lunes, 20 de junio de 2022

Excursión 633: Molinos del río Profundo

FICHA TÉCNICA
Inicio: Valbúcar. Asturias
Final: Valbúcar. Asturias
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 15,5 Km 
Desnivel [+]: 383 m 
Desnivel [--]: 383 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 13

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta






























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

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RESUMEN
La ruta de hoy la iniciamos en la localidad de Valbúcar perteneciente al concejo de Villaviciosa, donde dejamos aparcados los coches en el arcén de la carretera AS-255.

Aunque la temperatura era agradable, las nubes amenazaban lluvia, por lo que una vez pertrechados para las posibles contingencias climatológicas, comenzamos la ruta por un camino que nace a la izquierda de La Vega y junto al que encontramos un panel informativo sobre la ruta en el que podemos intuir la gran cantidad de molinos que encontraremos. Llega a nombrar hasta 18 molinos, aunque en la página del Principado de Asturias se mencionan unos 22.

Comenzamos los trece participantes por un cómodo camino de tierra ancho y bastante llano por el que a unos 300 metros nos encontramos con el primer desvío que tomamos hacia la derecha y en dirección Buslaz.

Una vez tomado este primer desvío nos encontramos un pequeño caserío tras el que nos sorprende un escenario completamente verde rodeado de vegetación, zonas de árboles y musgo que solo nos abandonará en contadas ocasiones a lo largo de la ruta.

Continuamos sin desviarnos y sin ninguna pérdida ya que toda la ruta la encontramos completamente señalizada como PR AS-137. Pronto comenzamos a ver el río a nuestra derecha y también uno de los primeros molinos de esta ruta: el Molin de Griselda.

Durante nuestro camino, seres mitológicos integrados dentro de los árboles y del río se encargan de amenizarnos cada uno de los tramos hasta el punto de llegar a parecer parte del paisaje y unos compañeros de ruta más en el camino.

Continuamos y la curiosidad nos conducirá a desviarnos por un pequeño puente de madera por el que encontramos el Molín de Villaverde camuflado en la vegetación. En este punto la senda se termina y salimos a una carretera pavimentada por la que transitamos unos 400 metros antes de encontrar una portilla negra que nos sale a la derecha y nos devuelve de nuevo a la senda. 

A los pocos metros las señalizaciones nos obligarán a continuar nuestro camino frente al vivero de plantas de frutos del bosque y varios invernaderos de El Cierrón.

Aquí, curiosamente, existe un autoservicio de arándanos. Pequeñas cajitas de arándanos con su precio y un recipiente con monedas, donde la gente deposita el dinero y recoge los arándanos. Todo ello sin vigilancia y encomendado a la buena fe de la gente. Hicimos acopio de los mismos y se fueron repartiendo en el trayecto.

Continuamos a la vera del río, remontándolo y disfrutando de cada escenario. Pronto descubrimos el Molín de Profundu, semiderruido, del que sólo quedan sus cuatro muros cubiertos por la vegetación y los helechos. Seguimos con nuestra caminata por la que es complicado perderse gracias a las constantes marcas y señalizaciones. En algunas zonas más embarradas de subidas o bajadas también encontramos tramos protegidos con barandillas.

Cada vez la vegetación y los árboles ganan más terreno, por lo que nos sentimos minúsculos entre tanta arboleda y belleza única. El camino toma un sentido ascendente. Vemos los restos del Molín de Trabanco, el único de toda la ruta que contaba con vivienda anexa.

Otro puente de madera nos espera varios metros más allá, por el que tendremos que cruzar el río para adentrarnos en el entorno que rodea al Molín de El Pitu. La ruta nos regala a los pocos metros otro salto de agua más y esté más imponente que los anteriores, no sabemos si creado por el río o como consecuencia de una antigua presa.

Por el camino seguimos encontrando nuevos restos de molinos y viejos canales de la recogida del agua de algunos de ellos, en su mayoría completamente derruidos o semiderruidos como el de José Xico y, a poco metros, el de La Perea al que pudimos acceder cruzando un nuevo puente de madera.

Tras dejar atrás estos últimos molinos llegamos a una zona abierta de prados, seguimos siempre pegados al cauce del río hasta llegar a una zona de bosque donde nos encontramos las ruinas de los molinos de Perniles y de Arriba.

Metros más adelante cruzamos el cauce por una pasarela de hormigón que nos conduce a una pista forestal y a una segunda zona de prados. Tomamos la pista hacia la izquierda y bordeamos la vega. Más adelante nos encontramos con una bifurcación, donde tomamos el camino de la derecha hasta llegar a los restos del Molín de Pascual.

Por un tramo llano que discurre en parte por la antigua canal de este molino llegamos a una nueva bifurcación donde se encuentra el Molín de Lalón. Continuamos por la senda ascendente que sale a la derecha hasta el Molín de La Ullina.

Subimos unas viejas escaleras, atravesamos un bosque de álamos que nos llevó hasta el singular escenario del Molín de la Peña. Lo encontramos sobre el mismo cauce del río y dentro de un entorno casi mágico acompañado por una bonita cascada. Sin duda, uno de los escenarios más sobrecogedores de esta ruta, en el que no tuvimos más remedio que pararnos para comer los bocadillos y el resto de viandas.

Tras coger fuerzas, tocaba continuar por la senda que asciende por el margen izquierdo de la cascada y que nos condujo de nuevo junto al río y muy cerca del Molín del Esprón. 

Desde este molino y, tras atravesar una nueva zona de pastos, llegamos a otra zona de bosque por la que fuimos viendo los molinos de Rea, Peruya, Rosicu y de Arriba muy cercanos entre sí. Siendo este último el que se encuentra en mejor estado de conservación, junto con el Molín de Peña, que fue restaurado parcialmente en 1997 por el Ayuntamiento de Villaviciosa.

Desde el Molín de Arriba seguimos nuestro camino a la vera del río hasta llegar a una pista muy empinada que nos conduce a Buslaz.

A partir de aquí, recorrimos unos cuatro kilómetros por carretera asfaltada, la AS-332. Al estar en la cota más alta de la ruta y en zona más despejada de vegetación, en nuestra bajada pudimos observar y disfrutar del perfil y el entorno de las montañas por cuyo profundo valle habíamos ascendido.

Fuimos conectando con pequeñas poblaciones como Infiesta, Breceña, Cuetu, La Piñera y Coro, donde enganchamos con una pista que nos llevó directamente al vivero de frutos del bosque que habíamos dejado muy al principio de la ruta y que posteriormente, desandando la parte inicial de la ruta, nos llevó al aparcamiento donde habíamos dejado los coches.

La ruta bien se merecería 5 sicarias, pero por la fina lluvia que nos acompañó en un trayecto de la misma, la hacen acreedora de 4,5 sicarias.
Javier Miguel

FOTOS

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