miércoles, 22 de julio de 2020

Excursión 518: El Chorro Grande y las calderas del río Cambrones

FICHA TÉCNICA
Inicio: San Ildefonso
Final: San Ildefonso
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia:  14,3 Km
Desnivel [+]: 610 m
Desnivel [--]: 610 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: 
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 12

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN
Son muchos los atractivos que ofrecen a los senderistas los alrededores de la Granja de San Ildefonso, pero hay dos que destacan, el Chorro Grande y las calderas (pozas) del río Cambrones. Unir en una sola ruta ambas maravillas, no es fácil, porque entre ambos lugares hay una gran diferencia de altura y ningún camino que lo facilite.

Ya hace unos años, en la excursión 153, lo intenté, resultando una larga travesía con una azarosa búsqueda del río Cambrones, campo a través en empinada pendiente de descenso, entre ramas amontonadas, terreno inestable, yerbas engañosas, piedras escondidas y alguna que otra zarza.

Por eso el año pasado, en una de mis exploraciones en solitario, busqué un mejor modo de dar con el río Cambrones tras visitar el Chorro Grande, y de ahí surgió esta ruta.

Nos reunimos menos de los esperados, pues unas tremendas tormentas la noche anterior desalentó a más de uno, pensando que continuarían por la mañana, y por el contrario, tuvimos un día estupendo, más fresco que los anteriores, por efecto de la cuantiosa agua caída en la noche.

Partimos de la explana del Palacio de la Granja, dirigiéndonos hacia la plaza de toros. Cruzamos la plaza de los Dolores que, como cada miércoles, estaba ocupada por los puestos del mercadillo, a los que acudían aún con cierta pereza el personal.

Al llegar al recinto taurino, donde celebran encierros en las fiestas del pueblo, seguimos el sombreado paseo del Molinillo para, cruzando un puente, dirigirnos a la urbanización Seo de Urgel donde, tras pasar un portón, se inicia el camino del Chorro, al que se llega, en suave pendiente, por un frondoso robledal por el que arroyos y acequias se entrecruzan duplicando aún más su belleza.

Casi sin darnos cuenta, al poco de internarnos en un sombrío pinar, alcanzamos la base del Chorro, desde la que se tiene una singular perspectiva de esta cascada, la más alta de toda la sierra de Guadarrama. El salto está dividido en tres tramos, interrumpidos por pequeñas pozas, y juntos suman 80 metros de caída casi vertical.

Algunos tenían ganas de más y, como íbamos bien de hora, nos animamos a remontar el escarpado paredón que da acceso al inicio de la cascada, siguiendo una marcada senda que gana altura a cada paso.

Es una trepada dura, pero que compensa, con extraordinarias vistas de la Granja y toda la meseta castellana, el esfuerzo realizado. En la preciosa cascada con poza incluida, paramos un rato a recuperar el aliento y contemplar tan romántico rincón, por pocos conocido, dada la dificultad de su acceso.

Sin alejarnos de la senda, dada la peligrosidad que entraña pisar las resbaladizas rocas por las que se precipita el agua y que, hace tiempo, a una amiga de Jorge M. le costó la vida, nos reconfortamos con las bellas vistas que se tienen desde aquí.

Deshicimos el trayecto seguido en la subida, ahora mucho más liviano en la bajada, hasta alcanzar de nuevo el camino, lo seguimos a buen ritmo hasta cruzarnos con el arroyo el Chorro Chico.

Pequeña cascada que hace honor a su nombre y que pudimos escudriñar entre riscos a lo lejos, distancia y trepada que desanima a ir a su encuentro, por lo que desistimos de hacerlo.

Tras una breve parada para tomar el tentempié, seguimos por la misma pista disfrutando del paisaje que nos ofrecía hacia el oeste hasta que, al llegar a una bifurcación, dejamos el cómodo camino para iniciar un vertiginoso descenso siguiendo un cortafuegos que bordea un enorme pinar, al que nos acercábamos cada vez que podíamos buscando algo de sombra, porque el sol había dejado de ocultarse entre las nubes y quería hacerse notar.

Al final de empinada pendiente, dimos con otra pista, justo en el punto en que cruza el Arroyo del Hueco, y que seguimos hacia la izquierda para poco después, tras cruzar un portón, buscar un rústico puentecillo de piedra que cruza este arroyo y que la vegetación circundante mantiene casi oculto.

Al otro lado del arroyo, seguirnos una desdibujada senda paralela a él, que entre esbeltos pinos descendía al encuentro con el río Cambrones, con el arroyo del Hueco siempre a nuestra izquierda. Llegados al río, lo vedamos con la ayuda de unas piedras en un punto intermedio entre la Cacera Madre y la Caldera Primera.

Seguimos durante un corto trama el río, disfrutando del murmullo del agua y la refrigerante sombra de su arbolado, con la idea de visitar las tres primeras calderas, las más escondidas, buscando para ello los senderos más próximo a la ribera.

Sin embargo, en dos ocasiones hay que alejarse momentáneamente del agua para salvar grandes riscos que impiden seguir la ribera. Una vez entre la Caldera Primera y Segunda y otra entre ésta y la Tercera.

Cada poza es distinta, la Primera es muy bonita, con un pequeño salto de agua en su inicio, la Segunda es la más oculta y salvaje y, por ello, también la más atractiva para los que van buscando intimidad. En ella hay unas enormes marmitas gigantes labradas a base de paciencia y el roce de piedras arrastradas por el agua. La Tercera es alargada y profunda, alcanzando los tres metros, con una cascada que forma una especie de jacuzzi en su inicio, invisible desde el otro extremo de la poza, a ella José María la llama Caldera Mágica, por no sé que leyenda de algún senderemago caminado por sus aguas.

Aquí se quedó Ángel Vallés, que tenía que regresar a la Granja, el resto continuamos el recorrido, en busca de las tres siguientes calderas, es necesario remontar la ladera, en dirección perpendicular al río, hasta dar con la senda principal que, siguiéndola hacia la derecha, va descendiendo hasta dar otra vez con el río.

Dejamos la fuentecilla del Malpaso a nuestra izquierda y remontando el río, paramos a tomar el tentempié a la vera de una agradable poza que entre rocas se surte de dos bonitos chorros. Allí nos esperaba José María, que por quedarse dormido, había venido un poco más tarde, siguiendo el camino corto.

Tras el descanso, unos pocos cruzamos de nuevo el río, con la ayuda de unas piedras estratégicamente situadas. Al otro lado, la senda obliga a remontar el repecho de la margen izquierda del río, alcanzando al poco la Caldera del Guindo, a continuación la de Enmedio y la Caldera Negra, objetivo final de la excursión, donde disfrutamos viendo los arriesgados saltos desde las rocas de un grupo de chavales, empeñados en comprobar una y otra vez la gran profundidad a la que debe su nombre.

El regreso lo hicimos volviendo sobre nuestros pasos hasta llegar de nuevo al río, que volvimos a vadear, y ya todos juntos continuamos por la senda principal. Al pasar junto a la fuentecilla de Malpaso, rellenamos agua, conocedores de lo duro que se hacen los últimos kilómetros, sin apenas sombra.

Al llegar a una gran roca, que algunos se empeñaban infructuosamente en mover, continuamos por la senda viendo desde lejos las calderas en las que habíamos estado, hasta alcanzar una caseta y acequia de captación de agua, llamada Cazera Madre.

Detrás de la caseta sale una senda, que nada más pasar un portón de hierro se interna en un placentero bosque de robles. con el río a nuestra izquierda, hasta otro portón de hierro y un romántico puente de madera que cruza el río Cambrones.

En este punto, nos despedimos del río, que continua su camino hacia el embalse de Portón Alto, donde entrega sus aguas, mermadas, eso sí por la que le roban en la Cazera Madre.

Continuando hasta la pasarela que accede a la pista que baja hacia San Ildefonso, cruzamos el Arroyo del Chorro Grande por el Puente de la Princesa, y seguimos por la calle del Pocillo, Puerta de la Reina y el Parador, regresando así al punto de inicio, la explanada del Palacio de la Granja, donde nos esperaban las cervezas del bar Segovia, con la sorpresa de que al poco se acercó Ángel Vallés para hacernos una foto para El Adelantado.

Por el hermoso día, al principio hasta fresquito, las magníficas vistas desde el Chorro Grande, lo refrescante del paseo junto a las calderas, la estupenda compañía, y la frase que me dijo al acabar alguien que la hacía por primera vez "la excursión me encantó", esta ruta se merece una puntuación de 4,5 sobre 5.
Paco Nieto

FOTO REPORTAJES
* Foto reportaje de José María Pérez

VÍDEOS
* Vídeo de Lourdes Clabo

FOTOS
* Fotos de César Rodríguez
* Fotos de José Luis Molero
* Fotos de Paco Nieto

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