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* Perfil, alturas y distancias de la ruta
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RESUMEN
La idea era ir hacia Cueva Valiente a buscar la nieve y en función del tiempo ir viendo el camino a elegir.
En el puerto el tiempo estaba con lluvia, así que funda para la mochila, chubasqueros, capas de agua, paraguas y todo lo que nos pueda proteger de una climatología tan negativa, no sin antes probar unas apetitosas magdalenas que nos trajo nuestra simpática compi Ara.
Desde allí cogemos hacia el este la pista forestal que lleva a Peguerinos, llamada “Camino del vía Crucis” y que se corresponde con el cordal de Cuelgamuros, también conocido como Cuerda de la Carrasqueta o de los Pinares Llanos, y que fue línea divisoria de batalla entre republicanos y nacionales por lo que está llena de cruces desde el Puerto de Guadarrama hasta Abantos, donde está la Cruz de Rubens. Éstas se pusieron en homenaje a los caídos en el frente de la batalla de Guadarrama, entre los que se encontraban el coronel republicano Enrique del Castillo y el líder falangista Onésimo Redondo.
Un poco más adelante franqueamos un paso canadiense y giramos a la derecha para colarnos en la provincia de Segovia y seguir el famoso GR-10 que lleva desde Valencia a Lisboa, nada más y nada menos.
Empezamos la subida hacia el Cerro Piñonero o de la Gamonosa con 1.649 m de altitud.
Arriba hay más restos de la guerra civil. Está el búnker observatorio de la llamada Posición de la Loma de Falange, desde donde divisaban al bando republicano situado en el Cerro de los Álamos.
Un simpático muñeco de nieve nos sirvió de excusa para hacernos un montón de fotos, incluida la de grupo, junto a él.
Esta vez no pasamos por allí y rodeamos un poco para seguir nuestro camino hacia el Collado de La Gasca a 1.601 m de altura.
En el collado nos juntamos de nuevo con la pista de Peguerinos, pero nosotros seguimos por el lado segoviano y comenzamos la ascensión a Cabeza Líjar de 1.823 m
Durante la subida y ya desde antes del collado, la precipitación de nieve hace su aparición dejando atrás la maldita lluvia. Pero como no hay recompensa sin sufrimiento, según subimos empezamos a sentir el viento gélido procedente de la meseta norte castellana y que, junto con la nieve, nos golpeaba el rostro como si de diminutas piedras se tratase.
Y como no hay excursión sin incidentes, y por culpa de mi impaciencia en ascender, me llevé un ramazo de un pino que se dobló al paso de un compañero que iba por delante y que se estrelló contra mi cara haciéndome heridas en nariz y rostro. Lo que era un hecho aislado, más tarde se iría convirtiendo en una sucesión de contratiempos que más adelante contaré.
La cima está coronada por un mirador circular para ofrecer una panorámica de 360º, pero hoy… NO. Desde allí se debería ver toda la Sierra de Guadarrama empezando por La Peñota y La Mujer Muerta hasta La Pedriza y el famoso Cerro San Pedro, siguiendo por la Sierra de Hoyo de Manzanares y toda la planicie hacia la ciudad de Madrid y continuando por Abantos, Sta Mª de la Almeda (con el fondo de las cumbres de Gredos), los pinares de Peguerinos, Cueva Valiente, el Espinar, Los Ángeles de San Rafael y parte de Segovia.
Debajo del mirador hay un refugio y allí, como si de un vagón de metro en horas punta se tratara, nos metimos casi todos para tomar el ángelus y reponer fuerzas.
Aquí es donde empecé a tomar conciencia de la trágica travesía que habíamos hecho hasta Cabeza Líjar. Durante el ascenso nos habíamos distanciado de los del final del grupo y según iban llegando nos contaban.
A José Mª un mareo…
Y Niko nos decía: “Estoy bien. Podía haberme hecho una avería. No sé si he tropezado o me he resbalado, pero me he trastavillado y he caído de cabeza en una piedra grande. Me he hecho una herida con las gafas y un chichón en la frente” ¡Madre mía, madre mía!
Y pensaba que solo era yo el que se había accidentado.
Visto lo visto, Antonio decide que desde allí emprendiéramos la vuelta al Alto del León, así que comenzamos a descender hacia el Collado de la Mina, donde nos espera de nuevo la pista de Peguerinos.
Al bajar atravesamos otra valla y pasamos a la provincia de Ávila en el término municipal de Peguerinos. Hemos pisado suelo de las tres provincias, Ávila, Segovia y Madrid.
Ya en la pista, solo nos queda recórrela tranquilamente hacia el Alto del León y, si no fuera por las nubes bajas, deleitarnos con las magnificas vistas que desde allí se contemplan.
Ya no nieva, ni llueve, ni hace aire y se puede disfrutar del paseo.
Muchas veces no somos conscientes de la gran diferencia de climas que hay en la montaña y que estos pueden cambiar de un momento a otro. Por eso siempre es recomendable ir provisto de todo lo necesario para combatir el mal tiempo, que yo me sé de algunas personas (genero indeterminado para no dar pistas) que llevan una mochilita que les cabe el bocata, una mini-botellita de agua y… ya. Aunque también me sé de otros que llevan siempre unos 15 kg a cuestas y pueden resolver cualquier imprevisto que surja, incluso hacer vicac si fuera necesario.
Una vez alcanzamos el aparcamiento del Puerto de Guadarrama, llega la hora de la cervecita y como hemos vuelto deprisa resulta que es la hora de comer, por lo que algunos decidimos quedarnos en el Asador del León y disfrutar de un rato comentando los avatares de la ruta junto a un buen plato caliente.
Al final bonita excursión con nieve, viento, lluvia, niebla, tropezones, algo de sol, risas, buenas vistas, muy buena compañía, muy adecuada para ser la primera del año y con final feliz.
Por lo entretenida de la ruta, le doy cuatro sicarias.
Jorge Isidro Sánchez
FOTO REPORTAJES
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Muy agradable la crónica
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