miércoles, 1 de junio de 2022

Excursión 629: Puerto de la Morcuera y Peña de la Genciana

FICHA TÉCNICA
Inicio: Puerto de la Morcuera
Final: Puerto de la Morcuera
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 15,5 Km 
Desnivel [+]: 379 m 
Desnivel [--]: 379 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 41

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta






























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN WIKILOC

RUTA EN RELIVE
Ver esta ruta en Relive

RESUMEN
Como hubiera empezado Federico Trillo la crónica de una invasión, en este caso la del GMSMA a los Altos de la Morcuera, que por número de participantes bien podría guardar ciertas similitudes con la acaecida en la isla Perejil: “A las 10.30 horas de un día despejado pero no muy caluroso gracias al viento suave y agradable existente en la zona, salieron de distintos puntos de las Comunidades de Castilla-León y Madrid diferentes vehículos, con un total de 41 “senderomagos” que llegaron al aparcamiento del Puerto de Morcuera para permanecer en la zona en misiones de reconocimiento”.

Iniciamos la marcha cruzando la carretera M-611 para adentrarnos en un pequeño pinar y aprovechar su sombra, circunstancia que fue breve porque escasos metros más adelante, frente al Albergue Juvenil de la Morcuera, tuvimos que volver a salir al sol y caminar paralelos a la mencionada carretera durante aproximadamente 500 metros.

En ese punto, Km 19 de la carretera, torcimos a la derecha para tomar una pista cerrada al tráfico por una barrera y bajar en dirección al arroyo de Santa Ana, que debimos de cruzar para adentrarnos en el paraje conocido como el Raso de los Toros, dónde la senda comienza el ascenso hacia los puntos más altos de nuestro recorrido de hoy.

Desde el citado punto de cruce con el arroyo anduvimos aproximadamente 1,3 Km. para llegar a una intersección en la que tomamos el camino de la derecha, que abandonamos a los 400 m. para llegar campo a través, y después de atravesar una valla, a un amplio cortafuegos a la altura de El Portachuelo (1764 m).

Con rumbo Este y sin dejar el cortafuegos llegamos a Los Tres Mojones (1858 m.) y pocos después, tras virar levemente al Sur, al Cerro de la Genciana (1866 m.); ambos altos pasan desapercibidos por no tener ningún tipo de distinción.

En el Cerro de la Genciana se tuvo la intención de “celebrar el ángelus”, y de hecho casi la totalidad del grupo cruzó la valla que a lo largo del cortafuegos discurría a nuestra derecha, pero el fresco viento reinante nos hizo ver que no era el sitio idóneo.

Esta circunstancia nos llevó a volver a la amplia senda que habíamos abandonado y dirigir nuestros pasos, en busca de cobijo, hacía el Cancho del Águila y El Perdiguera o Marraz (1865 m.) que dejaba ver su antigua antena de radio al lado del vértice geodésico oficial de la cumbre.

Aunque aquello no fuese la panacea, desde un punto de vista meteorológico me refiero, aprovechamos el momento para dar buena cuenta de nuestro desayuno y de los dátiles y orejones con que nos agasajó Encarna después de su reciente viaje a Uzbekistán.

El balcón natural en el que nos hallábamos nos ofreció vistas a infinidad de picos conocidos, gran parte de ellos de la Cuerda Larga.

Como todo lo que se sube se baja, vuelta al camino, esta vez de bajada, hasta el Cancho del Águila. A partir de ahí, y tomando dirección Norte, nos dirigimos por amplia senda y dejando el pinar a nuestra izquierda al Cerro de la Genciana (1798 m.) y posteriormente a la Boca de los Hoyos.

Es momento de girar a la izquierda bordeando el pinar, y pasando una barrera de palos y espino, nos adentramos en la pradera de alta montaña conocida como el Prado del Toril, donde, por cierto, nos topamos con bastantes reses de ganado vacuno. Nuestro próximo destino era un viejo conocido de la mayoría, el Redondel o Toril de Canencia, un tradicional redil de piedra empleado en el pasado para guardar ganado bravo durante el verano.

En el trayecto hasta el redil tuvimos que cruzar otro arroyo que, como no podía ser de otra manera, tenía por nombre del Toril. Llegados al Redondel, no sé si de forma casual o movidos por la magia del lugar, el grupo inició el “paseíllo” ataviado con mochilas y bastones en lugar de capotes y muletas hasta el extremo opuesto.

Una vez allí se formó para la consabida foto de grupo, habiendo que “desmonterarse” como indican los cánones para estos casos, ya que de lo contrario no hay reconocimiento facial y se corre el peligro de no contar para las estadísticas del Observatorio estadístico del GMSMA.

Impregnados por el aroma de la fiesta nacional, tomamos la senda siguiendo rumbo Oeste y siendo obligados a cruzar, por este orden, los arroyos de las Chorreras y los Tejos. Aproximadamente 300 metros después de nuestro último “salto sobre agua” nos dimos de bruces con numerosos pinos quemados, víctimas del incendio declarado en agosto de 2019 y que según testigos presenciales fue claramente intencionado ya que éstos declararon haber visto como se arrojaban objetos incendiados por las ventanillas de un coche. Aquí una noticia sobre el posible autor del incendio.

Desolados por nuestra comprobación de lo irracional del ser humano, continuamos andando hasta la zona de los Marrales donde nuestra senda confluyó nuevamente con el cortafuegos que a lo largo de la mañana soportó nuestras pisadas. Giramos a la derecha para tomar este último, y después de 800 m. arribamos a su intersección con el PR-12 en el Collado del Hontanar. Llegados a este punto, alrededor de la 14:10, decidimos comer para la reposición de fuerzas.

Finalizada la comida retomamos la marcha entre pinares siguiendo el PR-12 hasta su cruce con el arroyo de las Hoyuelas, momento en el que abandonamos el camino para continuar campo a través, aunque paralelos al mismo, hasta la intersección con la carretera M-611. Nos encontrábamos ya a tan sólo 1,5 km. de los coches, que recorrimos paralelos a esta carretera hasta alcanzar la Fuente de Cossio; desde allí se avistaba el aparcamiento de la Morcuera, origen de la ruta.

Dice la leyenda, que la época y la zona eran propicias para la aparición del boletus pinicola, y Marcos y Enrique, según comentaron en el coche cuando nos dirigíamos al inicio de la excursión, la conocían. Motivados por ello, a lo largo de la excursión ambos primos se adentraron en los pinares para su búsqueda con resultado nulo. A la vista de ello puedo afirmar, que si a pesar de la destreza de los buscadores no se encontró boletus alguno, es que efectivamente se trataba de una leyenda.

Por lo bien que lo habíamos hecho nos fuimos a Soto del Real a tomar unas cañas, a las que fuimos invitados por Rosa, que quiso tener esa deferencia con el resto porque iba a estar una larga temporada sin vernos debido a su viaje a Suiza. Por todo ello le otorgo una puntuación de 4 sobre 5.
José Luis Benavente

P. D.: No quisiera terminar esta crónica sin una referencia a su origen, magníficamente expuesto, en forma de décima, por nuestro excelso poeta Paco Cantos:

En el Puerto de Morcuera
se buscaba un escribiente
y como nadie quisiera
le pillaron, hábilmente,
a mi amigo Benavente
—Paco, yo te pediría
una pequeña poesía.
—José Luis, si te consuela
te mando, con alegría,
esta décima espinela.

No hay comentarios:

Publicar un comentario