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RESUMEN
Hoy nos juntamos 10 amigos en el aparcamiento que hay junto a la plaza de toros y al auditorio municipal Gonzalo Menéndez Pidal de El Espinar.
El día ha amanecido nublado, y con la posibilidad de que se produzca alguna tormenta a lo largo del día y esto también ha contribuido a tan poca concurrencia, junto con el desnivel de unos 600 mts a salvar en la ruta de hoy.
Partimos del aparcamiento y cruzamos la carretera SG-500, que une esta población con Ávila. Pasamos junto a la Cruz de Santa Quiteria, que parece ser son los únicos restos que perduran de lo que en su día fue una ermita.
Nada más pasar la Cruz, tomamos un sendero a mano izquierda que, tras pasar junto a algunas construcciones ganaderas, se encamina hacia los pinares de Aguas Vertientes, que se extienden entre las localidades de El Espinar y San Rafael.
Atravesamos una puerta y entramos en la zona de la ladera conocida como la Mata de San Blas, y más concretamente en la zona de Las Lanchas. Se trata de un terreno cubierto de canchales berroqueños aplanados que se descuelgan por la ladera del monte, entre el pinar.
Hoy como primer objetivo del día nos hemos marcado la visita a una cantera de piedra de molino descubierta a finales del año 2019, fruto de la investigación y el trabajo tenaz de tres vecinos de El Espinar.
El Espinar ha sido un municipio con gran tradición harinera, de hecho, en su término llegaron a existir hasta 17 molinos, la mayoría de los cuales estaban situados entre la parte alta de la garganta del río Moros y en la de Las Rinconadas. Todos ellos estaban construidos en piedra: viviendas, paneras, cuadras, cubos, etc., Muchos de esos materiales se extraían de los berrocales que hay en la misma ribera del río.
El trabajo de estos tres vecinos permitió localizar en los roquedos de la Mata de San Blas, varios vestigios de lo que en otro tiempo llegó a ser una cantera de extracción de ruedas de molino, y dado la cantidad de los restos encontrados, se puede decir que fue una de las canteras de este tipo más grandes de la provincia.
La cantera y su descubrimiento ha quedado descrito en el libro “Molinos harineros de El Espinar y Vegas de Matute” escrito por Juan Sánchez Cubo y Pedro Bigeriego.
Actualmente se ha balizado una ruta con postes y marcas de PR desde el pueblo, que permite acercarse a esta cantera y siguiendo un itinerario marcado, con indicadores por el interior de ésta, que permite ir localizando lo distintos restos de los trabajos efectuados en esta cantera.
En ese recorrido podemos apreciar piedras en sus distintos estados de extracción, marcadas, con el surco rebajado con varios niveles de profundidad, así como huecos resultantes o alveolos circulares resultado de la extracción de las muelas. También se ha colocado un cartel informativo donde se explica cómo se realizaba la extracción de las muelas de molino.
Para poder extraer las mismas, primero se trazaba una circunferencia de entre un metro y metro y medio sobre la superficie granítica y alrededor de ella se iba tallando un surco que perimetraba el anillo y que había que ir rebajando hasta alcanzar el grosor deseado de la muela
Posteriormente se introducían cuñas de madera en todo el perímetro del surco y a continuación se echaba agua para dejarla helar. La dilatación del agua y de la madera ejercía una presión que separaba la muela de la roca base.
Otro método de extracción consistía en picar varias entalladuras en V por la base perimetral del surco realizado y se ponían cuñas de madera solapadas por dos pletinas de hierro que permitían su deslizamiento. Estas muescas se llamaban “buratos”.
Finalmente se realizaba la ultima fase del trabajo y la más sensible, la extracción a golpe de maza, puntero, palanca y maceta hasta que el bloque se desgajaba.
Durante los trabajos de extracción muchas veces las piedras se partían y quedaban inservibles, para disgusto de los canteros, como también se pude apreciar en algunos de los restos.
Una vez extraídas eran transportadas en carros hasta los molinos, dónde se realizaba el rayado o picado definitivo en las caras de contacto de las muelas. Cantero y molinero hacían esta operación y procedían a la colocación de las piedras solera y volandera, dejando un espacio entre ambas, para permitir que el grano se pudiera moler.
Nosotros no realizamos el recorrido completo de la cantera, para no entretenernos mucho, dado que el cielo amenazaba lluvia. Pero si pudimos ver algunas de las piedras en sus distintos estados de extracción, y aprovechamos para realizar la foto del grupo en una muela que se encontró en La Panera y fue trasladada a esta cantera cedida por la comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia.
Aquí os dejo un track de uno de sus descubridores. y aquí otro, por si os apetece realizar el recorrido completo.
Una vez finalizada la visita, tomamos una senda que cruza el arroyo que baja de los prados del Coteo y nos encaminamos hacia los prados de la Vieja. Este tramo no tiene arbolado y hoy damos gracias a que el día está nublado, ya que, con la humedad del suelo fruto de las lluvias caídas la noche anterior y la temperatura, con sol hubiéramos sufrido un poco en esta travesía.
En estas zonas salvamos algunos enormes charcos que ocupaban prácticamente todo el ancho del camino, por donde mejor pudimos, unos mejor que otros …..
Nos vamos aproximando al arroyo del Boquerón, y al otro lado ya divisamos la vereda de Santa Quiteria que viene desde la Cruz por la que pasamos al comienzo. Hay un puente por el que podríamos pasar a la otra orilla del arroyo, y realizar la subida por la vereda.
Un poco más delante de este punto nos abandonan Julián y Paco que hoy tienen compromisos que atender.
El resto, como nuestro objetivo es alcanzar el camino del ingeniero a la altura de la fuente del cazo, tomamos la pista que sube por el lado derecho del arroyo (izquierdo sentido subida), que es por dónde venimos nosotros.
Volvemos a entrar en tramo de pinar. A los lados de la pista los helechos se muestran en su máximo esplendor, como casi todos los años por estas fechas, pero si cabe este año están más altos y exuberantes fruto de la primavera tan lluviosa que hemos tenido.
La pista va subiendo poco a poco paralela al arroyo del Boquerón, pero a varias decenas de metros de éste, lo que no nos permite divisarlo. Pasamos cerca de la cascada que hay en ese arroyo, pero en esta ocasión no nos desviamos para contemplarla.
En la zona conocida como los Artiñuelos, la pista realiza un pequeño zigzagueo y esto ya nos avisa que nos quedan pocos metros para cruzarnos con la Camino del ingeniero. Cuando llegamos al cruce, nos apartamos un poco y aprovechamos para realizar la parada del Ángelus y reponer fuerzas.
Algunos aprovechamos para acercarnos a refrescarnos a la fuente El Cazo que está un poco más arriba de donde nos detuvimos. Según se continúa subiendo por el Camino del Ingeniero, queda unos 30 mts a la derecha, y se ve fácilmente porque está señalizada con un cartel colocado sobre un pino con su nombre.
Tiene un ancho caño encajado entre las rocas y proviene de un manantial que nunca se seca. Junto a la fuente hay una vieja taza o cazo que le debe de dar el nombre a la fuente.
Esta fuente aparece en el libro “Descubriendo nuestras fuentes” recogida con la denominación del “recodo del Boquerón con la vereda del ingeniero” a una altitud de 1500 mts.
Una vez finalizado el tentempié, tomamos el Camino del Ingeniero dirección San Rafael.
Pasamos primero por un cruce de un sendero que baja por nuestra derecha, con bastante inclinación y con las huellas inequívocas de haber sido trazado por el tránsito de bicicletas de montaña. Nosotros obviamos este primer desvío y seguimos por el camino.
A unos 900 mts aproximadamente desde la fuente, tomamos a nuestra derecha un sendero que al principio tiene un trazado muy difuso, y que en sus primeros metros da la impresión de llevarnos hacia atrás.
Luego según vamos avanzando va ascendiendo por la ladera de forma bastante tendida, cada vez por un camino más ancho y evidente, hasta alcanzar el camino que discurre por la loma, junto a la valla divisoria entre las provincias de Ávila y Segovia, términos municipales de Peguerinos y El Espinar.
Este sendero que transita por la loma nace en el inicio del Camino del Ingeniero, y en sus primeros metros salva de forma un poco abrupta unos 40 mts de desnivel, para luego ya transitar prácticamente sin perder desnivel ni casi ganarlo hasta el collado de las Lagunas.
Tomamos el sendero a izquierdas, dirección al collado de las Lagunas. Jorge I. nos va recordando que está prácticamente a 3 kms de su casa de Peguerinos.
Decidimos abandonar el sendero de forma momentánea y a través de una puerta cruzar la alambrada hacia terrenos de Ávila para visitar las verdes praderas de pasto que se ubican al otro lado.
Durante aproximadamente un kilómetro y algunos cuantos metros más, transitamos por un sendero que recorre parte de estas praderas, que en esta época del año lucen una alfombra verde esplendorosa.
Un poco antes de que este camino termine en una pista ancha de tierra que va en dirección hacia las lagunas de Poyales (o también conocidas como lagunas de Peguerinos), tomamos a nuestra izquierda otro pequeño sendero que se encamina de nuevo hacia la valla divisoria, a la altura de otra puerta que nos devolverá de nuevo al término municipal de El Espinar.
Una vez pasada esta segunda puerta, seguimos por un estrecho sendero que va pegado junto a la alambrada divisoria, hasta alcanzar en un cruce el camino que habíamos dejado anteriormente. Proseguimos siempre en dirección hacia el collado de las Lagunas, por un terreno prácticamente llano.
Más adelante, a nuestra derecha, nos encontramos con un tronco de árbol medio seco, que tiene dos ramas en cruz, y al que muchos le llaman el crucifijo por su forma. Algunos aprovechan para hacerse una foto delante de su singular tronco.
Este árbol nos indica que estamos cerca ya del peñón dónde se ubica la famosa cruz de Pedro Álamo. Cruz que prácticamente no se ve hasta que estás debajo de ella. Rodeamos el peñón y vamos a buscar la grieta que permite alcanzar su cruz.
La leyenda de esta cruz es muy popular y conocida, y hay que remontarse hasta el año 1617, como indica una inscripción que hay bajo ella, para conocer su origen.
Cuenta esta leyenda que un vecino del Espinar que estaba por esta zona de noche fue sorprendido por una fuerte tormenta. Invocó al Cristo del Caloco pidiendo ayuda para poder llegar sano y salvo a la población. Como agradecimiento, coloco en este peñón una cruz de piedra que hoy ya ha desaparecido y que ha sido sustituida por una cruz de hierro.
Cuando estamos en la cruz realizando las correspondientes fotos de rigor y disfrutando de las vistas que se tienen desde este emplazamiento, empieza a tronar y a caer algunas gotas de lluvia. Recordando la leyenda y aunque alguno propuso realizar la comida en este punto, decidimos bajar lo antes posible y evitar una posible tormenta aquí arriba dónde nos encontramos más expuestos.
El objetivo era bajar lo antes posible al Camino del Ingeniero. Para ello, bajamos campo a través, buscando siempre el recorrido mas obvio y cómodo, intentando localizar un trazado que llevo en un track. Desde luego si había senda, la vegetación la ha cubierto, por lo menos en la parte más alta de la ladera, o yo no fui capaz de encontrarla.
Vamos bajando de forma bastante cómoda sorteando pinos y matorrales, buscando siempre los mejores pasos y en un punto determinado conseguimos enlazar con este difuso trazado que tenía marcado. Seguramente si el recorrido se hace en subida en lugar de bajada como estamos realizando nosotros, sea más evidente seguir su trazado hacia el peñón. Intentamos seguirlo ladera abajo y sin mayores problemas alcanzamos el Camino del Ingeniero.
Una vez agrupados todos, nos dirigimos hacia la majada del Brezo para realizar allí la comida, junto a la fuente del mismo nombre.
Se trata de un pequeño claro en el bosque donde todavía persisten las ruinas de lo que en su día fue un refugio o chozo seguramente usado por los gabarreros que recorrían estos bosques recopilando troncos y leña.
La fuente se ubica por debajo del Camino del Ingeniero, junto a un pequeño sendero paralelo. Es una pequeña fuente de piedra con caño, y con un capazo que a modo de pila recoge el agua que de él se desprende. Según se indica en el libro de las fuentes de esta zona, fue destruida accidentalmente en unos trabajos madereros, y reconstruida en el año 2017, por el ayuntamiento de El Espinar.
Una vez finalizada la comida, tomamos el sendero que, desde las ruinas de la majada, baja ladera abajo en dirección a la pradera del Coteo. El sendero sigue un trazado más o menos claro, pero en algunos tramos baja en fuerte inclinación, pero se puede seguir sin mayores problemas.
Atravesamos el camino por el que pasamos esta mañana, entre la cantera (que ahora queda a nuestra derecha) y el camino del arroyo del Boquerón, y proseguimos hacia abajo por una pista cómoda. Más adelante alcanzamos un cruce a nuestra derecha, donde encontramos un poste indicativo de la ruta que se dirige hacia la cantera.
Pasamos de nuevo por la cruz de Santa Quiteria y alcanzamos el aparcamiento sin más novedad, y lo más importante, sin que nos haya caído ni una sola gota de agua. Luego pudimos ver en la vertiente de Madrid el destrozo que habían realizado las tormentas y el granizo a lo largo de toda la tarde.
Como colofón nos acercamos con los coches hasta el aparcamiento público que hay junto a la iglesia y nos fuimos a la plaza a tomarnos un merecido refrigerio en una de sus terrazas donde fuimos invitados por Jorge M. por su reciente cumpleaños.
Aunque gran parte del trazado ya era conocido por el GMSMA, le otorgo una puntuación de 4 sicarias.
Carlos Revilla
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