miércoles, 25 de mayo de 2022

Excursión 626: Nacimiento del río Borosa. Sierra de Cazorla

FICHA TÉCNICA
Inicio: Piscifactoría del Borosa
Final: Piscifactoría del Borosa
Tiempo: 7 a 8 horas
Distancia: 22,5 Km 
Desnivel [+]: 647 m 
Desnivel [--]: 647 m
Tipo: Ida y vuelta
Dificultad: Alta
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 5
Participantes: 24

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

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RESUMEN
La ruta del Río Borosa, es una de las imprescindibles del Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y las Villas en cualquier época del año. Pero en mayo, con tanta agua y esa mezcla mágica de verdes de la primavera, tenía que ser una de las que sí o sí hiciéramos en nuestra visita a Cazorla.

“Hay una ruta circular, probablemente una de las más bonitas de la Sierra, que sale también de la piscifactoría. Subiendo por los Villares y pasando por el Cinto de las Hogueras, uno de los cintos del Banderillas, llega también al nacimiento del Borosa, desde donde se baja por el río”, me dijo Luis que nos asesoraba con las rutas.

Una magnífica propuesta también, propia de senderistas avezados como nosotros. Claro que, para algunos, si queríamos hacer todas las excursiones programadas, podía ser un poco dura. La solución: proponer las dos rutas y que cada uno decidiera en función de sus fuerzas ese día. Tengo que decir que todos acertamos y que yo… elegí la ruta “corta”.

Así que juntos iniciamos la excursión en la piscifactoría, situada cerca del río, donde nos dejó el autobús. Apenas había coches y autobuses en el aparcamiento, por lo que nos las prometíamos muy felices. El Borosa sólo para nosotros. El sol de mañana resaltaba el verde de los árboles y le aportaba al agua unos reflejos dorados que hacía que el camino aguas arriba del río, tuviera un especial encanto.

El primer tramo del recorrido transcurre por un camino de tierra muy cómodo, paralelo al río. A esa hora de la mañana, la temperatura era muy agradable, lo que hacía el andar muy placentero. Pero de pronto llegó un autobús de colegio. Decenas de jóvenes, no muy bien equipados, pero tan ágiles que daban envidia, empezaron a mezclarse con nosotros. Nuestro gozo en un pozo.

Al llegar al Barranco del Ruejo, nos separamos los dos grupos, los del primer grupo siguieron por la izquierda para iniciar la subida hacia los Villares, mientras que el resto continuamos por la orilla del río. Íbamos anotando las pozas más accesibles del río por si a la vuelta, ya con el calor de la tarde, nos dábamos un remojón.

Cruzamos varios puentes yendo de una orilla a otra. Pasamos junto a las curiosas formaciones de los Caracolillos, unos retorcidos pliegues geológicos. Todo nos llamaba la atención.

Al llegar a una bifurcación, la senda de la izquierda remonta el arroyo de los Villares, pero nosotros continuamos por la paralela al río, que se adentra en la espectacular Cerrada de Elías. Una pasarela de madera, millones de veces fotografiada, postal representativa de este paraje nos adentra en el bello cañón.

Hasta allí llegamos ligeros, mezclados con los jóvenes. Algunos nos quedamos atrás y los dejamos pasar, para poder hacer nuestro propio reportaje de este lugar tan especial. Cuál no sería nuestra sorpresa, cuando una vez que se hicieron las fotos dieron por finalizada su excursión y se volvieron.

Nos quedamos solos. Poca gente habrá tenido la suerte que tuvimos nosotros de disfrutar de este sitio, normalmente tan concurrido, solos… Una belleza de lugar que hace honor a su fama.

Al término de la pasarela volvimos a la pista que dejamos al entrar en el cañón y el camino empezó a hacerse algo más duro. El calor también apretaba más. Llevábamos al río a la izquierda y la pista empezó a ganar nivel y a tener menos sombra. Cruzamos el puente de la Piedra sobre la Fuente del Tejo. Ahí el río discurre en otra cerrada, ya vamos altos con relación al cauce del río.

Al fondo los altos farallones. Paramos para el Ángelus bajo un abrigo de la montaña, había que coger fuerzas para el resto del camino. Ganando altura por la pista, disfrutando del paisaje, llegamos a la central hidroeléctrica del Salto de los Órganos, donde termina la tubería que desciende desde lo alto y gracias a la cual nos dimos cuenta de lo que aún teníamos que ascender.

Nos recibió una bonita fuente y un cartel que indicaba “fin del camino”, lo que nos sorprendió un poco. Luego nos dimos cuenta de que quería decir “fin del paseo”. Empezaba la fuerte subida. Conforme ascendíamos, se notaba cómo la garganta se iba cerrando, carteles en español, inglés y alemán anunciando el peligro de desprendimiento de piedras. Subíamos con el río a la derecha. 

Ya en esta parte del camino se hacían oír las cascadas. Sorprendente la cascada de la Calavera, chorro que emana una formación rocosa con forma de calavera, con una enorme poza de agua cristalina.

Un lugar único. Y como no, el Salto de los Órganos, muy próximo ya al nacimiento, que no nos defraudó. Un salto de agua de más de 50 metros de altura, última cascada del río Borosa. Impresionante. Paramos en cada una para contemplarlas y para admirar sus pozas y la belleza del entorno. ¡Qué suerte poder contemplar las cascadas con tanta agua! Fotos y fotos para inmortalizar estos momentos.

Continuamos el lento ascenso, encontrando al lado del camino una serie de cuevas y grutas. El Picón de Haza, que venía guiándonos desde lejos, ya estaba sobre nuestras cabezas. Un poco más y podríamos atravesarlo, por los túneles que se construyeron para aportar agua a la central.

Cuando ya casi estábamos llegando a la entrada del primer túnel, pasamos un momento difícil, empezaban a fallarnos las fuerzas. Julián, nos iba contando que había pasado hacía años por los túneles que le habían sorprendido gratamente y también las vistas. Nos animó a seguir. Un último empujón y por fin la entrada al primer túnel.

Por los túneles corre un canal, El canal del Picón del Haza, que es parte de una conducción a modo de acequia que lleva el agua desde embalse de Aguas Negras hasta la Central Eléctrica de los Órganos. 

Una parte de su recorrido lo hace a través de estos dos túneles. El primero que encontramos es más largo, tiene unos 300 m.

Momento de encender el móvil, aunque como hacía muy buen día casi podías hacerlo con la luz que entraba por las ventanas modeladas en sus paredes, desde las que pudimos disfrutar de unas vistas increíbles. Julián tenía razón, había que subir.

El túnel desemboca en una pequeña pradera. Continuamos caminando por la senda, siempre con el canal al lado, hasta llegar al segundo túnel, más corto, que nos deja ya a muy poca distancia de la Laguna de Aguas Negras o Embalse de los Órganos, llamado así porque allí construyó la presa de los Organos, donde se capta el agua para la central. Mirando hacia abajo podíamos intuir por donde debía de caer alguna de las cascadas que habíamos visto.

En la misma Laguna, poco antes de cruzar la presa nos encontramos con un desvío a la izquierda que lleva al Nacimiento del río Borosa, había que llegar y además está muy cerca. Alrededor de la laguna paramos a comer, refrescarnos y descansar tras la dura subida. Y por supuesto deleitarnos con el nuevo paisaje, totalmente diferente.

El cambio de vegetación es total. La laguna está rodeada de pinos larícios en laderas de las montañas, junto con grandes extensiones de bojes, tejos, acebos, y especies lacustres, que conviven en perfecta armonía. Un lujo para los sentidos.

Cruzando la presa, continúa el camino hacia la Laguna de Valdeazores. No está muy lejos, sólo 1,5 km más. Pero finalmente decidimos no ir. Tocaba regresar por el mismo camino y llegar a la hora convenida al autobús.

Disfrutamos del camino a la inversa de como lo habíamos realizado. Bajamos ligeros, aunque no pudimos dejar de asomarnos de nuevo a las cascadas y de parar en la bonita fuente de la central para refrescarnos y rellenar el agua. 

Disfrutamos del paisaje bajo otro punto de vista y distinta luz. Parecía como si en vez de una ruta lineal fuera una ruta circular.

Comentando las preciosas vistas y pensando en la cervecita que nos íbamos a tomar en el bar del comienzo del camino, llegamos al punto de partida, completando los algo más de 22 km de esta preciosa excursión.

Lástima que el bar estuviera cerrado. Pero el GMSMA siempre encuentra una alternativa: compramos las cervezas en Arroyo Frío y nos las tomamos en el autobús. Nada podía empañar esta preciosa excursión, a la que le otorgo 5 sicarias.
Leonor Molíz

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