miércoles, 25 de mayo de 2022

Excursión 625: Puerto de la Fuenfría y Ojos del río Moros

FICHA TÉCNICA
Inicio: Las Dehesas. Cercedilla
Final: Las Dehesas. Cercedilla
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 14,2 Km 
Desnivel [+]: 783 m 
Desnivel [--]: 783 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 29

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN WIKILOC

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
En primer lugar pediros disculpas por la osadía de redactar mi primera crónica del GMSMA. Reconozco mi total falta de capacidad de comunicación verbal y aún peor por escrito.

El día amaneció con 4ºC en la ciudad de Segovia, pero esto no fue “obstáculo, cortapisa” para que nos impidiera afrontar con gran entusiasmo y muchas ganas la ruta de los Ojos del Rio Moros, en esta ocasión, bajo la batuta de Paco Cantos. Gracias a Paco he tenido una descripción pormenorizada de la ruta y sus lugares, sin la cual no sería capaz de describir y diferenciar camino o sendero alguno.

Salimos desde el aparcamiento situado enfrente de Casa Cirilo, en las Dehesas de Cercedilla, por la carretera que enseguida se transforma en pista y un poco más arriba deja al descubierto la Calzada Romana. En este punto, donde la calzada cruza el río por el Puente del Descalzo, pudimos disfrutar de la enorme belleza del paisaje que, con sus variaciones en cada parte del recorrido, hicieron una ruta para el disfrute. Siguiendo a nuestro guía proseguimos el trazado por un sendero paralelo al arroyo de la Fuenfría. Siempre me produce una gran sensación de paz caminar acompañado por los sonidos del agua y de los pájaros.

Cruzamos un puente de madera y pasamos junto a un gran acebo. ¡Qué maravilla! Más arriba, el arroyo gira a la derecha, pero nosotros giramos a la izquierda para volver a cruzarlo por otro puente de madera y subir a la Pradera de los Corralillos.

Esta pradera es una encrucijada de caminos y aunque yo no reparé en ello, en este punto se encuentra, en ruinas, el antiguo Chalet de Peñalara, zona 0 de los caminos que se trazaron a principios del siglo XX por el Club Doce Amigos de Peñalara.

Desde aquí parten hacia el Puerto de la Fuenfría, la Calzada Romana y la Borbónica que en su ascenso se van entrecruzando. También pasa la antigua Carretera de la República, hoy pista, que con una suave pendiente llega, eso sí tras varios kilómetros, al Puerto. También este punto es el lugar de partida del conocidísimo Camino Schmid.

Una vez en la Fuenfría, donde el viento del norte se hacía notar, tomamos un tentempié al abrigo de las piedras. Por mi cabeza pasó lo acertado del nombre. Tras el sudor producido por el ascenso y el frio viento de allí circulaba, me produjeron la impresión de que la sensación térmica bajaba fuertemente.

Comprobamos que faltaban 7 senderomagos. Al parecer habían tomado la senda más fácil, pero más larga, la Carretera de la República por los Miradores de los Poetas. Al habla con los rezagados, nos dijeron que esperáramos a las tres senderomagas que se habían adelantado. Ellos, cuatro, seguirían por la Vereda del Infante hacia el Collado de Marichiva. Joaquín se quedó esperándolas mientras el grupo subía al Cerro Minguete. La cabeza del grupo se desvió a la derecha hacia el Collado Minguete, situado entre el Cerro y el Montón de Trigo, donde un poco después llegaron Joaquín y las senderomagas.

Debido al fuerte y frío viento nadie estaba por subir el Montón de Trigo, la gélida mañana no invitaba a ello. Se decidió alargar la ruta hasta el Collado de la Tirobarra. Así pues por un sendero cómodo y al abrigo del viento llegamos al collado dónde otra vez se dejaba notar el vendaval. Aquí pudimos contemplar una zona poblada de antiguas trincheras de la Guerra Civil.

Desde el Collado de la Tirobarra, por una bonita senda entre pinares, empezamos a bajar hacia la garganta del Río Moros.

Después de un tramo muy vertical, llegamos a una zona más llana en la que, por fin, encontramos los Ojos. Repentinamente el río surge de la tierra en varios "ojos".

Paco dice que ha estado en pleno verano y nunca los ha visto secos, como que también hay periodos en los que el agua brota de la tierra con más fuerza hacia arriba. Aprovechando el descanso para comer pude ver cómo más abajo las aguas procedentes de los “tres” Ojos confluían en uno solo.

Comimos allí mismo ya que eran las 2, aprovechando que había una pradera soleada. Pasado un rato aparecieron los cuatro rezagados que desde el Collado de Marichiva habían venido a buscarnos.

Tras la sobremesa nos atusamos el flequillo e hicimos la correspondiente foto de grupo y después proseguimos la marcha por una senda entre pinares y prácticamente horizontal que, siguiendo las curvas de nivel nos llevaría hasta el Collado de Marichiva.

Desde este collado solo nos quedaba bajar y bajar por un camino con mucha piedra suelta y piñas pequeñas que dificultaban la marcha, causando algunos resbalones e incluso una caída, resuelta con soltura, como si de Neymar se tratara, haciendo una croqueta.

Así continuamos hasta llegar al Camino Viejo de Segovia y desde éste, salir por una puerta a la zona de Majavilán, ya junto al aparcamiento. Como si fuéramos pensando en el “premio” de la llegada, aligeramos el paso, hasta llegar a Casa Cirilo dónde nos reagrupamos para echarnos unas risas y tomamos unos refrescos, incluidos unas enormes jarras de cerveza fresca, con la pena de que no nos agasajara con sus torreznos como aperitivo.

Conclusión:
Pese al viento frío, disfrutamos de una maravillosa ruta. La compañía era genial, pero no dejamos de recordarnos, hasta con cierta envidia, a los que disfrutaban esos días en la sierra de Cazorla.

A lo largo de la ruta pudimos deleitarnos con magníficas vistas y la espectacular flora de la zona, entre la que destaco, además del mencionado gran acebo, los matorrales de piorno serrano, del enebro rastrero y del pino albar.

En las partes más bajas de la sierra, normalmente, el helecho común, el cantueso y la siempreviva amarilla. Además de la Margarita fina (Leucanthemopsis pallida), bien sea con sus pétalos blancos o amarillos, hay una flor que me llamó particularmente la atención que, consultando en una aplicación e internet, se trata de una Armeria Caespitosa, una flor rosa que se agrupa en una especie de pequeño montículo y parece artificial, como si estuviera fabricada de papel rosa.

Si habéis tenido el coraje y la paciencia de llegar hasta aquí, os lo agradezco y reconozco que sois unos santos.

Nota final:
En el día de ayer, Inés y yo acompañamos a tres amigos de Segovia quienes habían programado una ruta similar, partiendo desde el Puente de los Mosquitos, al Montón de Trigo, Tirobarra, etc. que me ha permitido revisitar la zona y me ha facilitado poder escribir esta crónica.

Le otorgo una puntuación de 4,5 sicarias a esta variada excursión, que en paisajes y flora tiene de todo.
Ignacio Reales Gómez


Por la calzada romana
vetusta y llena de cantos
íbamos los veintitantos,
camino de la Fuenfría,
todo el tiempo cuesta arriba
por los caminos de grava
mientras alguno exclamaba:
¡Vaya cuesta, madre mía!

El miércoles precedente,
desde el Pasapán al Oso
hizo un calor bochornoso.
¡Hay que ver, quién lo diría!
Qué cambio tan repentino,
hoy, que vengo de verano,
hace un aire siberiano
al llegar a la Fuenfría.

¿Quién se ha dejado en Segovia
alguna ventana abierta?,
pues hasta la Mujer Muerta
hoy tiene un aire glaciar.
¡Vaya frío que hace en mayo!
si llego a saberlo antes
habría traído guantes,
y un denso forro polar.

Subimos hasta el Minguete
¿Y qué hay del Montón de Trigo?
Mejor no contéis conmigo,
subiré en otra ocasión,
pero hasta la Tirobarra,
cerca de la Pinareja,
si la ventolera deja
no es mala proposición.

Otra vez aire del norte
bajemos, pues, hacia el valle
y os explicaré un detalle
que os extrañará un montón:
En un lugar aquí cerca
sale el agua de la tierra,
agua pura de la sierra
que brota de sopetón.

Son los Ojos del Río Moros,
donde nace, de repente,
como si fuera una fuente
este río montañés,
lugar de merienda y siesta
del cansado caminante,
un momento relajante
para proseguir después.

Otro punto de la ruta
nos lleva a la Marichiva
por una senda atractiva
de perfil horizontal
que, sin muchos sufrimientos,
por un pinar sorprendente,
nos lleva directamente
al límite provincial.

Ya era todo cuesta abajo.
Por un camino empinado,
sin atajar demasiado,
que como dice el refrán:
«No hay atajo sin trabajo»
Al final hay una puerta,
¿está cerrada o abierta?,
que lleva a Majavilán.

Y en Casa Cirilo, todos,
apurando las cervezas
nos contamos las proezas
de la pasada excursión,
que, aunque lejos de Cazorla,
y en entorno muy opuesto,
acabamos, por supuesto,
con total satisfacción.

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