un antiguo corral ganadero con pozo y abrevaderos excavados en la roca. Tras dejar el mirador nos encontramos un descenso algo abrupto, que finaliza en una carretera asfaltada, unos 300 metros, para iniciar la recta final de nuestro camino y llegar a una de las joyas visuales de la ruta, una formación conocida cómo Pont den Gil, que es un espectacular arco de roca natural, formado a lo largo de los siglos por obra de la erosión marina.
Este puente natural es muy famoso, aparte de por la belleza de la formación, por ser un lugar de obligada visita para ver la puesta de sol. En días claros, podemos contemplar la costa de
Mallorca, y eso es de una belleza espectacular.
Y ahora ya sí, salimos del terreno rocoso y entramos en la urbanización. El grupo se reúne en uno de los bares de un hotel cercano y nos tomamos una merecida cervecita. El viento ha parado y el sol nos saluda, hace calor, seguro que vamos a tener una puesta de sol preciosa.
Acaba así, de la mejor manera posible una jornada muy productiva, donde hemos podido descubrir una zona bastante árida en cuanto a terreno, del norte de
Menorca, pero rica en elementos muy característicos y singulares de arquitectura rural, con cuevas, con fenómenos marítimos, instalaciones militares, muros de piedra seca (más de 11.000km circunvalan toda la Isla) cómo dice Antonio Hay muchas
Menorcas en
Menorca. Y quedan muchas rutas y sitios de interés por visitar en futuras expediciones.
Manela Gallego Ruiz