jueves, 4 de noviembre de 2021

Excursión 588: Parque Natural de Redes. Majada de Valdebezón

FICHA TÉCNICA
Inicio: Parque de Redes. Refugio Brañagallones
Final: Parque de Redes. Refugio Brañagallones
Tiempo: 2 a 3 horas
Distancia: 5,2 Km 
Desnivel [+]: 258 m 
Desnivel [--]: 258 m
Tipo: Ida y vuelta
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 15

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta





















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
Partimos del Refugio de Brañagallones, era nuestro tercer día en el Parque Natural de Redes, creado en 1996 y declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco en Septiembre de 2001.

Nos desperezamos con la inquietud de saber cómo había amanecido el día, la previsión era de precipitaciones en forma de nieve a partir de 1300 metros y nosotros nos encontrábamos cerca de esa altitud, las ventanas del Refugio nos iban a dar una visión de la misma.

Nieve cuajada y cielo nublado pero aquietado, sin precipitación. Después de un desayuno reposado, previo a la elección de la ropa para ese día, ya casi seca de la excursión anterior, y haciendo tetris con los huecos en la chimenea, salimos pertrechados e ilusionados.

Empezamos la ruta por la parte trasera del Refugio, había que seguir el cartel indicativo PRAS-66.1 Ruta Peña´l Vientu, entre hayedos y una buena capa de nieve, emprendimos una suave bajada, mientras nos acompañaba un perro negro en todo nuestro recorrido, un “lugareño” de Brañagallones.

…Brañagallones, nos sorprendió éste nombre y ya el primer día en nuestra subida al refugio, el conductor del tractor que nos subió nos explicó el significado de dicho nombre, braña significa el lugar en el que pasta el ganado y gallones hace referencia al animal más representativo de Redes y que antiguamente era el más abundante, el Urogallo.

Continuamos el recorrido, se preveía una ruta corta, parándonos a mirar el monte de Redes que quedaba a nuestra derecha, frondoso y con picos elevados al fondo, teniendo siempre al frente y como referencia la cumbre de la Peña´l Vientu, los árboles, hayedos en su mayoría, cargados con el peso de la nieve, formaban arcos del que caían en ocasiones pedazos blancos y blandos.

El caminar era sencillo, la nieve estaba blanda y al principio tuvimos un cielo relativamente claro, según descendíamos al arroyo , nos adelantó un pastor, ligero de equipaje y con unas botas de goma que trocharon el camino por el arroyo con brío, dejándonos un poco malheridos en nuestro pundonor, enfrente del puente que atravesamos, con cuidado, porque no distinguíamos muy bien donde poníamos el pie, si en madera o en hueco, observamos enfrente una cascada, pequeña y coqueta, que nos enmarcaba toda la estampa, agua líquida, nieve y comienzo de precipitación.

Nada más cruzar dicho puente, torcimos ligeramente a la derecha y continuamos en leve ascenso a través del valle Xuanico, más adelante una bifurcación señalizada nos indicaba la dirección a tomar, en nuestra caso a Peña´l Vientu y Maricueria, otra a el Cantu L´Osu, continuamos por la primera y antes de llegar a la Majada de Valdebezón, nos volvimos a cruzar con el pastor, esta vez acompañado de sus vacas, que le seguían, si bien también alguna a nosotros, y otras desviándose, tuvo que ofrecerles con su mano sal para que le siguieran, y consiguió que la “lider”, la que llevaba el cencerro continuara con él y que las demás le siguieran

Estas vacas son de la raza asturiana de la montaña o casina es la más ancestral que existe, con su leche se hace el queso de Casín, gracias a que tienen una grasa infiltrada pueden protegerse del frío, y es una característica que las hace únicas, ya quedan pocas, la carne que producen no es suficiente para ser rentables económicamente.

Con la primeras nieves los pastores las llevan a zonas más bajas, y no volverán a subir, hasta pasado el invierno.

Al poco llegamos a la Majada de Valdebezón, con una extensión de 20,50 hectáreas, allí encontramos dos cabañas en buen estado, en la parte inferior se encuentra la fuente del Otero y a escasos 500 metros la Cueva de la Corcoxa donde nace el Rio Monasterio, que “muere” a la altura del cementerio de Bezanes, en donde confluye con el río Nalón.

Encontrar la cueva entre la nieve, nos resultó un poco dificultoso, subimos a la izquierda del camino separándonos un poco del lecho del río, y al darnos cuenta de que la altitud, 1358 m no correspondía con nuestro destino, giramos a la derecha y en una especie de recoveco, algunos fuimos por la parte de abajo y otros por arriba, vimos y bajamos a la Cueva, para llegar a ella hay que tener cierta precaución pues las piedras están resbaladizas, pude experimentarlo personalmente, según ascendía subiendo de la cueva, un resbalón hizo que cayera unos metros, suavemente y mullida gracias al estado de la nieve, quedó en un pequeño susto, y salí fortalecida en mi ánimo.

La vuelta fue por el mismo camino, cruzando el arroyo, mojándonos en ocasiones y haciendo una parada, en círculo, viéndonos, tomando un trago de la bota, haciendo algún video, alguna caída y risas, conociendo el camino de vuelta y disfrutando aún más de la nieve, y del último tramo de suave pendiente entre formaciones boscosas de hayas y robles, y en menor medida acebos y tejos, nuestro compañero canino finalizó con nosotros, volvimos contentos de la experiencia, de la nevada que nos acompañó, de pisar agua, de seguir los trazados de las pisadas que abren sendas y los arroyos que surcan el camino.

Nos esperaba una sorpresa agradable, una fabada que nos había hecho la cocinera del Refugio, exquisita, y deseada, un plato para el acompañamiento y otro con las fabes con caldo, con una textura deliciosa.

Asturias nos envuelve con sus picos, sus brañas, sus majadas (lugar donde se recogen el ganado y los pastores por la noche), sus prados con sebes, (una nueva palabra que hemos aprendido en ésta excursión, la alineación de árboles o arbustos para formar el cierre exterior de una finca), era el método más económico para delimitar los prados particulares y que requería de cierta técnica para elaborarlas, con un importante papel como corredor ecológico, zonas de alimentación y refugio de animales.

De Asturias aprendemos sus sabores, su olor, sus vistas, sus huellas en el tiempo, nos recogemos para sumirnos en su paisaje, como un viaje interior que solo podemos realizar en éstas tierras, que nos acogen, que nos ayudan a convivir, una vida sencilla apegada a la naturaleza y que necesitamos volver a ella, aunque para nosotros, como urbanitas, sea solo una parada temporal, pero al menos, nos sirve para recordar lo primigenio de la tierra.

Por tanto aprendizaje de la tierra y del mundo astur, esta ruta me merece un 4,5 no quiero una nota máxima porque Asturias siempre y en un futuro nos puede dar más.
Raquel Domínguez Ruiz

FOTOS

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