Inicio: Puerto de Canencia
Final: Puerto de Canencia
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 12,4 Km
Desnivel [+]: 464 m
Desnivel [--]: 464 m
Desnivel [--]: 464 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 11
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
* Mapas de localización y 3D de la ruta
PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
TRACK
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
RUTA EN WIKILOC
RESUMEN
“La vida de cada hombre es un camino hacía sí mismo, el ensayo
de una ruta, el boceto de un sendero”. Hermann Hesse
Es curioso, ahora soy consciente
del hecho de que nunca me había llamado la atención el recorrer senderos por el
mero hecho de hacerlo, sin otra intención principal que la búsqueda de un
destino fijado, o bien, el uso de la naturaleza como idílico decorado de algún
tránsito vertiginoso a bordo de vehículos varios, en las que el objetivo era
mas disfrutar de las sensaciones que la adrenalina genera que el disfrute
pausado del entorno.
La casualidad me ha brindado la oportunidad de ralentizar
mi veloz tránsito y poder ver y apreciar, desde su interior, catalizado a través
de los ojos expertos de estos incomparables compañeros de viaje, esos senderos,
valles, montañas y ríos que creía conocer como espectador, pero de los que no
formaba parte hasta que he depositado en sus entrañas mi admiración,
contemplación y sudor. Gracias de antemano a estos nuevos compañeros de camino,
de este singular y variopinto grupo, por abrirme sus puertas y dejarme
acompañarlos en este, para mi, nuevo boceto de un sendero.
Y tal como las normas no escritas
de este grupo dictan, y como rito iniciático para que el novato se curta en
estas lides montañeras, he sido amablemente “invitado” a realizar la crónica de
nuestra última y bella excursión, esta vez por la parte sur de la sierra de
Guadarrama… allá vamos:
Acudimos al puerto de Canencia
atraídos por la puntual convocatoria de Paco Nieto, en la que prometía visitar
uno de los abedulares más bonitos y antiguos de Madrid y la Chorrera de
Mojonavalle, arropados por las tupidas sombras de los árboles y al fresco de
los arroyos… ¿quien podía decir que no a tan tentativa oferta que nos
abstraería durante unas horas de la cruel canícula estival que nos azotaba en
nuestro mundo cotidiano?
En contra de lo que pensaba, y
cumpliendo esa máxima senderista de que la línea recta no suele ser nunca la
mejor opción para unir la ruta entre dos puntos, no fuimos primero a descubrir
estas maravillas, si no que, en dirección contraria, dimos un rodeo para
alargar así el disfrute de la excursión, lo que nos permitió conocer la pradera
del Collado Cerrado, una de las más bonitas en primavera de la sierra y que
conserva milagrosamente aún su fulgurante verdor, fruto del humedal en el que
se encuentra. Un paseo agradable y sin pendiente en el que disfrutar del paseo
y acondicionar cuerpos y mentes para las etapas mas escarpadas.
Esta vez tuvimos durante gran parte
del camino a una guía de lujo, Teresa, que, iluminada por cierto dios egipcio
del sol, nos guió con maestría y eficacia, dando su colorido toque personal y
embelleciendo la ruta con los colores varios que nos iban anticipando el nivel
de confort o dureza del siguiente tramo.
Entre amplios pinares, robledales e incluso algún que otro chopo a la orilla de
los arroyos y acompañados de mariposas de colores, bajamos hasta el encuentro
del arroyo del Sestíl del Maíllo, que tiene
su cuna en la umbría del cerro Perdiguera, a medio camino entre los puertos de
Canencia y la Morcuera.
Muy cerca de su cauce visitamos el abandonado puente del Vadillo, sobre el arroyo del Tercio de las Matas, al que el Sestil entrega sus revoltosas aguas.
Éste era el punto más bajo de la excursión así es que sabíamos que ya todo lo que quedaba era subir y subir. Lo hicimos a buen ritmo, hasta que una seductora sombra en una pronunciada curva de la pista, con las fuerzas menguadas por el desnivel acumulado, nos dimos un respiro para tomar el tentempié de las 12, al que llaman el ángelus, y al parecer, es rito obligado para cualquier “gemesmiano” que se precie.
En el transcurso del refrigerio surgió una pequeña trifulca dialéctica que enfrentó a los bandos extremeño-andaluces con los castellanos sobre el termino de “regañaos/ados… son las ciruelas por el norte?, son tortas por el sur?
En cuanto hubo la suficiente cobertura, una vez ascendímos, San Google dirimió la cuita, dejándola en tablas técnicas e iluminándonos a los legos sobre la riqueza léxica y gastronómica patria.
Proseguimos, con reanudadas fuerzas, hasta alcanzar a los pocos metros el Collado Cimero. Durante este tránsito tuvimos la suerte de disfrutar de uno de esos momentos mágicos que componen y motivan el espíritu y el nombre de este grupo montañero. Dos joviales y jóvenes corzos corretearon varias veces alrededor nuestro, ajenos a la presencia humana, y más atentos a sí mismos y a sus jugueteos que a los sorprendidos y maravillados observadores de excepción.
No hay testimonio gráfico ya que solo nos dio tiempo a abrir nuestra mandíbula y disfrutar de uno de esos momentos especiales y compartidos que quedan grabados en nuestra retina y en nuestro corazón.
En el collado, cambiamos de
vertiente y enfilando hacia el encuentro de nuevo del arroyo del Sestil del
Maíllo, en la zona en la que, a su vera, proliferan, formando un bosque de cuento,
abedules, tejos, acebos y serbales, especies típicas de latitudes mucho más
norteñas, que conforman un bosque singular, el llamado Abedular de Canencia.
Éste es uno de los rincones invernales más umbríos, húmedos y gélidos de la
sierra de Guadarrama, recuerdo de los días de frío extremo de la última
glaciación.
Y como no solo de pan vive el hombre, WikiPaco, inagotable fuente de sabiduría de la naturaleza, nos iluminó de conocimiento haciéndonos notar que las hojas los acebos solo tienen pinchos por su parte inferior para defenderse y ser menos apetecibles a los eventuales herbívoros depredadores. Lo que no nos explicó es cómo hacen las hojas del acebo para saber a qué altura están situadas y decidir si sacan los pinchos o no... gps? una app? Imagino que lo habrá dejado para la clase de segundo de acebos...
Sexta, para los romanos, era la hora central del día, la de más calor, que designan tanto la costumbre de dar una cabezada después de comer como la que tiene el ganado de recogerse en lugares fresquitos para más o menos lo mismo. De ahí viene 'sestil', que es el nombre que reciben tales lugares y este arroyo, uno de los más sombríos de Madrid.
Lo de Maíllo le viene, al parecer, en referencia a un manzano silvestre que seguramente debía existir junto a su cauce, pero del que no vimos ni rastro de él.
Los
robles aportan algo de contraste al verde de los pinos y matorral del camino,
que junto con el llamativo musgo, colorean el paisaje de llamativa forma.
Junto al puentecillo crece un esbelto tejo, que, aunque parece joven, debe tener cientos de años. Tras las fotos de rigor, incluida la de grupo, y que algunos avezados intentasen ser inmortalizados marcándose un “Jorge”, remontamos el arroyo, en busca del segundo objetivo del día, la Chorrera de Mojonavalle.
Junto al puentecillo crece un esbelto tejo, que, aunque parece joven, debe tener cientos de años. Tras las fotos de rigor, incluida la de grupo, y que algunos avezados intentasen ser inmortalizados marcándose un “Jorge”, remontamos el arroyo, en busca del segundo objetivo del día, la Chorrera de Mojonavalle.
Tras una parada para refrescar los
pies en una bonita poza, con pequeña cascada incluida, y cruzar el arroyo en un
par de ocasiones, llegamos a la base del pétreo tobogán de más de 30 metros de
altura, el Chorro de Mojonavalle, que desgraciadamente, según me comentaron los
veteranos, no lucía todo su habitual encanto invernal, al estar frugal en
cauce, aunque la belleza intrínseca de su escarpado esqueleto es innegable.
En busca de su inicio trepamos unos
cuantos, hasta la base de lo que es su escalón intermedio, siguiendo una senda
que enseguida se complica, dada la verticalidad de esta imponente pared. Tras
las fotos junto a la menguada cascada, descendimos al encuentro del resto del
grupo, que nos esperaba al pie de la chorrera.
Desde allí, siguiendo una senda botánica, ascendimos hasta el Centro de
Interpretación Ambiental del Hornillo, que aunque está en un aparente estado de
abandono, conserva en buen estado una pérgola con varias mesas en las que nos
comimos plácidamente los bocadillos, algunos hasta con cervecita fresca.
Desde este estupendo mirador divisamos en primer término, el valle de Canencia, más allá, la cuenca media del Lozoya y las tierras de Buitrago y, amurallando el horizonte, Peñalara, las cumbres de los montes Carpetanos, Somosierra y Ayllón.
Estábamos tan a gusto, a la sombra, con un agradable y refrescante vientecillo, que nos costó reanudar la marcha y regresar al puerto, lo que hicimos siguiendo el GR-10.1 y posterior desvío para ver un chozo de pastores que quedaba a nuestra izquierda.
A las cervezas y cafés de celebración de fin de ruta nos invitó Belén en Miraflores de la Sierra, que celebraba no sé muy bien el qué, pero brindamos con ahínco por ello. Gracias Belén!
En mi opinión, la de hoy ha sido una excursión muy bien escogida y diseñada. Con el día de calor extremo que teníamos encima, una más dura y más al raso hubiera sido mortal de necesidad, y, sin embargo, la umbría del tupido bosque y el frescor de los arroyos nos ha hecho disfrutar mucho del día y de la caminada. Gracias Paco!
Espero que esta crónica sirva para que los eventuales futuros viajeros puedan ser guiados a conocer y descubrir estos incomparables paisajes desde nuestras propias experiencias compartidas y como recuerdo indeleble de los que ya hemos tenido el placer de disfrutarlos.
Por todo esto, le otorgo un 4,5 sobre 5 a esta fresca y estupenda excursión.
Nacho Castellanos
Desde este estupendo mirador divisamos en primer término, el valle de Canencia, más allá, la cuenca media del Lozoya y las tierras de Buitrago y, amurallando el horizonte, Peñalara, las cumbres de los montes Carpetanos, Somosierra y Ayllón.
Estábamos tan a gusto, a la sombra, con un agradable y refrescante vientecillo, que nos costó reanudar la marcha y regresar al puerto, lo que hicimos siguiendo el GR-10.1 y posterior desvío para ver un chozo de pastores que quedaba a nuestra izquierda.
A las cervezas y cafés de celebración de fin de ruta nos invitó Belén en Miraflores de la Sierra, que celebraba no sé muy bien el qué, pero brindamos con ahínco por ello. Gracias Belén!
En mi opinión, la de hoy ha sido una excursión muy bien escogida y diseñada. Con el día de calor extremo que teníamos encima, una más dura y más al raso hubiera sido mortal de necesidad, y, sin embargo, la umbría del tupido bosque y el frescor de los arroyos nos ha hecho disfrutar mucho del día y de la caminada. Gracias Paco!
Espero que esta crónica sirva para que los eventuales futuros viajeros puedan ser guiados a conocer y descubrir estos incomparables paisajes desde nuestras propias experiencias compartidas y como recuerdo indeleble de los que ya hemos tenido el placer de disfrutarlos.
Por todo esto, le otorgo un 4,5 sobre 5 a esta fresca y estupenda excursión.
Nacho Castellanos
FOTO REPORTAJES
* Foto reportaje de José María Pérez
FOTOS
* Fotos de José Luis Molero
* Fotos de Paco Nieto
Bonita cronica Nacho.felicitaciones.
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