miércoles, 4 de mayo de 2022

Excursión 621: Ruta de la peonías en Villanueva de la Cañada

FICHA TÉCNICA
Inicio: El Palancar
Final: El Palancar
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia: 13,3 Km 
Desnivel [+]: 76 m 
Desnivel [--]: 76 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: No
Ciclable: Sí
Valoración: 5
Participantes: 46

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta






PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

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RESUMEN
Hace tiempo que teníamos programada con Antonio realizar "la ruta de las peonías" y que coincidiera con su floración.

Para poder asegurarme de que así fuera, una vez a la semana desde el mes de marzo me acercaba a la zona para comprobarlo. Los primeros días fueron apareciendo las plantas con sus bonitas hojas, pero sin flores.

En el mes de abril aparecieron los primeros capullos para que a mediados de mes se vieran ya a punto de abrir mostrando toda su belleza. En pocos días estarían las flores en todo su esplendor. Otra semana más y ninguna flor, pero sí muchos capullos ¡qué raro!

El viernes 29 de abril quedé con mi primo Enrique para investigar el recorrido y comprobar si las peonías ya mostraban sus bellas flores. Nos adentramos en la zona y todo seguía igual en el margen derecho del arroyo, muchos capullos, pero ninguna flor.

Analizamos detenidamente las peonías y vimos tallos cortados llegando a la conclusión de que alguien nada más florecer las cortaba y se las llevaba. Para asegurarnos cruzamos al otro lado del arroyo, de difícil acceso y pudimos confirmar nuestras sospechas, en esta orilla si había plantas intactas con sus hojas, capullos y flores.

Ya de regreso nos encontramos con un matrimonio con quien hablamos del tema y nos corroboraron que efectivamente, unos días atrás, vieron a unas señoras con unos niños en la zona con ramos de peonías, que les habían advertido que eso que hacían estaba sancionado y además no estaba bien, pero hicieron caso omiso.

Con este panorama decidí comentar con Antonio que era el momento de realizar la ruta, porque si esperamos un poco más, no veríamos las flores, ahora por lo menos veremos las bonitas hojas y los capullos a punto de abrir.

Para más inri el domingo, en una cadena de Televisión hablando de la belleza de los ramos de flores, terminaron poniendo en primer lugar los ramos de peonías. Ya lo que faltaba para desanimarme del todo.

Como el tiempo era el adecuado Antonio hizo la convocatoria que tituló acertadamente “ruta en busca de las peonías”. El miércoles día cuatro nos reunimos en el club social de la Raya del Palancar 44 senderomagos.

A las 10:30 y sin Antonio, iniciamos la ruta desde el término municipal de Villanueva de la Cañada, para nada más cruzar la carretera encontrarnos en el término municipal de Brunete (El Valle de los Rosales). El primer tramo de la ruta lo hicimos entre la carretera que separa los dos términos y el parque de la Constitución, un poco abandonado, pero que ya nos brindaba bellos colores naturales. 

Unos 200 metros más adelante cruzamos la carretera que enlaza el Valle de los Rosales con Brunete, para situarnos de nuevo en el término municipal de Villanueva de la Cañada (Urbanización Guadamonte).

Un corto recorrido entre preciosas Encinas centenarias, quejigos y jaras con sus bellas flores blancas, para inmediatamente cruzar la Urbanización de Guadamonte.

En una de las parcelas que dan al campo pudimos ver un bonito pavo real, mostrándonos su espectacular colorido.

Continuamos caminando entre Encinas, jaras y algún romero por una senda apenas marcada, donde pudimos ver a algún conejo que salía asustado viendo tanta gente; para llegar a las inmediaciones de una granja escuela donde se escuchaba el alegre griterío de los niños visitando todo tipo de animales.

En este lugar volvemos a tomar dirección a Villanueva de la Cañada, pero por el término de Brunete. Con el extraño cambio de dirección empiezan a surgir las preguntas y exclamaciones ¡¿dónde están las peonías?! ¡¡Por esa encina ya hemos pasado dos veces!! ¡Este ritmo está siendo un poco cansino!

Pues todo tenía una explicación: el motivo de los pequeños rodeos “hacer tiempo para que llegara la hora del ángelus “en la zona infantil del parque de la Constitución, donde se incorporarían Antonio y Enrique, para continuar la marcha con nosotros.

Además, tenía preparada una pequeña sorpresa para el grupo, en este lugar donde había dejado aparcado mi coche por la mañana; como el pasado 25 de abril (día de San Marcos) fue mi santo y cumpleaños quería sorprender al grupo con unas cervecitas frescas, unas tortillas con espárragos trigueros y setas de cardo, recogidas por estos lares el día anterior, además de una hogaza de pan casero con masa madre en horno de leña.

Pero el pequeño rodeo no sirvió de nada, porque Antonio y Enrique no llegaron a tiempo, ya que las tortillas y el pan desaparecieron rápidamente, cuando quise reaccionar para guardarles un pincho de tortilla y un trozo de pan solo quedaba alguna Coca-Cola y unas cuantas cervezas, como dice el refrán: ¡a falta de peonías, buenas son tortillas y pan!

De todas formas el momento fue muy bonito y agradezco a este maravilloso grupo el trato recibido incluido el canto del cumpleaños feliz.

Aprovechamos el momento para hacer la foto del grupo junto a las atracciones infantiles y reanudamos la marcha en busca de las deseadas peonías.

Como no tenía muy seguro que pudiéramos encontrarlas y recorriendo un amplio camino que nos permite divisar al fondo la increíble Sierra de Gredos, pasando por Abantos, Siete Picos, la Bola del Mundo, la Maliciosa, las cabezas, la Pedriza y el cerro San Pedro, le añadiré un nuevo título a la excursión:” paleta de colores en la naturaleza”.

Con una visión general, se aprecia por encima del horizonte, la silueta de la sierra de color azul oscuro, con tonos violáceos y por encima los cielos Velazqueños con azules celestes, grises, blancos de España y amarillo de Nápoles, para darle luz a las nubes.

Por debajo del horizonte unos extensos campos de trigo con verdes más oscuros, cercanos al verde esmeralda y campos de cebada con verdes más claros, próximos al verde veronés y pequeños toques de amarillo Nápoles, acompañados de solitarias encinas centenarias.

Casi llegando a Villanueva de la Cañada y antes de alcanzar la carretera de circunvalación, tomamos el desvío a la derecha junto al arroyo del Molinillo.

Aquí empieza la exposición de colores y aromas, primero el cantueso (espliego) con sus bonitos tonos violáceos y su agradable olor, el impresionante amarillo cadmio de las flores de la retama, también de agradable olor, el blanco puro de las flores del espino albar (majuelo), el tomillo rastrero de diminutas flores blancas y hojas muy olorosas, el blanco brillante de las jaras y el romero de color liláceo y blanquecino muy empleado en medicina y como condimento.

Cruzamos ahora la carretera de la Raya, para adentrarnos en una zona de vegetación más espesa, de encinas, quejigos, jaras y rosa canina aún sin florecer, pero con algunos de sus frutos (escaramujos) que han pasado de un color rojo intenso, a un rojo inglés y siena tostada.

Mi amigo Luis, con el que hicimos dos salidas con las canoas, hace una exquisita mermelada con estos frutos, también puedo deciros que cuando la Rosa canina está en flor, están incubando las perdices.

En este tramo del recorrido, también podemos apreciar los agallones y agallas de los quejigos, de colores que van desde el ocre amarillo, pasando por el sombra natural, tierra de siena y siena tostada.

A pesar de tanta belleza, sigue apareciendo la pregunta: ¿dónde están las peonías? ¿ya estamos cerca?, pero la incertidumbre de poder verlas se hace cada vez más presente.

Tomamos un pequeño desvío para atravesar el arroyo y de repente, en un giro a la derecha, aparecen las primeras peonías: cerradas, semiabiertas y alguna en flor.

Atravesamos de nuevo el arroyo para llegar a la zona por excelencia, una amplia pradera, con grandes troncos de fresno y abundantes plantas de peonías, que como temíamos, apenas tienen flores abiertas, aunque si muchos capullos; cruzamos al otro lado del arroyo, menos accesible y de vegetación más espesa, donde pudimos ver gran cantidad de peonías en todo su esplendor, con sus grandes flores terminales solitarias, de tonos carmín granza y rosados.

Es una pena que la zona más abundante que debía ser un manto de color rosado, en contraste con los verdes, apenas quedaba alguna flor. El tiempo se nos echaba encima y nos espera el cocido en puchero de barro, por lo que retomamos el regreso de inmediato.

Hemos disfrutado de “la paleta de colores y aromas” que nos ha brindado la naturaleza.

Y para terminar quiero contaros una bonita historia, que me contó mi amigo médico José Luis, en una de las salidas que hacemos por el campo, para buscar espárragos trigueros y setas de cardo (a algunos de vosotros ya se la he contado).

Uno de esos días, caminando nos encontramos con unas hojas enormes de color verde, salpicadas con manchas blancas y con puntiagudos pinchos. 

José Luis, me preguntó si conocía qué planta era, le contesté que no sabía y me dijo, este es el cardo Mariano y empezó a contarme la historia: “cuando nació Jesús, el rey Herodes, que había sido informado que sería destronado por Jesús, mandó matar a todos los niños recién nacidos, con el fin de asegurar que también mataría al niño Jesús.

Por este motivo San José cogió un carro y montó en él a la virgen María y al niño Jesús, para huir de los soldados de Herodes.

En el camino de huida, los soldados se iban acercando al carro de San José, éste mandó a la virgen que cogiera al niño Jesús y se ocultaran entre unos cardos muy crecidos y espesos que había al lado del camino, con tan mala suerte que el niño Jesús se pinchó con uno de ellos y se puso a llorar, entonces la virgen María se sacó el pecho y dio de mamar al niño, para que dejara de llorar.

Los soldados llegaron a la altura del carro de San José, como vieron que se encontraba solo, se marcharon, entonces la virgen María, apartó al niño de su pecho y se derramó la leche, salpicando su blanco puro sobre las hojas del cardo”, y de ahí su nombre de cardo Mariano.

A parte de esta historia, Nicolás nos ha contado las bondades de este cardo en medicina al que le tiene mucha fe.

Y con esta bonita historia y el rico cocido como colofón de la ruta termino ofreciéndole por sus bellos y aromáticos colores, desde el blanco puro salpicando las hojas del cardo Mariano a las bellas y solitarias peonías de color carmín granza y rosado, le doy una puntuación de 5 sicarias.
Marcos Cid Martín

PALETA DE COLORES 

FOTO REPORTAJES


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