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RESUMEN
La Costa Vicentina tuvo un papel destacado en el siglo XV, el inicio de los descubrimientos de ultramar, pero también destaca por esconder tesoros de naufragios, como los del navío La Condesa de la armada española.
El 22 de abril del 2024, también tuvo un papel destacado, esta vez para nuestro intrépido grupo del GMSMA, que decidió enfrentarse a uno de los tramos más pintorescos (y calurosos) de la Ruta Vicentina. Una etapa costera que prometía paisajes de postal, cigüeñas en su hábitat y, al final, el premio de los percebes portugueses.
Comenzamos temprano en la Playa da Bordeira, con su arena dorada extendiéndose como si nos invitara a quedarnos allí el día entero. Pero no, el GMSMA no se amedrenta ante la tentación de la pereza. Bueno, casi todos. A pocos kilómetros, entre el Mirador de Punta da Carrapateira y la Punta Zimbreirinha, Paco, Marcos y otros cuantos desaparecieron misteriosamente, cogidos de la mano como si escaparan de algún peligro invisible (quizá, y solo quizá, del calor). Los que quedábamos, entre risas y teorías sobre su destino, seguimos adelante, embelesados por los acantilados y las cigüeñas posadas en las rocas.
Desde lo alto de cada mirador, por ahora ya estábamos en el de la Playa de Concheiros, después de haber dejado atrás la Punta da Carrapateira y la de Zimbreirinha.
La costa nos regalaba paisajes que parecían sacados de un cuento. A lo lejos, Olga divisó unos molinos de viento, pero su entusiasmo cervantino los convirtió en gigantes de un campo de batalla quijotesco. Fue difícil convencerla de que no estábamos en La Mancha, sino en el Algarve.
El calor empezó a hacer de las suyas. Twitter y Kiro, nuestros perros compañeros de ruta, caminaban como si arrastraran la mismísima línea del horizonte.
Kiro incluso logró contagiarle su agotamiento a Lucio, quien, sorprendentemente, ese día solo logró llamarle 700 veces. ¡Un récord de discreción para él!
La ausencia de la habitual parada del ángelus, a la altura de Punta do Pau, convertida en la parada del cabrón, con perdón, para los más rezagados, fue una decisión unánime.
La ilusión de llegar a la meta y sumergirnos en la promesa de un baño en la Playa do Amado, seguida de un festín de percebes, nos daba las fuerzas que el calor nos quitaba.
Cerca de la Playa de Portinho do Forno, cruzamos un antiguo poblado pescador islámico que, siglos atrás, debió ser un refugio fresco para sus habitantes.
En nuestro caso, fue más bien un breve alto para beber agua y lamentar no haber nacido cigüeñas, aquellas privilegiadas que descansaban plácidamente en las rocas.
Después, seguimos nuestra ruta por la costa hasta llegar a la Punta do Castelo, otro mirador que nos regalaba una panorámica impresionante del océano.
Los paisajes costeros seguían siendo hermosos, y el aire salino nos llenaba de energía, aunque el calor seguía haciendo de las suyas.
Finalmente, llegamos al destino tan esperado: la Playa do Amado. El nombre le hace justicia, porque después de caminar bajo el sol, la amamos profundamente.
Los más valientes se lanzaron al agua, mientras otros se limitaban a remojarse los pies, disfrutando del frescor como si fuera un regalo divino.
Y al final, la recompensa: una generosa cantidad de percebes, esos pequeños tesoros marinos que justifican cualquier esfuerzo. Mientras los saboreábamos, entre bromas y anécdotas del día, descubrimos que Paco, Marcos y demás no habían escapado del calor ni de nosotros, sino que habían hecho una breve escapada para encontrarse con unos bombones del GMSMA en Burgao, donde disfrutaron de una comida deliciosa antes de reunirse con el grupo para nuestro emocionante paseo en barco. Un plan sin duda brillante que nos dejó sin malos pensamientos, solo envidia sana y muchas risas compartidas.
Así, con la barriga llena y el espíritu renovado, cerramos otra jornada inolvidable en el GMSMA, donde cada paso es una aventura y cada miércoles, una historia que contar.
Le otorgo un 4, por el calor que pasamos, me han dado ganas de ponerle un 4, por el exceso de calor, a esta ruta de percebes, cigüeñas y Gigantes de Carrapateira, pero finalmente le otorgo un 5.
Sol González
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ETAPAS RUTA VICENTINA
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