* Mapas de localización y 3D de la ruta
PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
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RESUMEN
En esta ocasión y por motivos de logística, la excursión comenzó a las 11 de la mañana, ya que previamente hemos tenido que dejar algunos coches en el pueblo de Manzanares el Real, fin de la ruta de hoy.
Es mi primera excursión después del paréntesis del verano, y tengo muchas ganas de volver a compartir camino, en los 20 kilómetros que tenemos por delante, con este estupendo grupo. Vamos a pasar por el lugar donde nace el río Manzanares y eso constituye para mí otro gran aliciente porque hasta ahora no lo conocía, a pesar de ser el río de mi ciudad y tenerlo tan cerca.
Salimos del aparcamiento del puerto de Navacerrada a buen paso por la senda de los Tubos, para salvar los 400 metros de desnivel positivo que nos separan del Alto de Guarramillas o Bola del Mundo (2.262 m), donde está el indicador de montañas en forma de cono.
A partir de aquí, bajaríamos un desnivel de más de 1200 metros. Desde allí, disfrutamos de unas vistas panorámicas de la Sierra de Guadarrama y del embalse de Santillana.
A los pocos metros de comenzar la bajada por el Ventisquero de la Condesa, nos encontramos con los restos de un murete de piedra que fue construido para optimizar el almacenamiento de nieve, ya que desde el siglo XVII hasta el XIX, la nieve recogida en invierno se prensaba y en los meses de verano se transportaba hasta Madrid en grandes carros tirados por mulas donde se usaba para mantener fríos los alimentos.
Un poco más abajo, hay una caseta que protege un manantial, que se considera el punto exacto del nacimiento del río Manzanares y allí descansamos un rato y repusimos fuerzas.
Seguimos nuestro descenso por un paisaje de escasa vegetación propia de alta montaña observando que nuestro río va poco a poco recogiendo más agua por la confluencia de diferentes manantiales que lo van alimentando. Las lluvias de la última semana puede ser que también hayan ayudado a que su caudal en estos primeros metros sea ya notorio.
Pronto empezamos a ver saltos de agua y pequeñas cascadas como anticipo de lo que nos espera a medida que su caudal va aumentando y su cauce se va estrechando flanqueado por berrocales.
Antes de llegar al puente de los Manchegos hicimos otra parada para dar cuenta de los bocadillos, mientras contemplábamos el discurrir del agua río abajo, el entorno invitaba a quedarse allí todo el día, pero no íbamos muy bien de tiempo y además una nube negra parecía querer aguarnos la fiesta, fue caer dos gotas para que todos nos pusiéramos de nuevo en marcha.
Enseguida nos alejamos de las nubes y siguiendo la orilla del río, unas veces a nuestra derecha y otras a la izquierda, llegamos al puente de los Manchegos, donde unas vacas retozaban de un lado para otro.
A estas alturas nos encontramos dentro de un magnífico bosque de tipo mediterráneo con predominio de pinos silvestres tapizados por helechos, pero también encontramos algunos ejemplares de tejos, serbales, encinas e incluso un pinsapo.
Seguimos caminando acompañando el curso del río en su imparable descenso y entramos en la zona más espectacular llena de pozas y cascadas de una altura considerable y a nuestro alrededor el paisaje único de la Pedriza.
Después de cruzar el arroyo del Berzoso por una tupida senda que se va abriendo camino entre el alto matorral, nos desviamos ligeramente hacia la Poza de Nerón, donde paramos a contemplar su cristalina agua y hacernos algunas fotos.
Más abajo, no muy lejos nos volvimos a desviar a la derecha para contemplar la espectacular fuerza de los Chorros del Manzanares al precipitarse el agua una y otra entre enormes rocas.
Viendo lo apacible que transcurre el río a su paso por la capital, cuesta creer que sea tan revoltoso y bravo en su niñez. Sin duda, la edad templa los temperamentos.
Más adelante, tras pasar por una zona de grandes rocas y descender por unas zetas, cruzamos el bonito puente del Retén en el que había gran cantidad de frutos rojos que no supimos qué eran y al parecer son mostajos.
Llevamos ya unas cuantas horas caminando, viendo cómo va creciendo nuestro río y observando la transformación del paisaje a su alrededor a medida que vamos perdiendo altura y pasa por sitios tan emblemáticos como el puente del Francés y, más abajo, la Charca Verde.
Un poco más y llegaremos al área de Canto Cochino, con su singular roca que le da nombre, donde el río empieza a discurrir de una forma más sosegada. y de allí al Tranco y a Manzanares el Real, final de nuestra ruta, aunque algunos tuvieron la suerte de ser rescatados en el Tranco y así pudieron acortarla un poco.
Antes de despedirnos hasta la próxima, y a pesar de que lo avanzado de la tarde y lo cansados que estábamos, nuestros queridos Leonor y Jesús nos invitaron a tomar unas cervezas en la plaza de Manzanares el Real por sus respectivos cumpleaños, celebrándolos con alegría, y de haber superado el reto.
Hemos visto nacer al Manzanares y le hemos acompañado en sus primeros pasos, su infancia, adolescencia y juventud. Una etapa preciosa, como la excursión de hoy, a la que doy una nota de 5 sicarias.
Encarna Cayuela
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Muy buena excursión.
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