miércoles, 19 de noviembre de 2025

Excursión 889: Ladera sur de Peñalara desde el Mirador de los Robledos

FICHA TÉCNICA
Inicio: Mirador de los Robledos. Rascafría
Final: 
 Mirador de los Robledos. Rascafría
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 14,3 Km 
Desnivel [+]: 478 m 
Desnivel [--]: 478 m
Tipo: Circular
Dificultad: Alta
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración: 
Participantes: 28

MAPAS 
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miércoles, 12 de noviembre de 2025

Excursión 888: El bosque de la Herrería y Zarzalejo

FICHA TÉCNICA
Inicio: San Lorenzo de El Escorial
Final: 
San Lorenzo de El Escorial
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 15,6 Km 
Desnivel [+]: 423 m 
Desnivel [--]: 423 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/No
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 34

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RESUMEN
Convocados un miércoles más, para hacer una preciosa ruta por el bosque de la Herrería hasta Zarzalejo Estación y vuelta por el Collado de Entrecabezas.

Una concurrida asistencia de 34 senderomagos, atraída por su cercanía, la oportunidad de disfrutar de los colores otoñales, buen tiempo y sin demasiada dificultad.

Iniciamos la ruta en la Calleja Larga, un camino asfaltado junto al muro del Monasterio de El Escorial, que nos queda a la derecha. Al llegar junto al campo de fútbol, giramos a la derecha y seguimos por un sendero que nos lleva por unas praderas, muy cómodo para andar, donde enseguida paramos en una zona muy bonita para hacer la foto de grupo, como siempre se hace en todas las rutas.

Un banco bajo la sombra de un arce y un roble, ya casi desnudos, nos proporcionó la oportunidad de hacer unas bonitas fotos, además de poder contemplar toda la plenitud de la pradera que estábamos cruzando y de la imponente silueta de las dos Machotas al fondo, en las que destacaba, a lo alto, el collado por el que luego pasaríamos, que desde aquí parecía muy lejano.

Cruzamos la carretera que sube al Puerto de la Cruz Verde y dejando un cruceiro a la derecha, nos internamos en la Herrería.

Al poco llegamos a una fuente llamada Prosperidad, en la que de nuevo nos hicimos otra foto de grupo, aprovechando la amplia bancada de granito que la rodea.

Desde aquí, continuamos andando por el camino de tierra, que nos va ofreciendo unas espectaculares vistas de fresnos, robles y pequeñas praderas entre rocas musgosas, en dirección a las vías de ferrocarril, que limitan el bosque. Paralelos a ellas, pronto alcanzamos la entrada a una de las fincas, donde paramos a desayunar, ya que eran cerca de las 12.

Teresa, la nuera de Carlos y Bea trajo bombones para invitarnos y celebrar su sexta ruta con el GMSMA, que le da derecho a ser una senderomaga más, con todos los derechos, sean estos los que fueren, como dice José María.

A partir de aquí, algunos fueron estrellas fugaces y nos dejaron para regresar al Monasterio. Continuamos y pronto alcanzamos los vestigios de la Calzada Romana, de unos 2 Km, que une El Escorial con Zarzalejo.

Aún tiene algunos tramos bastante bien conservados, aunque hoy día tiene el firme poco igualado, irregular y presenta entre las piedras algunas zonas muy descarnadas. 

Otros dos compañeros nos dejan antes de llegar a las primeras casas de los alrededores de Zarzalejo Estación. Pasamos junto a unas canteras abandonadas y al alcanzar un depósito de agua, dejamos la pista para seguir, a la derecha, por un bonito sendero que se dirige directo entre las dos Machotas, dejando Zarzalejo atrás.

La temperatura iba aumentando, parecía más verano que otoño, nadie esperaba tanto calor, lo que sin duda debió pasar factura a una de nuestras compañeras, pero que finalmente pudo recuperarse.

Tras pasar bajo unos preciosos castaños, que habían desparramado sus frutos por el suelo hasta alfombra por completo el sendero, llegamos a la fuente que hay poco antes del Collado de Entrecabezas, donde se juntan las dos Machotas y allí nos comimos los bocadillos tan a gusto.

Como había sido el domingo el cumpleaños de Paco, trajo bombones para invitarnos, que me encargué de repartir, y hasta le contamos el cumpleaños feliz.

De nuevo en ruta, fue todo bajada, muy cómodo y con un paisaje precioso, entre el que destacaba imponente el Monasterio y detrás Abantos.

Después del pronunciado descenso, llegamos a la Silla de Felipe II, donde nos hicimos fotos con esas maravillosas vistas al Monasterio que tanto sedujeron al rey. Continuamos bajando entre robles y rocas con musgo. Nos desviamos a la derecha para acercarnos a un mirador de excelentes vistas, pasamos de nuevo junto a la fuente Prosperidad, y ya seguimos por pista hasta el aparcamiento donde estaban los coches.

Por lo bonita que fue la ruta y sus estupendas vistas, le doy 4 sicarias.
Vicky Colás


viernes, 7 de noviembre de 2025

Excursión 887: La Raya y El Escalerón de la Laguna de Uña. Cuenca

FICHA TÉCNICA
Inicio: Uña. Cuenca
Final: Uña. Cuenca
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia: 10,9 Km 
Desnivel [+]: 287 m 
Desnivel [--]: 287 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración: 
Participantes: 17

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jueves, 6 de noviembre de 2025

Excursión 886: Las Torcas de los Palancares. Cuenca

FICHA TÉCNICA
Inicio: Torcas de los Palancares 
Final: 
Torcas de los Palancares
Tiempo: 2 a 3 horas
Distancia: 9,1 Km 
Desnivel [+]: 104 m 
Desnivel [--]: 104 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 
Participantes: 23

MAPAS 
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miércoles, 5 de noviembre de 2025

Excursión 885: Hoces del Huécar y del Júcar. Cuenca

FICHA TÉCNICA
Inicio: Cuenca 
Final: Cuenca
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia: 9,9 Km 
Desnivel [+]: 308 m 
Desnivel [--]: 308 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 24

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RESUMEN
A las 10:30 del 5 de noviembre de 2025 nos encontrábamos en el aparcamiento del Castillo de Cuenca 24 senderistas dispuestos a realizar, ilusionados, la primera ruta por tierras conquenses. Pero mientras nos asomábamos al mirador del Barrio del Castillo y comprobábamos la excepcional belleza de la ciudad y de su entorno natural, certificamos también que no gozaríamos de la proverbial buena suerte meteorológica de Antonio, ya que un viento inmisericorde nos puso “mirando a Cuenca”.

No nos arredramos e iniciamos la marcha hacia el Castillo, desde donde bajamos por unas tendidas escaleras que nos permitirían realizar parte de La senda del agua encantada del Júcar. Pero, antes de dejarnos encantar por su curso, nos embelesó la profunda garganta formada por rocas calizas que el río y su erosión han moldeado durante millones de años creando impresionantes y majestuosas formas. 

Tomamos después el camino de la derecha y descendimos hasta al río Júcar.

No sabíamos entonces si seguir contemplando el imponente cañón forjado por él o sus aguas, de un verde increíble, y los álamos, sauces y otros árboles de hoja caduca que, con el otoño, ofrecían variadas y atractivas tonalidades ocres a sus riberas.

Continuando por el río, pasamos por lugares populares de la ciudad, como la playa artificial, lugar de esparcimiento y alivio del calor veraniego, o el Peñote, fotogénico peñasco en medio del río.

Ambos protagonizan una prueba de natación tradicional en Cuenca: La subida al Peñote.

Esta competición se realiza durante las fiestas de San Julián “el tranquilo”. Y a conocer la ermita del Santo nos dirigíamos después de cruzar el río, cuando la descarga de una nube rabiosa nos obligó a pertrecharnos rápidamente de los chubasqueros, paraguas, capas de agua y fundas de mochila que llevábamos. Pero duró poco el chubasco, no sabemos si por el influjo tranquilizador del Santo o por la aparición, ahora sí, del poder anticiclónico de Antonio.

La ascensión a la ermita de San Julián se hizo llevadera gracias a las paradas continuas en los miradores de Lesmes, de San Julián o de Emiliano, que íbamos encontrando en el camino, y que nos permitían contemplar desde diferentes puntos el perfecto conjunto formado por el casco antiguo de Cuenca, que se asoma al vacío desde la altura de las paredes forjadas por el Júcar. 

También animó algo a nuestro “maduro” grupo la placa que nos esperaba en el ascenso con el mensaje: “Subir como un viejo, para llegar como un joven”. Y rejuvenecidos llegamos a la ermita, donde, coincidiendo casualmente con la religiosidad del lugar, fue el momento del Ángelus, es decir, de nuestro refrigerio.

Más tarde, el descenso también se interrumpía con las constantes fotos, individuales y grupales, que el paisaje nos invitaba a tomar. Y al reencontrarnos con el río, otra parada, esta vez logística, nos entretuvo: había que concretar en el Recreo Peral (restaurante en el que comeríamos juntos al día siguiente) el número de comensales, el menú, las bebidas… Cuando retomamos el camino, recobramos también la cercanía del río que, pegado ya a las rocas sobre las que se asienta la ciudad, ofrecía una visión aún más bella de su curso.

Abandonamos el Júcar en el lugar donde se encuentra con el Huécar, su afluente, que parece allí apenas un canal que separa el casco antiguo del resto de la ciudad.

Avanzamos por él y paramos para comer algo antes de deleitarnos con el postre, que se nos ofreció cuando el río se separó de la ciudad y nos permitió contemplar, en un contrapicado soberbio, las casas colgadas y el resto de construcciones antiguas que las rodean.

En el camino de vuelta al aparcamiento, donde concluía la ruta, se bifurcaba el camino y se rompió el grupo, pero no las magníficas vistas.

Porque en cualquier lugar que eligiéramos, el ascenso a la ciudad antigua nos ofrecía un panorama que presentaba, por una margen de la ribera del Huécar, el conjunto histórico que va ascendiendo, elegante y homogéneo, hacia el Castillo y, por la otra, el monumental Convento de San Pablo, actual Parador de Turismo.

Con la llegada al aparcamiento, del que habíamos partido, nos atacó nuevamente el viento; pero ya no importaba porque acabábamos nuestra ruta, que fue corta (recorrimos algo menos de 10 kilómetros) y poco exigente (su desnivel era de 308 metros), pero que nos regaló la visión del conjunto armónico y espléndido de una ciudad que se integra perfectamente en un entorno natural extraordinario.

Un recorrido, pues, excelente con un tiempo más benigno del que esperábamos (gracias al poder del líder, a la influencia del santo o a las equivocaciones de las agencias meteorológicas) no se merece otra cosa que cinco fresquitas y ventosas sicarias.
Charo García


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