miércoles, 20 de diciembre de 2017

Excursión 381: Peña Citores y Fuente de la Peseta

FICHA TÉCNICA
Inicio: Puerto de Cotos
Final: 
Puerto de Cotos
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia:  13,2 Km
Desnivel [+]: 854 m
Desnivel [--]: 854 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 31

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta





















PERFIL

* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN
Iniciamos en el aparcamiento de Cotos esta ruta de marcado ambiente invernal, con cielo despejado y algo de nieve por la primera parte de su recorrido.

Nos acercamos a por agua a la fuente Constancio Bernaldo de Quirós, erigida aquí en honor del que fuera símbolo del excursionismo y montañismo en el Guadarrama. Está situada frente a la Venta Marcelino, que con su tejado de pizarra a dos aguas semicubierto por la nieve y sus travesaños de madera, nos hace trasladarnos a los Alpes.

Dejamos a nuestra derecha el que fue el Albergue de la Real Sociedad Española de Alpinismo, de los más antiguos de España, desgraciadamente abandonado hoy día a su suerte, y a su lado, el centro de Interpretación del Parque, para dirigirnos al comienzo de la Senda del Batallón Alpino.

Pasamos junto al Mirador de Lucio y nos internamos en el denso bosque, comenzando así un ascenso constante por la loma de Dos Hermanas, con algo de nieve helada se hacía más duro de lo habitual. La senda discurre por un pinar de pino silvestre, en dirección noroeste, con vistas a la Bola de Mundo y las pistas de Valdesqui y marcada con algún que otro hito y círculos amarillos.

El Batallón Alpino, fue organizado en septiembre de 1936 para mantener a raya desde las cimas más altas de Madrid a las fuerzas rebeldes acantonadas en La Granja. Ellos abrieron desde el puerto de Cotos (1.848 metros) esta senda para abastecer las posiciones de Peña Citores (2.181), Dos Hermanas (2.285) y Peñalara (2.428), superando aquí los tres peores inviernos que nadie haya pasado jamás en la sierra de Guadarrama.

A poco más de una hora, dejamos la emboscada y sombría ascensión por el pinar para continuar por el lampiño piornal, completamente cubierto de nieve, alcanzando enseguida un collado raso donde nace el arroyo del Infierno, paradójicamente en un manantial con nombre mucho más angelical: la Fuente de los Pájaros.

Tras refrescarnos con su gélida agua, reanudamos la marcha, en dirección oeste, directos a la cumbre de Peña Citores, ascendiendo con cierta dificultad, por los numerosos agujeros que el piornal ofrecía medio ocultos por el blanco manto.

Coronamos enseguida una posición fortificada circular, del tamaño de una plaza de toros, situada a caballo entre Peña Citores, a nuestra izquierda, y Dos Hermanas, a la diestra, junto a la cual se encuentra una emotiva placa homenaje al capitán Leatherdale que su hijo le dedicó. Momento que aprovechó Antonio para leernos varias cartas del libro Madrina de Guerra que Ángel Vallés le había dejado para esta ocasión, escritas por el Teniente Píter, mítico soldado-guerrillero republicano del Batallón Alpino del Guadarrama, a su Madrina de Guerra, falangista, y es que el amor no entiende de bandos ni de fronteras. Un resumen del mismo se puede ver aquí.

Desde este espolón se atalayan las más altas cumbres de la sierra: desde Peñalara, Dos Hermanas, hasta la Mujer Muerta, pasando por Cabezas de Hierro, las Guarramillas, Siete Picos, Montón de Trigo, pinares de Valsaín...un festín para nuestra vista.


No es de extrañar que eligieran este privilegiado lugar de vigilancia quienes llenaron esta cresta de trincheras y parapetos durante la guerra civil, con excelentes vistas a Valsaín y su pinar, La Granja y todas las tierras de Segovia.


Desde allí, surcando piornos y claros de nieve, nos dirigimos hacia el este para contemplar los fortines que tan esforzados soldados alpinistas utilizaron para vigilar las tropas franquistas asentadas en la Granja de San Ildefonso y Valsaín. Tras cruzar la quebrada línea de trincheras, formadas por dos gruesos muros de piedra paralelos de tosca mampostería de más de un metro de espesor, paramos a su reguardo a tomar el tentempié.

Tras el breve descanso, lo que tenían prisa por regresar a Madrid se dieron la vuelta y el resto nos dirigimos, en dirección suroeste, hacia el refugio de Citores, situado en el conocido como Mirador del Cancho. Al abrigo de su pequeño recinto, contemplábamos las hermosas vistas que ofrece este espigón, la proa más occidental de la Sierra de Guadarrama.


Conseguido el objetivo de la ruta, iniciamos el regreso rodeando el roquedal del refugio por el noroeste, buscando azarosamente los hitos de la casi oculta senda que desciende al Boquete Bajo de Majalgrillo, donde continuamos el descenso no exento de resbalones, por el hielo acumulado en la sombría loma y el ritmo frenético que imprimió Antonio para que una que yo me sé no llegara tarde a una cita.


Al poco alcanzamos una hermosa pradera por la que descendimos siguiendo la senda marcada con algún que otro hito, que a la carrera me esforcé, en lo que pude, mejorar para que el resto pudiera seguirnos sin perdernos. Al alcanzar una pista que recorre loma en dirección este sin apenas pendiente paramos a tomar los bocadillos, en una extensa y soleada pradera que había junto a ella.


Con el el último bocado y a toda prisa nos hicimos la foto de grupo, dejando a los que no tenían que acompañar a la de las prisas que terminaran tranquilamente su sobremesa, no sé si con siesta incluida.

Los cinco restantes aligeramos al paso, aprovechando la bondad del camino y la excelente temperatura, disfrutando de la luz tamizada por las copas de los pinos. Sin apenas darnos cuenta, cruzamos el Arroyo de las Lombrices para poco después alcanzar la curiosa y famosa Fuente de la Peseta, de la que desconocemos de dónde le viene el nombre.


Al poco, en una de las revueltas de la pista, cruzamos por un cómodo puente el arroyo del Cancho, que bajaba ruidoso del Mirador del mismo nombre. Al alcanzar el empinado Camino Viejo del Paular (GR-10.1), que antaño se utilizaba para ir de éste a la Granja, en los tiempos que el monasterio vivió sus mejores momentos de esplendor, giramos a la izquierda para seguir por él el resto del camino, señalizado con 3,2 Km, hasta alcanzar con fuerte pendiente el Puerto de Cotos, previo cruce con el arroyo Iniesto y del Infierno, que para nuestra sorpresa también llevaban bastante agua.


Entramos en el puerto justo por donde terminan las vías del ferrocarril de Cercedilla a Cotos, donde un portón metálico cierra un túnel inacabado, que estaba previsto permitiese pasar bajo la divisoria del puerto y prolongar las vías hasta Gargantilla de Lozoya, proyecto aplazado "sine die".


Y tras refrescarnos en Venta Marcelino, descendimos los pocos metros que nos separaban del aparcamiento, dando así por finalizada esta bonita ruta invernal a medias y que la hace merecedora de 4 sicarias.

Paco Nieto.

FOTO REPORTAJE

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