domingo, 6 de diciembre de 2015

Excursión 269a: Camino Majariego de Santiago. Etapa 5. Añe - Nava de la Asunción

FICHA TÉCNICA
Inicio: Añe
Final: Nava de la Asunción
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia:  24,6 Km
Desnivel [+]: 189 m
Desnivel [--]: 265 m
Tipo: Sóloida
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: No/No

Ciclable: Sí
Valoración: 4,5
Participantes: 2

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta






















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
Otra vez han pasado más de dos años desde mis últimos pasos por el Camino. Pero al fin conseguí encontrar tiempo. A esta 5ª etapa, ninguno de los compañeros de senderismo, ni siquiera los segovianos,  podía acompañarme, aunque esta vez Ana sí que pudo hacerlo.

Así que ella y yo solos nos desplazamos hasta Añe, donde había concluido la 4ª etapa. A las 10’30 nos pusimos en marcha por sus calles bajando por un cómodo andadero en busca de la carretera de Armuña.

Por ella y tras cruzar sobre el río Moros caminamos unos dos kilómetros hasta encontrar, bien señalizado, un desvío a la izquierda. Lo tomamos y por un camino agrícola, entre campos de cereales, nos dirigimos directamente a Pinilla-Ambroz.

El paisaje era un tanto monótono y árido, sobre todo en esta época del año en que los campos están completamente secos. Sin nada que reseñar llegamos a Pinilla- Ambroz a las 11’45 donde, cerca de su iglesia,  hicimos, unos minutos después, una paradita para, con agua, galletas y fruta, reponer las energías gastadas en esos primeros 5’950 km.

A las 12’05 retomamos el camino y tras una pequeña loma divisamos ya a lo lejos el pueblo de Santa María la Real de Nieva. El día era espléndido, soleado y no muy caluroso lo que era de agradecer pues el Camino seguía discurriendo por campos de labor. Unas veces más anchos y otras más estrechos, los caminos entre parcelas están muy bien indicados y siempre encontrábamos flechas amarillas que indican la dirección a seguir.

Cruzamos sobre las vías del AVE para entrar en Santa María la Real a las 13’10, habiendo  recorrido ya 11’400 km.

Llegamos hasta su plaza Mayor y, dado que era aún pronto para comer, aprovechamos para ver el ayuntamiento y la iglesia con su monumental portada que, junto con el claustro, son Monumento Nacional desde 1920.

En el bar Tangolio, en los soportales del Ayuntamiento, comimos y descansamos un ratito para, a las 14’00, ponernos de nuevo en marcha.

Pasamos ante la plaza de toros, construida en 1848 totalmente de pizarra y nos dispusimos a recorrer los escasos 2 kilómetros que nos separaban de Nieva.

La pista de tierra discurre paralela a la carretera y desde ella pudimos ver: a la izquierda el pueblo y su iglesia y a la derecha las bodegas de vino de Nieva (D:O: Rueda).

No entramos en el pueblo sino que continuamos por la pista que a la salida del mismo y tras cruzar el seco arroyo Balisa cambia de lado y va por la derecha de la carretera.

Llevamos 15’800 km. caminados y, por fin entramos en los pinares, donde hay un área recreativa con una fuente de agua fresca,  agradeciendo el drástico cambio de paisaje. Es una delicia andar ahora entre la sombra de los pinos. Aunque no es la época de que los pinos rezumen resina, se ve que este pinar está muy dedicado y desde hace mucho tiempo a la explotación resinera.

En medio del pinar nos encontramos con que unos peregrinos que nos preceden han escrito con palitos en el suelo la fecha de hoy junto a un banco en el que descansamos unos minutos (de 15’15 a 15’25). Llevábamos ya 18’800 km. en nuestras piernas.

Permitirme que ahora vuelva sobre el tema de los mojones que ya mencioné en la crónica de la 4ª etapa.

No sé por qué razón no existen mojones cada kilómetro y los que hay, que no son muchos, no reflejan las distancias reales recorridas. Además sólo quedan los que terminan en siete. Espero que alguna vez me entere de las causas.

De cualquier forma cada vez que se encuentra uno es un empujón moral que recibe el peregrino.

Terminada esta digresión retomo la narración de la etapa. Seguimos caminando por los pinares hasta que nos cerró el paso una valla que protegía una cantera, seguramente creada para las obras del AVE.

Esto nos obligó a desviarnos a la derecha y rodearla dejándola a nuestra derecha.

Cuando terminó la valla no encontrábamos ninguna flecha amarilla de las que no habíamos andado faltos en toda la etapa. Recordé que unos metros antes nos habíamos cruzado con un jinete cabalgando a nuestra derecha e hice una descubierta encontrándome, ¡oh sorpresa!, con una pista recta y muy bien compactada. Era la vía verde del valle del Eresma. En la cuarta etapa ya habíamos recorrido unos kilómetros por ella aunque entonces se encontraba en obras.

Aprovecha la plataforma del antiguo ferrocarril Segovia-Medina del Campo que dejó de prestar servicio en 1993, se desmanteló completamente en 2007 y ha sido ahora transformado en esta vía verde del valle del Eresma. Eran las 16’15 y mi GPS indicaba que iba en dirección recta hacia nuestro destino así que, sin buscar más, comenzamos a andar por ella. Llevábamos 22’200 km. y nos quedaban algo más de 3’500 km.

La vía verde era cómoda de andar y en sus primeros metros seguía estando dentro del pinar dejándonos ver al fondo de la larguísima recta las casas de Nava de la Asunción. Sin embargo llegó un momento en que se acabó el pinar y salimos de nuevo a pleno sol. 

A todo esto no vimos ya ninguna flecha amarilla lo que nos indicaba que la alternativa con ser más directa no era en realidad el Camino. Claro que antes por donde nosotros andábamos estaban las vías del tren. Un km antes de llegar a Nava nos desviamos a la izquierda para acceder más directamente a nuestra meta.

Entramos en Nava de la Asunción por la calle Segovia, cruzamos la calle Camino de Santiago (que nos dio una pista de por donde antaño entraban los peregrinos) y llegamos al parquecito al otro lado del cual se encontraba el hotel donde íbamos a pasar la noche. ¡Estupendo esto de llegar directamente al “albergue”!.

Ana y yo cansados pero contentísimos de haber concluido la etapa nos hicimos la última foto del día. Eran las 17’10.

Habíamos empleado 6 horas y 40 minutos en recorrer unos 25 kilómetros. De ellas, 5 horas y 35 minutos fueron de andadura.

Ducha, reposo, cena y alojamiento en el hotel con la satisfacción de estar un poco más cerca de Santiago.

Hasta la sexta etapa, calificamos esta excursión con 4,5 sicarias.
José María

sábado, 5 de diciembre de 2015

Excursión 269: Senda Larga de Sepúlveda

FICHA TÉCNICA
Inicio: Sepúlveda
Final: Puente de Villaseca
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia:  13,8 Km
Desnivel [+]: 209 m
Desnivel [--]: 292 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: No/Sí

Ciclable: Sí
Valoración: 4,5
Participantes: 9

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta






















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
Aunque no era miércoles, nueve infatigables del camino nos reunimos en Sepúlveda para sacarle partido al puente de la Constitución y añadir una excursión más al grupo.

Dejando dos coches previamente en el final de la ruta, el puente de Villaseca, nos dirigimos a Sepúlveda para iniciar en su animada plaza la ruta, allí nos esperaban el resto de los participantes y tras el café reanimador nos pusimos en marcha, dejando el reloj del castillo a nuestra izquierda salimos por la puerta románica del Ecce Homo o del Azogue, llamada así por su proximidad a la antigua plaza del Mercado, una de las siete con las que contaba Sepúlveda y de las que deriva su nombre.

Pasear por Sepúlveda es como hacer un viaje al pasado, a través de calles cargadas de historia que evocan reminiscencias de la reconquista, reflejada en casas como la del Moro, frente a la que pasamos, y en la que uno siente un cosquilleo al contemplar en piedra la cabeza del alcaide moro Abudad, cortada de un solo tajo por el conde Fernán González, que lo fue de Castilla, Burgos, Álava, Lantarón y Cerezo.

Imágenes más bucólicas son las que encontramos un poco más adelante al llegar a la Iglesia de Nuestra Señora de la Peña, majestuosa obra románica, como casi todo en Sepúlveda, enclavada en una de las primeras hoces del río Duratón, que se dejan ver llenas de grandeza desde el privilegiado mirador que hay tras la iglesia.

Con ganas de caminar por el gran cañón, salimos de la villa por la senda que arranca junto a la pared del cuartel de la Guardia Civil, conocida como Senda de los Dos Ríos, llamada así porque rodea a Sepúlveda recorriendo parte de las Hoces del río Duratón y un tramo del río Caslilla.

La senda transcurre en su primera parte entre una valla de madera y un muro de piedra, jalonado de cruces que marcaban el camino hacia la Iglesia desde la Puerta de la Fuerza, a la que enseguida alcanzamos, sorprendiéndonos su solitario enclave, cuando antaño era todo un barrio el que se asentaba tras la muralla de la que formaba parte. Era tal su belleza, que ante ella nos hicimos la foto de grupo.

Desde ella descendimos por lo que queda de la calzada romana que lleva al río Duratón, distraídos por el tímido vuelo de los buitres que se aposentaban en lo alto de los cortados del cañón y la singular belleza de la hondonada precipitándose en el cañón. Llegados al puente de Picazos, lo cruzamos, accediendo a la margen derecha del río, en pleno desfiladero.

De la aridez y despoblamiento de la loma, pasamos a la rica vegetación de ribera que el río proporciona, al que seguimos ora muy cerca de su agua, ora más cerca de los acantilados, unas veces entre espeso bosque, otras en amplios claros, en ocasiones con el murmullo incesante del chapoteo o el silencio del agua queda. Paseo relajante sólo interrumpido por la llegada al salto de la Fábrica de la Luz o a algunos de los puentes que encontramos en el camino.

El Puente de Talcano es el que marca el inicio de la Senda Larga, ya que a partir de él la Senda de los Dos Ríos gira en dirección a Sepúlveda, nosotros continuamos descendiendo la margen derecha del río, no sin antes admirar el arco único del antiguo puente, hoy en desuso por haberse habilitado otro de madera.

Tras rebasar uno de los meandros del río y haber pasado junto a los restos de una ruinosa casa, llegamos a la fuente de la Hontanilla, recogido lugar, donde paramos a tomar el aperitivo al resguardo de los árboles que le proporcionan una refrescante sombra. Costó dejar tan relajante lugar.

Reanudado el camino, pasamos junto a los verticales paredones del meandro en el que se asienta la Ermita de San Julián, en cuyos riscos vigilaban, por parejas, los buitres leonados mimetizados con el entorno y a los que sólo en contadas ocasiones les vimos arrancar el vuelo, a la espera de que el sol calentase el aire que les facilitara planear.

De la
fuente Redonda, apenas pudimos dar cuenta de ella, por estar seca, no así la del Chorrillo, que hacía honor a su nombre, situada poco después del puente del Villar, que no cruzamos, pero que nos sirvió para posar en él y contemplar cómo el Duratón formaba un idílico paisaje de gran belleza a su paso.

Tras recorrer varios meandros más, entre sauces, chopos, fresnos, alisos y verdes praderas, con paradisíacos remansos del agua al pie de los abruptos acantilados, nos acercamos por unas escaleras a la Cueva de los Siete Altares, iglesia rupestre de la época visigoda, a la que no pudimos acceder por tener una cancela, pero sí pudimos observar los principales elementos de este antiguo asentamiento humano.

Sólo quedaban unos metros para alcanzar el puente de Villaseca, donde habíamos dejado los coches por la mañana.

Regresamos en ellos a Sepúlveda por la carretera que pasa por Villar de Sobrepeña, contemplando de vez en cuando parte de las hoces que habíamos recorrido en esta bonita excursión.

Restaba dar cuenta de los suculentos corderos asados que en Casa Román nos tenían preparados, a los que nos ayudaron dos amigos de Fernando, que se unieron a nosotros para esta otra faceta de la jornada.

En resumen, bonita excursión por las profundidades de las Hoces del Duratón, cuyas paredes calizas de este cañón y las transparentes aguas del río nos acompañaron mientras los buitres sobrevolaban nuestras cabezas, ¿se puede pedir más?, … sí, un bañito en el río, que aplazamos al próximo verano. Por todo ello, esta excursión bien merece una puntuación de 4,5 sobre 5.
Paco Nieto

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Excursión 268: Toledo subterráneo

FICHA TÉCNICA
Inicio: Toledo
Final: Toledo
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia:  11,8 Km
Desnivel [+]: 204 m
Desnivel [--]: 204 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: Sí/Sí

Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 47

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta






















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta



TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
La génesis de esta crónica tuvo lugar en la excursión anterior al comprometerme con Melchor, para regocijo de éste, en que la crónica de la excursión de Toledo corría de mi parte.

Por una vez, al menos que yo conozca, se veía liberado de la obligación de tener que asignar esta tarea que provoca grandes ausencias a su alrededor hasta que se corre la voz dentro del grupo de que el hecho ya se ha consumado, circunstancia que no se produjo, como más tarde supimos, dentro del matrimonio de Isabel II con Francisco de Asís a pesar de la promiscuidad de la primera, debido a las inclinaciones homosexuales del segundo. 

Pero su gozo en un pozo, o quizás en un aljibe vaya usted a saber, porque  no coincidimos durante la primera parte del recorrido e imagino que su pensamiento estaría dirigido hacia mis antepasados pensando que se la había jugado no asistiendo a la excursión.


Poco antes de llegar al puente de San Martín se cruzaron nuestras miradas, por favor sin pensar en mariconadas que bastante tenemos con el tal Francisco, y por fin su sonrisa habitual afloró consecuencia de la relajación de saberse liberado de tener que buscar un sustituto.

La excursión estuvo liderada en esta ocasión por Julián, lo que nos permitió ver a un Antonio distendido y relajado por no tener que atender a sus labores habituales de pastoreo. También destacar dos asuntos relevantes de la misma: la primera participación de Beatriz, hija de Ricardo,  y que contamos, por gentileza la organización, con la presencia en jornada completa de Jesús, guía oficial en la ciudad de Toledo.

La concentración inicial, a la que asistieron 44 senderomagos, según datos aportados por el Observatorio Estadístico, tuvo lugar en la estación de ferrocarril, también llamado tren para los más jóvenes.

A la hora prevista dejamos la estación del ferrocarril de Toledo, que ya no es la primigenia de 1858 sino una catalogada de monumental, como no podía ser de otra manera en esta ciudad, en 1991. De estilo neomudéjar es obra del arquitecto Narciso Clavería y su construcción se llevó a cabo entre 1916 y 1917.

A los pocos metros de iniciada la marcha, y una vez cruzadas, a través de un pequeño túnel, las vías del tren, nos adentramos en la Senda Ecológica, que es como se conoce coloquialmente en Toledo una parte del Camino Natural del Tajo, que recorre más de 1000 kilómetros a la vera del río más largo de la Península Ibérica. 

Concretamente
la senda forma parte de dos de las etapas del Camino Natural del Tajo, la 21 Villamejor – Toledo y la 22 Toledo – Albarreal de Tajo. Este Camino Natural ha sido homologado como sendero de gran recorrido (GR-113) por la Federación Española de Deportes de Montaña (FEDME).

La ruta discurrió en sus inicios a pocos metros del río lo que supone un magnífico mirador, como fuimos testigos, para observar la flora y la fauna de sus riberas. Pero en esta excursión, como ya éramos conscientes, no todo iba a ser naturaleza y pronto encontramos a nuestro paso, aislado y poco visible por un muro vegetal, el Palacio o Castillo de Galiana.

Según nos contó Jesús el Guía, fue construido como finca de recreo por un tal El Mamón (en árabe Al-Mamun) y actualmente es el lugar donde muchos novios se hacen las fotografías en el día de su boda, dada la belleza arquitectónica del monumento restaurado.

De lo que hacen por la noche no nos contó nada…pero lo podemos imaginar. 

No obstante, y creo que por amplia mayoría hubiéramos querido que esa parte la contara el otro Jesús, el Cordero, dados sus amplios conocimientos del proceloso mundo de la sexología. Todo esto antes de saber que el anterior Jesús, el Guía, como más tarde nos hizo saber, era también un experto en estas lides, eso sí, al menos desde un punto de vista histórico. En fin, para no herir orgullos ajenos lo mejor hubiese sido que lo hicieran a dúo, o sea, que hubiesen hecho un “Pimpinela”.

Paso a paso y haciendo camino al andar, como dijo el poeta, nos topamos con una construcción típica de la zona, el azud, palabra de origen árabe que significa barrera. Se trata de una presa de pequeño tamaño y de origen musulmán. En lo que respecta a su aprovechamiento, los azudes del Tajo se han utilizado secularmente como fuentes de energía hidráulica para mover molinos, batanes, etc. ubicados en las orillas, así como para la derivación de caudales destinados al riego.

Como se trataba de una excursión eminentemente cultural nos encaminamos al siguiente hito histórico, el Puente de Alcántara, declarado monumento nacional en 1921. De origen romano (siglo III), fue reconstruido, a finales del siglo X, por los árabes, quienes le dieron el nombre de Alcántara, que significa "puente o arco". En 1258 fue dañado por una riada, lo que llevó al rey Alfonso X "El Sabio" a erigir uno nuevo. A esta última construcción pertenece el torreón occidental, modificado posteriormente bajo reinado de los Reyes Católicos, cuyas armas decoran sus muros; el torreón oriental fue sustituido en 1721 por un arco barroco. 

Atravesamos el puente “redundante” por uno de sus ojos, el más pequeño,  y nuestra ruta se situó cerca de los contrafuertes sobre los que se asienta la ciudad, para llevarnos a cruzar el puente nuevo de Alcántara.

El paso por el asfalto fue fugaz ya que desde este punto la senda dobla a la izquierda accediendo a la ruta de Don Quijote, que constituye un espectacular paso colgante por los acantilados que existen entre el río y la ciudad.

Desde aquí se llega a la casa del Diamantista  y al paso de Barquero. Este fue el punto elegido para reponer nuestras fuerzas con el correspondiente refrigerio y en el que fuimos obsequiados con bombones por los nuevos integrantes del club de abuelos del GMSMA: María José y Fernando. Frente a la casa del Diamantista Jesús el Guía nos informó de la historia de la misma que tiene relación con José Navarro, su propietario.

Nacido en San Sebastián fue sin duda uno de los mejores orfebres de España en el siglo XIX. Tanto fue así que a la edad de 42 años ya se encontraba felizmente retirado del oficio pues debía haber ganado suficiente dinero como para vivir de las rentas.

Pero poco después de retirarse en 1850 un emisario real le propuso fabricar la corona de la Reina Isabel II, algo que nadie había hecho en España desde cuatro siglos atrás. 

Al hilo de la historia de las joyas Jesús nos hizo participes, como ya he anticipado, de sus conocimientos sobre las historias amatorias de la realeza, de hecho una de sus rutas guiadas está íntegramente dedicada a ellas. Así nos contó, y así lo cuento para que los no asistentes puedan quedar convenientemente informados, que Isabel II no tuvo una vida fácil, o sí según se mire, en los asuntos del amor.

Su marido, Francisco de Asís, fue elegido por su madre, al parecer no con mucho tino, ya que al conocer su nombre, Isabel II se negó diciendo ¡No, con Paquita, no! Pero su madre María Cristina y una monja oscura, que estará presente en toda su vida, sor Patrocinio, le presionaron para que aceptara. 

Por motivos obvios, su noche de boda fue un total fracaso, siendo conocido el comentario que hace Isabel II al diplomático León y Castilloque voy a decir de un hombre que en la noche de bodas llevaba en su camisa más bordados que yo en la mía”. 

Y como no podía ser de otra manera se produjo el efecto “acción-reacción”, y así la vida de Isabel II se basó en una fiesta continua en la que participaron numerosos amantes.

Hasta el punto de llegar a ser conocida como la reina ninfómana. Y yo me pregunto ¿Qué otra cosa puedes hacer si meten en tu cama un “palomo cojo”? Jesús nos prometió que a lo largo del día, cuando se dieran las condiciones propicias, nos aportaría información gráfica de la vida y milagros de la reina.

Y así, con esa desazón interior, nos dispusimos a continuar con la ruta para alcanzar el último punto de la misma ubicado en la Senda Ecológica, el Puente de San Martín, no sin antes pasar junto a la Torre de Hierro y los Baños de Tenería.

Poco antes de llegar al puente se produjo un hecho significativo que por tanto he de mencionar en esta crónica: se unieron a la comitiva dos nuevos senderomagos, Rosa y Marcos H, para romper así nuestros esquemas y aflorar una nueva modalidad de marcha. Hasta ahora conocíamos lo de abandonar pronto la marcha, y  los que así obraban recibían el término, acuñado por Fernando S, de “estrellas fugaces”, pero en este caso los mencionados llegaron tarde y se fueron pronto, así que apelo a Fernando para que piense en un nuevo nombre por si tal circunstancia se repite en el futuro.

José María aprovechó el reagrupamiento de efectivos y procedió a realizar la foto de grupo, con, ya sí, 46 senderomagos, para dejar constancia de las “participaciones”, “medias participaciones”, y en este caso, “cuartos de participación”.

A partir de aquí se iniciaba la parte de la excursión que da nombre a la misma, la visita del Toledo Subterráneo, no sin antes hacer un alto en la iglesia de San Juan de los Reyes.

Fue construida para albergar el panteón dinástico de los Reyes Católicos, dedicada a San Juan Evangelista, del que era devota la reina, aunque finalmente los reyes cambiaron de idea tras la conquista de Granada y su postrer morada quisieron que estuviera en la nueva catedral de aquella capital, cómo símbolo de su conquista.

En esta excursión he aprendido, que en ocasiones, éstas sirven para “cultivarnos” pero también para hacer caer ciertos mitos con los que hemos convivido toda nuestra vida, y me explico.

Llaman la atención las cadenas colgadas en los muros exteriores de la iglesia, que según me contaba mi abuelo Francisco cuando paseábamos por allí con ocasión de mis estancias veraniegas en la ciudad, servían para colgar a los herejes, algo realmente impactante para una mente infantil.

Pues no, al parecer según nos contó Jesús el Guía, corresponden a los cautivos liberados en la larga campaña de Granada y se colgaron en 1494, como ex-voto y símbolo del triunfo de la fe cristiana, que será verdad, no digo yo que no, pero me quedo con la versión original que a estas edades ya no estamos para cambios.

Y ahora sí, nos adentramos en las profundidades de Toledo, empezando por las Cuevas de Hércules. El solar que alberga estas cuevas (callejón de San Gines, 3) presenta una rica historia arquitectónica, en cuanto ha sido ocupado por distintos edificios a lo largo de la historia

En época romana se había construido aquí un depósito de agua para el abastecimiento de la ciudad, que formaba parte de la red hidráulica romana de Toletum. Posteriormente, ya en época visigoda, parece que sobre el depósito de agua se levantó un templo cristiano, después una mezquita y más tarde, probablemente en el siglo XII, un nuevo templo se construyó en el mismo lugar, dedicado a San Ginés, sede de la parroquia homónima. 

Dos leyendas nos contó Jesús antes de entrar en ella: una que hace referencia a que las cuevas serían oquedales naturales, a las que Hércules, fundador de la ciudad, habría dado una estructura arquitectónica para instalar allí sus palacios, donde se practicaban artes mágicas y nigromancia y que fue destino de la mesa del Rey Salomón, y otra que la relaciona con la desaparición del reino visigodo a manos de los árabes.

Habría sido el mismo Hércules quien, con sus dotes adivinatorias, dejó en un cofre cerrado la profecía de la destrucción del reino visigodo, dejando explicito que cada rey pusiera un candado más. Pero fue la curiosidad o codicia del rey Don Rodrigo quien abrió el cofre y puso en marcha la maldición de la profecía, perdiendo su reino en manos del Islam y quedando destruido el palacio por fuerzas sobrenaturales, del que sólo quedaron las cuevas.

Me da la impresión que la crónica está quedando un tanto “alargada”, quizás por motivo del espíritu de El Greco que sobrevuela, aún a día de hoy, la ciudad de Toledo, y que debí utilizar la plantilla de crónica para vagos aportada por José María. Así que dado que se va haciendo tarde y hay prisa por llegar a comer, decir que las siguientes cuevas visitadas fueron las de las Termas Romanas de la Plaza de Amador de los Ríos, pasando previamente por el Hospital del Nuncio (antiguo centro psiquiátrico) que no forma parte de los circuitos oficiales por ser en la actualidad el patio interior de unas viviendas.

Conocidas estas termas desde el año 1986, los vestigios arqueológicos que se conservan en este lugar y que también son visibles desde el suelo acristalado de una tienda de ropa situada en esta plaza, nos ilustran sobre la monumentalidad que debió tener la ciudad de Toledo en época romana, trazada y dotada siguiendo el modelo urbanístico imperante en el momento y emanado desde la capital del Imperio: la ciudad de Roma. Con el tiempo, el edificio debió arruinarse, siendo afectado y reutilizado por nuevas estructuras levantadas en épocas posteriores.

A continuación,
Los Sótanos abovedados y el pozo de El Salvador. En estos sótanos, bajo la plaza del mismo nombre, se expone, en varios soportes informativos, un discurso que bajo la premisa de "Ciudad de Aljibes, Fuentes y Pozos" nos introduce en el mundo del patrimonio hidráulico y de los sótanos en Toledo

De allí nos fuimos a una casa particular dentro de la Judería toledana, La Cueva de Pepe, donde el propietario, de nombre Pepe of course, nos explicó sus denodados esfuerzos junto a los de su hermana por recuperar los vestigios, principalmente el aljibe, que hay en el interior de su vivienda. 


Finalmente nuestros pasos se encaminaron a la Casa del Judío. La leyenda dice que esta casa perteneció al judío Ishaq, quien prestó dinero a la reina Isabel la Católica a cambio de sus joyas para financiar el viaje en el que se produciría el descubrimiento de América. Un elemento de gran relevancia en este lugar es una pieza de madera utilizada como dintel de acceso al sótano, donde se puede observar un repertorio epigráfico que da la bienvenida a todos aquellos fieles y puros al interior de la casa.


Pues bien, al parecer en esta cueva se daban las condiciones propicias para el visionado de la información gráfica prometida por Jesús, y así nos mostró en su iPad alguna de las acuarelas de amplio contenido satírico y pornográfico que forman parte de la obra “Los Borbones en pelotas” firmada por los hermanos Bécquer bajo el pseudónimo de SEM y que se agrupan en unas 89 escenas.

Esta circunstancia podría haber motivado que dejáramos de ser puros y por ende de ser bienvenidos a la casa que nos acogía, pero para algo tiene que servir esto de ser senderomago, digo yo, y puros y fieles a nuestro apetito nos dirigimos al restaurante  “Legendario” para dar buena cuenta del menú que nos esperaba.

Aunque sólo sea por el lugar dónde se desarrolló la marcha, cuna de algunos de mis antepasados, así como por los recuerdos de mi niñez que me devolvió el pasear por sus calles, en esta ocasión acompañado por un nutrido grupo de amigos, otorgo a la excursión la calificación de 5 sicarias, y no digo más ná.
José Luis B.