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PERFIL
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RESUMEN
En esta ocasión hemos viajado unos días para conocer, de la mano de Ángel, sus maravillosas tierras de la Ribera Sacra, en la zona sur de la provincia de Lugo y el norte de la provincia de Orense. Hoy cambiamos los impresionantes paisajes de los viñedos de angostas riberas, por una ruta que iniciamos en el río Mao y sus aguas rebeldes antes de entregarse al río Sil.
Se trata de un recorrido circular que comenzamos en la fábrica de La Luz de Barxacoba, una antigua central hidroeléctrica reconvertida en albergue. Uff, lugar idílico de escaso aparcamiento.
Desde allí vamos siguiendo el recorrido del río Mao en su escarpada ribera izquierda, y lo hacemos sobre pasarelas de madera, desde las que podemos contemplar toda la grandiosidad de la madre naturaleza en este cañón natural.
Encontramos rampas, escaleras, tramos llanos e incluso miradores para echar una ojeada hacia abajo; donde el río Mao transcurre encajonado y envalentonado por las primeras lluvias de este otoño. Otoño aquí, claro!; en Madrid todavía estamos en un cansino veranillo de los membrillos.
A lo largo de la pasarela nos vamos encontrando letreros que nos cuentan un poco la historia del lugar y nos hacen referencia a la fauna y flora que acompañarán en nuestra ruta. Después de este tramo, con algún que otro culetazo por lo resbaladizo del verdín y la humedad, abandonamos las pasarelas y comenzamos un ascenso continuo por terrenos más escarpados.
Aquí los grandes protagonistas son los castaños, muchos de ellos centenarios que nos inundan de otoño con sus erizos, castañas y las hojas que tapizan el suelo que pisamos. Además, abundan los madroños, sauces, abedules, hayas, laurel real, helechos gigantes, encinas y robles. Estamos disfrutando de la ruta ideal para empaparnos del autóctono bosque gallego. No nos faltarán viñedos que podemos ver y tocar a nuestro paso. O que divisamos en la lejanía recordándonos que continuamos en tierras Sacras.
La mayor parte de la subida la realizamos por estrechos senderos que disimulan la pendiente. A medida que ganamos altura, vemos aparecer el río Sil contorneándose a través de su cañón formando sus característicos meandros, abajo con aguas ya represadas que inundan los fondos de los valles, contagiándonos de su propia calma.
Y así llegamos hasta la aldea de San Lourenzo de Barxacova , con su hermosa iglesia y los restos de escudos y casas señoriales que nos hablan de un pasado glorioso de la población.
Allí se encuentran varias tumbas antropomorfas excavadas en la roca y los restos de una capilla levantada sobre un promontorio de rocas. Este encuentro con la historia, acrecienta nuestra sensación de encontrarnos realmente en un lugar mágico y misterioso.
Continuamos nuestra ascensión hasta llegar a las ruinas de la caseta de carga del viejo canal: punto en el que el agua iniciaba su descenso hacia la Fábrica. A partir de aquí la ruta atraviesa un tramo llano, que discurre por el antiguo canal de conducción de agua. Es realmente un espectáculo caminar por él.
A ratos, vamos por la parte superior buscando mejores vistas del espectacular cañón del Río Mao. Otros, por la parte interior burlando el vértigo.
Una vez finalizado el canal antiguo buscamos el nuevo canal, que recorremos un ratito hasta hacer una pequeña derivación hacia el puente de Conceliñas.
Ahora en lugar recóndito, el puente tuvo mucha importancia en la edad media, por ser un punto de paso de los monjes del monasterio de Montederramo hacia los viñedos de la Ribeira Sacra.
Regresamos para continuar nuestra ruta cerrando el círculo que iniciamos esta mañana.
Ahora nos esperan unos tramos que me evocan nostalgia, que reflejan la importancia que tuvieron en su día para la gente del lugar. Especialmente aquellos que aún se mantienen empedrados, rodeados por muros de piedras que no han tenido cambios en cientos de años y que nos hacen sentir que viajamos en el tiempo.
Ya sólo falta una bajada bastante pronunciada que definitivamente cerrarán nuestra ruta circular, pero dejará abierta para siempre, este maravilloso recorrido por el corazón de Galicia.
No tengo ninguna duda, esta otoñada autóctona gallega tiene sobradamente merecidas las 5 sicarias.
Fran Ríos
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