sábado, 10 de mayo de 2025

Excursión 845: Estrómboli. Sicilia

FICHA TÉCNICA
Inicio: Isla de Stromboli
Final: Isla de Stromboli
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia: 9,1 Km 
Desnivel [+]: 418 m 
Desnivel [--]: 418 m
Tipo: Ida y vuelta
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/No
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 18+13

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta






















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN WIKILOC

RUTA EN RELIVE
Ver esta ruta en Relive

RESUMEN
Un buen día, allá por noviembre de 2024, nos propuso Antonio participar en un nuevo viaje internacional preparado por Paz. En el que, además de conocer nuevas tierras, aprovecharíamos para practicar nuestra actividad favorita subiendo volcanes. El viaje sería a las Islas Eolias y a Sicilia. Los volcanes Stromboli, Vulcano y Etna serian nuestros objetivos.

Es el cuarto año consecutivo en que Paz nos prepara un viaje. Y esta experiencia, al igual que las anteriores, resultaría fabulosa. Si bien, en esta ocasión, los de mi grupo (el primero de los dos en que se dividió esta experiencia) nos quedamos sin disfrutar de la última jornada senderista programada. Ese día resultó muy lluvioso, nos quedamos sin excursión y sin alternativa. Ni la lluvia, ni la nieve, ni el viento, ni el calor, ni el frio, han sido nunca impedimento para que el GMSMA realizara una excursión. En esta ocasión un motivo lo impidió: El agua, y no sólo porque nos fuéramos a mojar caminando. En fin, cosas que pasan.

La primera de las excursiones sería la subida al volcán Stromboli, con 926 metros sobre el nivel del mar, si bien la altura real del volcán es de unos 2000 metros de los que más de la mitad están bajo el agua. Da nombre a la isla, una de las Islas Eolias en el mar Tirreno, al norte de Sicilia, y que tan solo tiene algo más de 500 habitantes.

El viaje se inició el día anterior, volando a Nápoles, donde apenas estuvimos 4 horas que aprovechamos para hacer una visita guiada de un par de horas. En ella una guía local, con más pena que gloria, nos dio unas pinceladas de la historia de esta ciudad, en la que destacó la gran influencia de los siglos en que fue parte de nuestro reino.

Primero, de la corona aragonesa y posteriormente de la española con los Borbones. Paseamos un poco por el barrio español, en el que se aprecia esa huella reciente. Recordemos que hasta 1861 fue parte del Reino de España, año en el que ‘Las dos Sicilias’ se incorporaron a la Italia unificada.

Tras la visita, aún nos quedaba un rato en Nápoles, aprovechamos para comer/cenar algo. Nosotros probamos una deliciosa pizza frita, que engullimos con celeridad caminando, ya que teníamos que estar rapiditos en el puerto para embarcar.

Efectivamente, embarcar. A las 20h00 salía el ferry que nos llevaría a la ‘Isola di Stromboli’. Este viaje duraría 10 horas y en él nos alojamos en camarotes dobles, que resultaron más cómodos de lo que a priori yo pensaba, aunque era difícil conseguir dormir por el ruido de los motores.

Desde el ferry vimos alejarnos de Nápoles y la bonita puesta de sol. Al final del trayecto vimos el amanecer acercándonos a Stromboli. También contemplamos desde el mar algunas explosiones del volcán, todo un espectáculo.

Una vez en Stromboli (llegamos a las 6 de la mañana), un motocarro se ocupó de recoger nuestras maletas y llevarlas al hotel. Nosotros tendríamos que esperar hasta cerca de las 12 de la mañana, hora en que nos darían las habitaciones. Sí, he dicho motocarro, este es el medio de trasporte que hay para moverse por la isla. Es muy pequeña y las zonas urbanas tienen callejuelas muy estrechas. La moto, y el motocarro resultan ideales para la isla.

En la zona del embarcadero nos esperaba Nuccio, que sería nuestro guía vulcanólogo durante las 4 jornadas de volcanes que íbamos a disfrutar.

Empezamos dando un paseo por el pequeño pueblo de Stromboli. Costero, medio agrícola, medio pesquero y más que medio turístico. Pequeñito, bonito, apenas sin comercio y menos a las seis de la mañana. Casi a las ocho nos acomodamos en un bar/restaurante que conocía Lucio, para desayunar.

Nos sorprendió que allí lo que se suele desayunar no es café, sino Granita, una bebida fría, mezcla de granizado y helado, con un bollo brioche (aunque no era el brioche que conocemos). La granita puede ser de diferentes sabores. En mi caso tomé de café (algo de café tenía que meterme en el cuerpo) que me recordó al café vienés. Estaba realmente bueno.

Tras el estupendo desayuno, continuamos el paseo. Íbamos pegados a la costa en dirección este. Pudimos ver las dos iglesias que hay en el pueblo, también algunas esculturas/macetas tan típicas en estas islas, que representan las cabezas de un hombre y una mujer y que provienen de una antigua leyenda amorosa con traición y venganza incluida: ‘La Testa Del Moro’.

En una calita vimos y estuvimos dentro de una cueva de origen volcánico (como toda la isla, claro), llamada ‘La gruta de Eolo’.

Aquí nos hicimos una foto de grupo (entre otras muchas). Nuccio nos contó aspectos relativos a la mitología: el infierno, la fragua de Vulcano, la lucha de cuatro vientos, etc. 

También nos da su opinión sobre la peligrosidad de los volcanes: Sencillamente no existe, lo que si resulta peligroso es ‘la estupidez de la gente y su imprudencia’: Acercándose en exceso a las zonas de erupción, no haciendo caso a las normas de seguridad, no atendiendo a los avisos, etc.

Nos instruye sobre los diferentes tipos de volcanes que existen. Stromboli es un volcán permanente, su última erupción violenta fue en 1930.

Curiosamente son los menos peligrosos, ya que están siempre en erupción, emitiendo a cada momento gases o piedras de magma al rojo vivo. Lo que evita una posible fuerte explosión volcánica.

Es algo similar a una olla a presión: si suelta vapor de agua cuando llega a determinada presión no pasa nada, pero si esta herméticamente cerrada seguramente termine explotando, con lo que ya iríamos pensado en, como poco, cambiar de cocina.

Una vez conseguimos las habitaciones, en un pintoresco y muy acogedor hotel encima de una cala de arena volcánica negra, algunos aprovechamos para darnos un fenomenal baño en la playa (bueno, algunos quiere decir Jorge y yo). El agua estaba fenomenal, muy tranquila, se nadaba con facilidad y la temperatura más caliente que fría.

Las 16h30 era la hora en que habíamos quedado con Nuccio para iniciar la ruta desde el hotel. La excursión seria de tarde, con el fin de poder ver de noche las explosiones.

Antes de empezar a caminar nos proveemos cada uno con un casco, y nos aseguramos de calzar botas, en vez de zapatillas, no vaya ser que alguno se tuerza un tobillo y haya que llamar al 112 siciliano. Lo del casco no es por si nos caemos y nos damos en la cabeza. Es mas bien por si alguna de las pequeñas explosiones del volcán es mas fuerte de lo habitual y a alguna piedra le da por ir a caer justo en nuestra cabeza. 

En mi opinión, en este caso, el sencillo casco que nos facilitó Nuccio resultaría bastante insuficiente para evitar una desgracia, pero bueno, algo es algo.

Comenzamos caminado por la misma callejuela del pueblo por la que paseamos por la mañana. Esto no es una casualidad, sencillamente apenas hay calles (callejuelas), y esta era la principal. Cuando llegamos al final del pueblo, algo mas de 1 km recorrido, giramos a la izquierda e iniciamos el ascenso que sería permanente hasta nuestro destino.

La senda va haciendo zetas y ganamos altura con rapidez, lo que nos permite contemplar el mar En que destaca un cercano y diminuto islote llamado Strombolicchio, que tiene un faro.

Este camino-senda está adoquinado con piedras negras volcánicas Insisto: En Stromboli todo es volcánico: El adoquinado, las vallas de fincas, las construcciones, las playas, etc. Sencillamente porque esta isla es la cúspide de un volcán, todo es volcán.

Hay abundante vegetación. Muchos cactus y cañas, también de vez en cuando encontramos alguna planta de algarrobo y otras especies. En las zetas nos permitimos el lujo de hacer un atronche y evitamos un par de ellas.

Cuando llevamos algo menos de 2 km iniciamos un tramo casi recto con menos pendiente, que nos va a llevar hasta una construcción que era un antiguo observatorio militar. Recientemente convertido un restaurante llamado así ‘Osservatorio’. Pero, el propietario se paso de listo y lo amplio y amplio sobrepasando con mucho la licencia que tenía, por lo que las autoridades le obligaron a cerrarlo y ahora está abandonado. Estamos a 100 metros sobre el nivel de mar, tras 1,2 de ascensión.

Continuamos ascendiendo, de nuevo en zetas: vamos girando alrededor de la isla hacia la izquierda. Este giro nos permite ver otras zonas de la isla y del mar, incluso unas cuantas cabras. También la zona del cráter y empezar a apreciar cada vez más de cerca las explosiones.

A partir de ahora todo el ascenso lo hacemos junto a una amplia manta de lava volcánica solidificada que acaba en el mar y por la que van cayendo alguna de las piedras que lanza el volcán, y que poco a poco, año a año, siglo a siglo, va modificando la forma de la isla.

Ascendemos en pendiente cada vez más pronunciada, en pequeñas zetas. Llegamos a un punto, cuando llevamos casi 4 km y unos 270 de desnivel, en que se acaba el adoquinado. A partir de este sitio está prohibido el acceso sin un guía, ya que el riesgo es algo mayor. Además desde aquí el camino es con mayor pendiente y sin zetas.

Seguimos un poco, solo algo más de 500 metros, pero en este breve trozo ascendemos otros 130 metros, hasta algo más de 400 sobre el nivel del mar.

Pero, ¿subiremos hasta el cráter que está a 926 metros de altitud?, ¡Noooooo! ¡está prohibido! Es muy peligroso, aunque hay una senda que se dirige hasta lo alto, que conste.

Aquí hay una pequeña explanada a modo de mirador. Este es nuestro destino. Hacemos infinidad de fotos, incluso nos hacemos fotos de grupo con los cascos puestos. Y nos pasamos un largo rato, cerca de dos horas, mirando arriba, hacia el cráter, y expectantes por ver y grabar con nuestros móviles alguna de las erupciones.

Al principio, aun con mucha luz solar, sólo se aprecian las potentes bocanadas de gas y las piedras lanzadas al aire.

Poco a poco, según va cayendo el sol, el ruido de las explosiones se escucha mejor e incluso empezamos a apreciar el color anaranjado de las piedras al rojo vivo. Es un fenomenal espectáculo que dejamos plasmado en los reportajes fotográficos.

Durante el tiempo que estamos en el mirador van llegando nuevos grupos guiados de excursionistas, que suben a otros miradores algo por encima del nuestro.

Aproximadamente a las 20h30’ iniciamos el descenso, por el mismo camino por el que hemos subido. Nos hubiera gustado estar más tiempo, hasta que fuera totalmente de noche, pero bueno; el programa es el programa. Lo hacemos con las linternas frontales iluminándonos. Durante la bajada aun podemos apreciar alguna erupción más. Y vemos desde abajo a los otros grupos que, más tarde que nosotros, también empezaban a bajar. Es curioso ver las filas de lucecitas moviéndose como gusanos luminosos.

Al terminar, tras algo más de 9 km, nos vamos directos al restaurante anexo al hotel, en que teníamos una cena programada, que disfrutamos con alegría, tal vez con un poco de penita por no haber estado un ratito mas en el mirador para deleitarnos mejor con las erupciones.

Contentos por la larguísima jornada, que se podría decir empezó en Barajas el día anterior continuando con el vuelo a Nápoles, la visita de esta ciudad, la travesía nocturna en el ferry, el amanece en el ferry, la llegada a Stromboli, el estupendo desayuno, la ‘Gruta de Eolo’, el baño en la playa, la fenomenal excursión, las vistas volcánicas, la cena.

Y ahora a dormir, que al día siguiente habrá que madrugar un montón para coger otro ferry a Vulcano. Pero eso ya es otra historia.

Estupenda jornada que califico con 4,5 sicarias.
Inés Fernández

No hay comentarios:

Publicar un comentario