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RESUMEN
A las 10.30 horas de un día despejado, pero no muy caluroso gracias a las lluvias de los días previos, nos dimos cita 28 “senderomagos” en La Losa para dar cuenta de los 12,7km de distancia y los 226m de desnivel con que nos retaba la excursión.
El nombre de esta excursión obedece a que nuestro destino es la cantera del Berrocal, que según un estudio del geólogo Luis Martín de Frutos era, en tiempos de los romanos, la mejor cantera de granito de la zona y que de ella procede la fábrica original del Acueducto de Segovia. Vamos a estar, pues, ante la cantera de donde se extrajeron los sillares de granito que los romanos emplearon en la construcción de una de sus obras más emblemáticas.
Salimos de La Losa, en cuyas calles dejamos aparcados los coches, siguiendo la carretera que nos lleva a Navas de Riofrío y que dentro del casco urbano adopta el nombre de Calle Real. A escasos metros nos desviamos a la izquierda por la calle Serranas que nos conduce a las afueras del pueblo.
El camino se bifurca en dos a la altura de una nave que queda a nuestra izquierda debiéndose tomar el camino de la derecha que desciende poco a poco entre encinas y fresnos. A 800 metros de la citada bifurcación nos paramos, a petición de Antonio, para inmortalizar la marcha con la consabida foto de grupo; el lugar era apropiado porque se divisaba al fondo el palacio de Riofrío.
En esta ocasión se precisaron dos tomas ya que en la primera de ellas faltaba uno de los “senderomagos” que se había quedado rezagado, y para que quede constancia de la “gravedad” del tema, me refiero al no estar atento y solicito cuando se anuncia la “pose” para la foto de grupo, y para que sirva de ejemplo para el futuro diremos que el “senderomago” en cuestión era Marcos H.
Tras este breve paréntesis reanudamos la marcha para llegar 400 metros más adelante a una nueva intersección en la que tomamos el camino de la izquierda que discurre perpendicularmente entre los arroyos de la Pedrona y el de la Barraca.
Salvados, desde este punto, 900 metros aproximadamente, abandonamos el camino y giramos a la derecha para iniciar una pequeña ascensión, para en lo alto de la lastra, en el paraje que se conoce como el Mirador del Mojón Alto (ahora que lo pienso ha quedado un tanto escatológico), disfrutar de las vistas de la Mujer Muerta, el pueblo de Ortigosa del Monte y los prados cercados de piedra con fresnos y robles.
Descendemos de nuevo al camino y en el cruce seguimos de frente para pasar por la ermita de San Pedro, joya del románico segoviano.
Es de propiedad particular, al igual que la finca en que asienta, pero a pesar de eso se hicieron varios intentos, por parte de algunos integrantes del grupo para abrir la puerta, con resultado negativo por lo cual no fue posible la visita cultural al templo. En su momento fue parroquia de un desaparecido núcleo medieval.
El hecho de que sea la iglesia la única edificación en pie de un despoblado se debe a que de las edificaciones del mismo fue la única edificada para perdurar. El resto, construidas a base de adobe, mampostería y madera, no han soportado el paso del tiempo. En definitiva, una bella muestra del románico tardío castellano probablemente del primer tercio del XIII, en buen estado de conservación estructural a pesar del descuido y uso al que se destina. y que sin duda merecería el apoyo de las instituciones.
Pocos metros después de abandonar la ermita hicimos un alto en el camino para atender a la tradición de celebrar el “Ángelus” y reponer fuerzas para el resto de la jornada. Celia aprovechó este momento para agasajarnos con bombones con motivo de su cumpleaños, que se celebraba al día siguiente.
Finalizado este momento, continuamos por este camino hasta llegar a la carretera, junto a unas naves ganaderas. Atravesamos la carretera SG-V-7211 y tomamos el camino que deja a la derecha las instalaciones de una hípica y seguimos de frente.
En el siguiente cruce (punto 1) giramos a la derecha y unos metros después seguimos de frente por un camino que bordea una valla de piedra y que nos llevó, convirtiéndose en senda, por el fondo del valle a cruzar el río Milanillos por un puente de losas de granito.
Ascendimos entre valles de piedra hasta dar con un cruce, tomando el camino de la izquierda. En primavera, tal como nos informó Carolina, podremos ver el discurrir del agua de las caceras que riegan estos prados y cuya hierba constituirá el alimento de la ganadería de la zona.
Un poco más adelante llegamos a otro cruce (punto 2), eligiendo en este caso el camino de la derecha, al igual que en el siguiente cruce (punto 3). A partir de aquí descendimos levemente por el camino que va a dar a una finca con una puerta. Sin atravesarla, tomamos la senda que sale a la izquierda por el fondo del valle y que nos llevó a la pista que discurre por el Berrocal.
Una vez en ella giramos a la izquierda para ascender disfrutando de esta cantera histórica ubicada en un terreno delimitado por los ríos Herrero (al Oeste) y Milanillos (al Este) y que ocupa una superficie cercana a los 2,5 kilómetros cuadrados.
En todo este terreno son habituales los afloramientos de roca granítica que aparecen en forma de grandes lanchares o en superficie en forma de grandes bolos que llegan a alcanzar los 7 metros de altura; un ejemplo de estos grandes bolos es Peña Campanario, que tiene únicamente dos puntos de apoyo y que pese a su tamaño fuimos capaces de mover, no sé si por sugestión o por el excepcional estado físico de los miembros del grupo.
Se puede observar en la zona que hay abandonos de piedra tallada y labrada, con formas y medidas indudablemente seleccionadas para un determinado fin pero que finalmente fueron desechadas en el mismo lugar de donde se extrajeron. Sillares, cornisas, pilonas...
Impregnados de historia partimos y en el siguiente cruce de caminos tomamos el de la izquierda que nos llevara de nuevo al cruce nombrado como punto 3. Seguimos recto para llegar nuevamente al cruce nombrado como punto 2, donde se ubica una planta de compostaje.
Proseguimos recto para llegar al cementerio de Ortigosa del Monte y posteriormente a la plaza donde tomamos la carretera en dirección a La Losa, pasando por los restos del antiguo esquileo, con su imponente escudo en la fachada.
Continuamos por un tramo de la carretera y a la izquierda sale un camino que seguimos recto en los tres cruces siguientes, volviendo al punto 1, donde tomamos el camino de la derecha que nos lleva al cementerio de La Losa.
Cruzamos la carretera en dirección al arroyo, que atravesamos por un puente de madera, y llegamos de nuevo a La Losa, final del trayecto.
A modo de resumen: excursión que nos posibilitó, siguiendo las huellas de la historia, la visita a la cantera del Berrocal, de un innegable valor arqueológico, ya que su piedra fue clave para la construcción de una de las obras de ingeniería más importantes de la península en época romana.
Por todo ello, pero sobre todo por la compañía, concedo a la ruta la nota de 5 sicarias.
José Luis Benavente
FOTO REPORTAJES
Muy buena ruta, una de mis favoritas.
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