miércoles, 29 de enero de 2020

Excursión 506: Bola del Mundo por la loma del Noruego

FICHA TÉCNICA
Inicio: Puerto de Navacerrada
Final: Puerto de Navacerrada
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia:  8,4Km
Desnivel [+]: 475 m
Desnivel [--]: 475 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 33

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
La convocatoria del Boss tenía todos los ingredientes de una bonita excursión de nieve y no parecía excesivamente complicada.

La propuesta era conocer una nueva ruta que desde el puerto de Navacerrada nos llevaría a Bola del Mundo pasando por la peña del Águila y la loma del Noruego. Sólo 10km y 600m de desnivel. Además, el pronóstico del tiempo era razonablemente bueno, ¿Qué más podíamos pedir? Sólo que llegara el miércoles. 

Bien equipados de invierno, nos reunimos 32 gmsmanos deseosos de disfrutar de la excursión, de la nieve y sobre todo de la compañía. Lugar de encuentro: la venta Arias a las 10:30h. 

En el aparcamiento del puerto de Navacerrada no cabía un coche más. Muchísima gente dispuesta como nosotros a pasar un gran día de nieve. Pero a los pocos metros del punto de partida nos dimos cuenta de que estábamos solos, casi no se oía un ruido.

Al principio nos alegramos, pero enseguida nos dimos cuenta del motivo: la ladera estaba totalmente nevada y las sendas habían desaparecido bajo una espesa capa nieve. Sólo apto para senderistas avezados. Ni corto ni perezoso, nuestro Boss, con su recuperado GPS, comenzó a dirigir a nuestros mejores sherpas para que abrieran camino, lo que en algunos tramos no fue nada fácil. 

Comenzamos nuestro recorrido tomando la senda de la ladera de Guarramillas que va paralela a la carretera de Cotos, por debajo de los remontes de las, ya en desuso, pistas de esquí de Arroyo Seco y Arroyo Frio.

Seguíamos en perfecta fila las huellas que marcaban unas veces Julián, otras Joaquín, otras José Luis B…, a los que se unió Darío, amigo de Carlos, que por primera vez caminaba con nosotros.

La nieve estaba blanda, inmejorable para esquiar, pero muy difícil para caminar. Avanzábamos despacio, con nuestros ya imprescindibles “cramponcillos”.

La serpiente multicolor que formábamos resaltaba sobre el blanco de la ladera. Cada poco, no sólo nuestros guías sino cualquiera que no pisara la huella anterior se hundía hasta la rodilla.

La nieve atrapaba la pierna como si de una escayola se tratase y para salir era necesaria ayuda. Menos mal que eso nunca es problema para este grupo en el que siempre hay alguien dispuesto a echar una mano. 

Cruzamos con cuidado el Arroyo de los Puentes, también cubierto de nieve, y seguimos recorriendo lentamente la ladera, orientando nuestros pasos hacia la peña del Águila. En las paradas obligadas por la dificultad del camino, aprovechábamos para disfrutar de las espectaculares vistas de los pinos nevados y las montañas vecinas. Tan lentamente tuvimos que recorrer este primer tramo, que avanzamos poco más de un kilómetro en una hora.

Paramos para el Ángelus habiendo recorrido y ascendido mucha menos distancia de la estimada para esa hora del día. Necesitábamos reponer fuerzas, sobre todo los que iban abriendo camino. Antonio pensó que a ese ritmo y con esa dificultad se nos haría casi de noche antes de completar la excursión. Así que decidió acortar y alcanzar la loma del Noruego en un punto más cercano a la Bola del Mundo, lo que suponía abordar una subida prácticamente vertical. La peña del Águila tendría que esperar a una mejor ocasión. 

Aprovechando la recuperación y el buen ánimo de todos, mandó a nuestros exploradores comenzar a subir en zigzag corto, para trazar un camino seguro en la exigente ladera. Siguiendo sus pasos empezamos a ascender todos la fuerte pendiente.

De vez en cuando, parábamos para coger aire y disfrutar del paisaje, eso sí, sin mirar demasiado hacia abajo. La sinuosa fila iba alargándose y acortándose como si de un acordeón se tratara, pero siempre a buen ritmo.

Sin mayores problemas, llegamos a la ansiada Loma. Desde arriba se podían ver al otro lado las pistas de Valdesquí, vacías, preparadas para abrir posiblemente el fin de semana. Una impresionante y relajante vista que me llevó a pensar en la curiosa historia que leí el día anterior del noruego que da nombre a la cresta: se llamaba Birger Sörensen y llegó muy joven a Madrid a trabajar en una empresa maderera de su familia. Tenía pasión por el esquí y fue el responsable del inicio de la práctica del esquí en España a finales del siglo XIX. Allí, quizás como homenaje, nos hicimos la foto de grupo.

Al final de la Loma, entre la niebla, las inconfundibles antenas de la Bola del Mundo. Hacia allí nos dirigíamos. Desde donde estábamos, parecía que el camino no era muy empinado y que casi podíamos tocar las antenas con la mano.

Había bastante menos nieve que en la ladera, lo que en principio lo hacía más fácil. Pero el tiempo empezó a complicarse con mucho viento y aguanieve y lo que parecía que iba a ser un paseíto comparado con la subida anterior, se convirtió en una dura caminata. Gracias a la buena conversación y al apoyo de unos y otros llegamos arriba, con la gratificante sensación que siempre da coronar uno de los picos de la sierra.

Paramos a comer al borde de la valla de las antenas, pero la niebla y el frío hicieron que no nos entretuviéramos mucho y que iniciáramos rápidamente el camino de vuelta. Así que, tras alcanzar el vértice geodésico del Alto de Guarramillas (2258m), enfilamos la bajada. 

Tomamos la pista de cemento cubierta de nieve y, como no podía ser menos, a veces atrochábamos para bajar más rápido. Llegamos a la cabecera del telesilla de las Dos Castillas y a partir de ahí la niebla empezó a levantar, lo que nos permitió ver a lo lejos, entre las nubes, el Puerto de Navacerrada. Sólo con ver los edificios ya nos entraron ganas de estar allí. El calor de la venta y la cervecita nos esperaban. 

Para acortar más la bajada, tomamos la pista Guarramilas I, que este miércoles estaba cerrada para los esquiadores. Unos pegados a la valla, otros echando de menos los esquís, y otros más torpes como yo (que tenía la sensación de estar en una pista negra) siguiendo los pasos de José Luis M. y Belén, fuimos llegando uno tras otro a la estación de salida del telesilla, final de nuestra blanca excursión. 

Algo menos de lo inicialmente previsto: 8,41 Km con un desnivel de 475m, pero con la tranquilidad de haber llegado a buena hora, contentos y sanos y salvos. Por ello, Madi ha otorgado a esta ruta un total de 4 sicarias. 

En los coches nos esperaba José María con la revista de 2019. Con todo el cuidado y toda la paciencia para que no se mojaran y no quedara ninguno sin recogerla.

Aprovecho para darle las gracias por todo su trabajo. Hoy, especialmente, por el esfuerzo de hacer año tras año la revista y por sus reportajes fotográficos, que tanto ayudan a recordar la excursión. 
Leonor

1 comentario:

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