miércoles, 10 de mayo de 2023

Excursión 697: Las Tetas de Viana desde Trillo

FICHA TÉCNICA
Inicio: Trillo. Guadalajara
Final: Trillo. Guadalajara
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 16,6 Km 
Desnivel [+]: 674 m 
Desnivel [--]: 674 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 5
Participantes: 16

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

































PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

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RESUMEN
Antes que nada, pido disculpas por si en las siguientes palabras se me escapa cierta tonada más bien argentina, culpa plena de que el autor no sabe escribir bien de una manera que desconoce totalmente.

Este miércoles diez de mayo fuimos a recorrer uno de los senderos del pueblo de Trillo para conocer las Tetas de Viana.

La caminata la empezamos cerca de las once de la mañana sobre el puente mismo del pueblo. Allí pudimos encontrarnos con una hermosa vista matutina del río Tajo, así como también con una pequeña placa que cuenta la historia de este puente histórico, la cual no llegué a terminar de leer ¡porque ya me estaba quedando atrás! ¡Dios mío! ¡La excursión ya había comenzado!

Subimos primero una cuesta por la calle principal del pueblo, hacia el lado sur, hasta pasar las pistas de motocross, ya allí vi mi primera serpiente española. ¡Les cuento una cosa! ¡Hacía mucho sol! 

Caminamos en suave pendiente por un par de horas por un sendero que parecía abrirse cada vez más hacia un paisaje panorámico de esta región de la Alcarria donde la central nuclear de Trillo levanta sus chimeneas activas como las torres de un castillo medieval.

España nos muestra su verde fascinante y sus mariposas. Las charlas compañeras y las sombras de los árboles no tardan en asomar sus cabezas con filosa curiosidad.

La tierra toda parece aserrada como si la hubiesen preparado para el cultivo con un rastrillo gigantesco; por más que subamos ya llegará nuestro momento para bajar para luego volver a subir, como si más que senderistas fuéramos tablas que miraran al sol desde las cimas de las olas del océano.

El sendero está marcadísimo y por ahora es clara nuestra meta: el sur.

Cuando vemos por primera vez las Tetas de Viana alguien pregunta con un grito desde el fondo “¿¡y a cuál de las dos vamos nosotros!?”, a lo que alguien de delante en la formación le contesta “¡a la de la derecha! ¡A la que queda más lejos!”.

Llegando a la base, es un buen lugar para parar a comer algo. Hasta allí llevamos subidos unos doscientos cincuenta metros en dos horas, y nos esperan todavía otros doscientos cincuenta más, pero en tan solo media: más vale no empezar la subida con hambre o con sed.

El sendero llega justo hasta el punto medio entre ambos cerros, donde entendemos que la razón por la que vamos a subir a uno de ellos en específico es porque para subir al otro se necesita equipamiento para escalada, mientras que el nuestro cuenta con una muy oportuna escalera de hierro que creció de un árbol en el lugar perfecto, junto a la cima.

Arriba una pequeña imitación del paraíso. Unas hortalizas amarillas como la Granja de Miró son los hogares de nuevos insectos y mariposas que viven pensando que el mundo es un especie de pequeño chichón que flota sumergido en un paisaje de una altura quizás infinita, o sea la galaxia.

Volver. Al llegar a la base de los cerros elegimos la vuelta hacia nuestra izquierda. También aquí el sendero es muy claro. Vamos camino al río, y cada pequeña briza entre los árboles alimenta con su melodía de agua la fantasía de que quizás hayamos llegado por fin a su cauce.

El río Tajo… Alguien me dice que desemboca en Lisboa y que pasa por Toledo. ¿Es en este río que se habrá bañado el Caballero de la Triste Figura? ¿Es en este río en el que se habrán besado dos amantes en secreto furtivo? La esperanza existe cuando le pertenece a quienes no somos todavía.

Bordeamos el cauce río arriba esperando llegar de vuelta a Trillo.

Más de uno de los senderistas se acercó a tomar agua del lecho, cumpliendo aquel nuestro rito del eterno retorno infiel. Se asoman un centro polideportivo y luego una plaza de toros que se miran como esfinges de tensión serena. Y finalmente el puente, viejo conocido, metáfora de la vida en función del tiempo.

¿Cómo? ¿Qué casi diecisiete kilómetros? Más me parecieron el pestañeo de un glaciar en su distante sueño dulce.

Pot lo bien que me lo pasé le otorgo un 5 a esta linda excursión.
Mauricio Zolezzi            

FOTOS

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