* Mapas de localización y 3D de la ruta
PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
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RESUMEN
Nuestro recorrido lo realizamos coincidiendo con la floración del cerezo, un espectáculo natural único que tiñe de blanco una comarca que además brilla por sus cascadas, miradores e historia. Además, nos permitió adentrarnos en la singular reserva de la Garganta de los Infiernos y sus célebres Pilones
Iniciamos nuestra ruta sin madrugar en exceso, pues el tiempo amenaza algo de lluvia. Durante la noche anterior cayó una ligera nevada en Piornal (por encima de nuestra ruta) y además teníamos la necesidad de digerir varios kilos de buenas carnes, doradas en barbacoa y regadas de un vino excelente de la noche anterior.
Iniciamos nuestro recorrido acompañado del rugir del río Jerte, que avanza poderoso gracias al agua del deshielo de las cumbres. A nuestra derecha ya comenzamos a ver los primeros campos de cerezos. Pronto iniciamos un sendero empedrado en el que los campos de cerezos siguen muy presentes y sus flores nos deleitan en un espectáculo singular.
La meteorología de este año ha provocado una floración desigual: cerezos en flor y con hojas a la vez, otros en capullos y en esta parte alta de valle, algunos todavía invernales. Cuestión de caprichos de la naturaleza sin olvidar nuestra responsabilidad en estas intensas distorsiones climatológicas.
Nuestro sendero desemboca en una pista antes de cruzar el puente sobre la garganta de San Martín, que por supuesto desemboca en el río Jerte. A partir de aquí el paisaje cambia, desaparecen los cerezales y la vegetación salvaje liderada por los robles y su sotobosque de matorral se adueña de nuestro entorno.
En nuestras botas, vestigios del empedrado imperial que llevó a Carlos V a su retiro en Yuste. Reconozco entre mis compañeros esa mirada que la gente curtida en montes, miradas bien echadas a esas gargantas que rugen poderosas. No es para menos, se trata de un paisaje realmente auténtico donde robles, helechos y horizonte nos hacen soñar.
Después de cruzar este imponente puente que únicamente justifica el paso del Emperador más poderoso del mundo, seguimos una senda descendente, siempre en paralelo al curso de las aguas cristalinas hasta este conocido grupo de marmitas gigantes de Los Pilones: Ollas naturales creadas por la erosión del agua en la roca granítica.
Desde aquí, ponemos rumbo hacia el centro de interpretación en el que hemos dejado algunos coches para retornar a Tornavacas.
Yo había hecho muchas veces esta ruta, más veces solo que acompañado. Pero nunca en mi vida había disfrutado de estas miradas gemesmas, miradas garganteras, miradas de bosque, de montes, de ilusión y de sueños de horizontes.
Mi valoración de esta ruta es un 4.
Fran Ríos
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