miércoles, 22 de junio de 2022

Excursión 635: Senderos del Valle de la Fuenfría

FICHA TÉCNICA
Inicio: Las Dehesas. Cercedilla
Final: Las Dehesas. Cercedilla
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 12,7 Km 
Desnivel [+]: 465 m 
Desnivel [--]: 465 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 26

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta






























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

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RESUMEN
Con el final del curso escolar, a las 10.30 de la mañana, el parking de las Dehesas de Cercedilla estaba lleno de escolares que, guiados por sus profesores, aprovechaban los últimos días de cole para hacer una excursión por la sierra madrileña.

Una vez iniciada nuestra ruta los escolares desaparecieron pronto, suelen quedarse en las cercanías de las Dehesas, y los 26 senderomagos allí presentes llegamos por la pista de las Dehesas al puente del Descalzo, para después atravesar la calzada romana, cruzar el puente de la Navazuela, y enfilar ya la subida en paralelo al arroyo de la Fuenfría, o río de la Venta.

Como la mañana era fresquita, lo que se agradecía mucho después del calor pasado en Madrid los días anteriores, la subida posterior por el arroyo de la Navazuela hasta la Ducha de los Alemanes se hizo menos ardua.

Esta pequeña cascada, más conocida por su cercanía a las Dehesas que por su espectacularidad, pues apenas tiene dos metros de caída, debe su nombre a la nacionalidad de algunos de los primeros montañeros de la sierra a principios del siglo XX.

Continuamos después por la Senda Victory hasta el mirador de Matagitanos (sobre el origen de este nombre más vale no preguntarse demasiado), peñasco desde el que se divisa el Cerro Minguete por un lado y el puerto de la Fuenfría y detrás el Montón de Trigo, por otro. Nos hicimos allí algunas bonitas fotos.

Siguiendo por la Senda Victory paramos al poco rato para el tentempié de media mañana y la foto de grupo, en una verde pradera con también muy bellas vistas, en este caso hacia el Valle de los Caídos.

Incluso hubo que abrigarse porque el vientecillo que soplaba era frío, y con el sudor de la subida no conviene arriesgarse a pillar un mal resfriado. María Willstedt, a quien mandamos recuerdos, pues estará ya en Finlandia, nos habló de ese bonito país, y de sus paisajes y rutas, ¡ojalá podamos conocerlos!

Continuamos luego en suave subida hasta la pradera de Navarrulaque, donde se ubica un pequeño refugio con su fuente, y enseguida tomamos la senda Herreros.

En su comienzo, grabado en un tronco de madera, se glosa brevemente la vida de este hombre (1903-1977), recordado, estoy seguro, por muchos de nosotros. Además de dibujante, pintor, fotógrafo y cineasta era muy conocido en su tiempo por su gusto por la montaña y la Sierra de Madrid, de hecho, en el tronco grabado se dice que también era “peñalaro”.

Subiendo un poquito más, cercano al Cóncavo de Siete Picos, llegamos al mirador de Las Rocas de Laín, junto a ellas se encuentra el Petroglifo del Dragón.

La piedra en que está grabado tiene como vista el muro de los Siete Picos, que se alza ahí imponente, nunca los había visto así. Para dibujar el dragón, que medirá cerca de dos metros, los autores, desconocidos, debieron usar una herramienta contundente, una radial posiblemente.

El tiempo, parece que le dibujaron hace unos 10 años, le ha desgastado un poco, pero se sigue viendo perfectamente, y además la piedra ha verdeado dándole un aspecto como neolítico.

Y así debe ser, pues los petroglifos originales (del griego “petros”, piedra, y “glyphein”, tallar) son diseños simbólicos grabados en roca en el 10.000 a.c. y en los dos o tres milenios posteriores. Los hay en muchos lugares del mundo, en España sobre todo en Galicia y en las Canarias, en Finlandia en Murmansk; son famosos también los de Uthah en Estados Unidos y los del sur de Atacama en Chile. Son formas de expresión artística y comunicación previas a la escritura, y se les clasifica como abstractos, geométricos (las espirales circulares de Galicia por ejemplo), de objetos (flechas, barcos…) y figurativos (humanos o animales), categoría esta última donde se incluiría nuestro dragón.

Al petroglifo del Dragón le hacen compañía, en otros lugares cercanos del Valle de la Fuenfría, el del Bambi (o corzo), el del Lobo, y el del Buitre, debajo del Pico de Majalasna, al parecer, todos del mismo autor.

A partir de ahí la ruta fue ya todo bajada, por unas empinadas sendas (Vejiga y luego De la Teja). A los pinos empezaron a sumarse pronto pequeños robles, combinándose en un mismo territorio. La presencia de estos robles a altitudes más elevadas de lo acostumbrado es una manifestación del cambio climático, y del aumento de las temperaturas, eso al menos comentó Antonio, mientras por allí andábamos.

En el camino de descenso también, ya después del almuerzo, atravesamos esos mares de helechos tan característicos de nuestra sierra, y de jaras, con sus pequeñas flores blancas aún abiertas.

Cercanos ya al final de la ruta pasamos cerca de la estación de Camorritos, y de las vías del tren de Cercedilla a Cotos, ¡a ver si lo ponen en funcionamiento pronto otra vez!

Y al final del todo, para celebrar el buen día que habíamos pasado, unas cervecitas en Casa Cirilo. Por todo ello valoramos esta ruta con 4,5 sicarias.
Luis Orgaz

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