miércoles, 3 de mayo de 2017

Excursión 344: Valle Enmedio

FICHA TÉCNICA
Inicio: Collado del Hornillo
Final: Collado del Hornillo
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia:  18,3 Km
Desnivel [+]: 770 m
Desnivel [--]: 770 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 5
Participantes: 29

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN
El día promete, principio de mayo con la primavera reventona, temperatura ideal para la práctica del senderismo, cielo azul con alguna que otra nube blanca bien perfilada, Parque Natural Sierra Norte de Guadarrama por su vertiente segoviana y, como no, excelente compañía, cóctel seguro para que el día sea perfecto.

10:30 hora de salida en el Collado del Hornillo, situado pasados 6.5 Km. de la pista que sale del restaurante del Puerto de los Leones y que va hacia Peguerinos.

Tal como llegamos, sin tiempo para los saludos, Antonio dio la voz de “vamos”. Andamos apenas 300 m por la pista, dirección Peguerinos y tomamos un sendero a nuestra derecha, caminamos como 1,2 km y nos reagrupamos. Aproveché la parada para saludar a los que anteriormente no pude, entre otros a Antonio, quien me bendijo con la varita de cronista. Como añoro aquellos tiempos donde todos y, digo bien, todos corríamos hacia Melchor para obtener su gracia… pero los tiempos cambian.
Continuamos la marcha, girando nuevamente a la derecha, para llegar a Peñas Blancas, con espectaculares vistas al Valle de Enmedio.

Podríamos bautizar el paraje, como la “lite Pedriza”, con sus caracoles, sus tortugas, su león marino, sus caballitos perfectamente definidos y su carro del demonio. Este último símil, no lo vi, por lo que pregunté ¿carro del demonio? Y Paco me contestó, allí esta! pero mira que miré y, ni sus ruedas vi, ni su yunta avisté y, qué decir del constructor, tampoco apareció.

Aparte de la anécdota, el conjunto de moles de piedras es espectacular y para disfrutarlo más, hicimos allí mismo el avituallamiento de medio día.

Dejamos Peñas Blancas y tomando el mismo camino por el que llegamos, nos desviamos ahora hacia la derecha, para descender al Valle de Enmedio.

Tras cruzar el Valle, pasamos por las ruinas del refugio del mismo nombre y, al rato, despedimos a nuestros colegas fugaces. (Que si, que los fugaces hacen lo mismo, que si hacen más, que si menos, pero el título no hay quien se lo quite, hay que reconocerles el esfuerzo de acompañarnos todos los miércoles y compartir con nosotros solo parte de las excursiones).

Ya de bajada llegamos al arroyo del Toril y siguiéndolo en sentido descendente, llegamos a su pequeño embalse, en el que el cielo se reflejaba como si fuera un espejo.
Continuamos por la pista, muy cómoda de transitar, divisamos el camping Valle Enmedio, lo dejamos a nuestra izquierda y continuamos por la pista, ahora asfaltada, hacia el Camping La Nava, dirigiéndonos al embalse de Cañada Mojada, bonito lugar donde la tranquilidad de sus aguas reflejaban el entorno, por lo que los clic de las cámaras no paraban de sonar.

Unos metros más arriba, un buen sitio y mejor momento para repostar, los pinares nos daban una excelente sombra, la brisa nos refrescaba y aunque estábamos a unos 10 km. en línea recta de Madrid, el canto del cuco, nos acompañó en nuestro descanso.

Habíamos llegado al ecuador de la excursión y, comenzamos un ascenso que parecía que nunca terminaba. Continuamos la marcha, por una senda paralela al arroyo Chulevo, donde alcanzamos el Collado de la Gargantilla y nuevamente tomamos la antigua carretera que sube a Cueva Valiente, punto para futuras excursiones.

El resto de asfalto que quedaba en la pista, hacia algo pesado el caminar, junto con la pendiente y la poca sombra, hicieron que fueran los momentos mas duros de la jornada y como en otras tantas ocasiones, los restos de la feroz y sangrienta guerra que sufrieron nuestros abuelos, desde el 1936 al 1939 yacían esparcidos a nuestro alrededor, a un lado los de los republicanos y a otro, los nacionales.

La pista, cada vez tomaba mas inclinación, poco a poco ganábamos altura, con poco viento refrescante y alguna que otra parada para contemplar el paisaje y bautizar alguna roca. El ascenso se hizo bastante pesado, fueron 8 Km. de subida continuada desde que escuchamos al cuco.

Dejamos la carretera a escasos 1.5 Km. de cueva Valiente, para tomar una senda por fin descendente. En un kilómetro bajamos lo que habíamos subido en cuatro. La teoría de que todo lo que sube, baja, cierta es, pero la intensidad entre la subida y la bajada… dejo los puntos para que cada uno tome sus conclusiones.

Llegamos de nuevo al Collado del Hornillo, principio y fin de esta esplendida excursión; tuve la sensación de estar prácticamente los casi 18 Km. subiendo y, viendo ahora el perfil de la marcha, estuvimos subiendo el doble de kilómetros que bajando.

Amigos, yo pasé un día fenomenal, los kilómetros y el desnivel los justos, el entorno, el clima de 10 y de la compañía qué decir, con vuestro permiso le daré sus 5 hermosas sicarias a la jornada 344 Valle de Enmedio.
Paco Donaire

FOTO REPORTAJES
Foto reportaje de José María Pérez

VÍDEOS

FOTOS

miércoles, 26 de abril de 2017

Excursión 343: Collado de la Ventana por el Hueco de San Blas

FICHA TÉCNICA
Inicio: Hueco de San Blas
Final: Hueco de San Blas
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia:  11,9 Km
Desnivel [+]: 905 m
Desnivel [--]: 905 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 25

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
Otra preciosa ruta por la espectacular Pedriza. No encuentro palabras para describirla. A pesar de la dificultad de encontrar calificativos suficientes para describir la belleza de todo lo vivido por el GMSMA este pasado miércoles, intentaré compartir con vosotros, de forma breve, mis sensaciones.

El Boss nos había citado a las diez de la mañana en el aparcamiento de Manzanares el Real, para desde allí desplazarnos en nuestros coches a las proximidades del Hueco de San Blas, lugar también conocido como La Olla de San Blas. Después de recorrer una interminable pista de tierra en muy malas condiciones, que pondrían a prueba la amortiguación de nuestros coches, llegamos al aparcamiento situado en Las Pozas, junto al arroyo del Mediano, desde el cual emprenderíamos la ascensión hacia el Collado de la Ventana, guiados por nuestro guía experto, Paco Cantos.

Desde el primer momento y sin ningún calentamiento previo que nos ayudara a ir adaptándonos a la importante subida que nos aguardaba, comenzamos la dura y vertical ascensión, que nos conduciría al Collado de la Ventana siguiendo la senda de la Herrada.

A buen ritmo, comenzamos la subida con mucho ánimo y una estupenda temperatura, acompañados por nuestras mascotas Mecha y Teo. Pronto comenzarían los primeros jadeos. Entre una gran cantidad de pinos tumbados por el viento y la nieve, a medida que subíamos por una estrecha senda zigzagueante, nuestro boss, enseguida saco uno de sus suculentos sándwiches, que naturalmente compartió con Teo, consiguiendo de esta forma que ya no se separara de él en todo el camino.

Mientras ascendíamos disfrutando del embriagador olor a tomillo rastrero que los compañeros que encabezaban el grupo iban pisando y entre las caprichosas rocas de mil formas diferentes a las que cada uno de nosotros iba bautizando con distintos nombres en función de su parecido, dejábamos a nuestra derecha el Cerro de los Hoyos y más arriba, La Cuerda Larga y La Najarra.

Como es costumbre, alrededor de las 12:00 y con unas preciosas vistas, hicimos el primer y corto descanso, para tomar un refrigerio e hidratarnos convenientemente, dando unos buenos tientos a las comunitarias botas de vino, tan apreciadas por el grupo.

Pronto continuamos la ascensión, pues aún quedaban bastantes metros de desnivel que deberíamos superar. La ruta, aunque dura, se hizo muy llevadera, la belleza del paisaje con sus caprichosas e innumerables rocas de sugerentes formas, nos tenían maravillados y los metros de subida, iban pasando y sin que nos diéramos cuenta estábamos en el Collado de la Ventana.

Hechas las fotos desde tan espectacular mirador, nos dirigimos al risco del Moro, bajo el que volvimos a extasiarnos con magníficas vistas de riscos tan emblemáticos como el Caracolillo, las Damas o el Cocodrilo, el Cerro de los Hoyos y más lejos las Torres de la Pedriza.

Entre risas, fotos y conversaciones de lo más variadas, casi sin darnos cuenta, estábamos bajo el Caballito de Ajedrez y el Alfil, y viendo a nuestra derecha las dos Torres y al fondo, La Sierra de los Porrones. Aprovechamos la magia del lugar, para hacernos la foto de grupo. Todos estábamos extasiados por la belleza del entorno.

Iniciamos desde allí, una vertiginosa bajada, vigilados por unas cabras, dejando a un lado el Cancho de las Biólogas y el Mogote de los Suicidas, descendiendo entre rocas, ya un poco cansados por el importante desnivel superado, hasta la pradera de Navalejos y entre 

Hicimos nuestra segunda parada gastronómica en el llamado Jardín de las Llamas, nombrado así, porque las rocas del entorno, semejan a las llamas del fuego. Un rincón realmente espectacular. Finalizado el descanso y una vez dada buena cuenta de nuestros bocadillos montañeros y de dejar en los huesos las botas de vino, continuamos caminando, enlazando con el PR-1, uno de los rincones más bellos de la pedriza, que a mí personalmente me recordaba a una anterior excursión montañera por el llamado Laberinto de la Pedriza. Para ello, tuvimos que introducirnos, no sin cierta dificultad en distintas oquedades y arrastrar nuestros cuerpos serranos, para poder salir al otro lado de un mágico pasadizo, que dio a la ruta un plus de diversión y aventura.

Con la ayuda inestimable de mi amigo Melchor, que me enseñó cómo atarme las botas en modo bajada de montaña, comenzamos a descender, hasta llegar a otro precioso rincón, a quien alguien ha puesto como nombre Milhojas, por recordar sus rocas apiladas a un montón de hojas, puestas unas encima de otras. El sitio, junto al Cancho de Coberteros, era tan espectacular y la temperatura tan agradable, que allí mismo decidimos echarnos una siestecita al sol, de lo más reconfortante, mientras los guías decidían por dónde continuar.

Finalizado el descanso, y puesto en pie nuestro querido boss, comenzamos una fulgurante y dificultosa bajada hasta llegar a nuestros coches, pasando junto al Risco de San Pedro y un encantador pinar.

Terminamos la inolvidable jornada en la plaza de Manzanares el Real, donde compartimos unas frías y reconfortantes jarras de cerveza. y por unanimidad, otorgaremos a la ruta de hoy 4,5 sicarias.

Aprovecho la ocasión para enviaros un abrazo a cada uno de vosotros y uno muy especial para nuestro querido compañero Jesús Cordero, que hoy no ha podido acompañarnos, por circunstancias familiares.

Gracias a todos por los buenos momentos que compartís conmigo.
José Luis Fernández

FOTO REPORTAJES
Foto reportaje de Francisco Nieto

miércoles, 19 de abril de 2017

Excursión 342: Camino de San Frutos. Etapa 2. Torrecaballeros - Sotosalbos

FICHA TÉCNICA
Inicio: Torrecaballeros
Final: Sotosalbos
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia:  16,2 Km
Desnivel [+]: 329 m
Desnivel [--]: 316 m
Tipo: Solo ida
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: 
Valoración: 3,5
Participantes: 32

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
Era ésta la segunda etapa del Camino de San Frutos, que habíamos iniciado hacia mes y medio en Segovia, recorriendo en aquella ocasión los primeros 14 Km de los cerca de 88 necesarios para llegar a la Ermita de San Frutos, y si bien el final de aquella etapa fue Espirdo, por motivos logísticos ésta la comenzamos en Torrecaballeros.

Tras dejar algunos coches en Sotosalbos, final de la ruta, los 32 participantes de esta excursión echamos a andar desde la puerta de entrada del Rancho de la Aldegüela, donde luego comeríamos. En fila india salimos en dirección norte por un camino que pronto giró al noroeste para luego seguir hacia el noreste hasta llegar a Basardilla. Recorrido del que apenas pudimos casi ni darnos cuenta, enfrascados en saludos de reencuentro y animadas conversaciones, aunque sí recuerdo las excelentes vistas, apenas interrumpidas por esporádicos árboles, de la alargada silueta de la Sierra de Guadarrma, adornada por la nieve en sus más altas cumbres.

Caminamos por la inacabable llanura segoviana entre secos prados que clamaban agua para florecer y alegrar las caras de las mustias vacas, que tendidas se las veía desganadas por no tener los pastos, que en esta época del año, se suponen deberían ser jugosos y coloridos.

Con la seguridad de que en las esquinas de las cercas siempre había una zona de paso, cruzamos varias fincas para enseguida divisar la Iglesia de San Bartolomé de Basardilla. Junto a unas rocas, a pocos metros de entrar en el pueblo, paramos a tomar el tentempié y hacernos la foto de grupo. 

Reanudado el camino, entramos en el pueblo a sellar en el bar el Rincón de Belén las credenciales de peregrino que Angel V. nos había entregado a cada uno y de paso tomarnos unas cervezas acompañadas de una tortilla, que estaba buenísima -invitados por los Fernandos del grupo- y que presagiaba ser un sitio donde se comería bien, de lo que Antonio tomó buena nota para futuras excursiones.

Animados por el buen tiempo, mucho mejor del esperado, continuamos en dirección noreste entre más cercas y caminos hacia Santo Domingo de Pirón, con el aliciente que siempre supone vadear arroyos. 

El primero que cruzamos, casi sin darnos cuenta, fue el arroyo Quemado, a continuación el río Pirón, donde cada cual mostró su estilo preferido: salto de piedra en piedra o directamente por el agua, a dos o cuatro patas. El arroyo de Sotosalbos fuemás fácil, lo cruzamos por el puente de la carretera, tras haber disfrutado de las florecillas blancas que flotaban en sus quietas aguas.

Por la carretera, enseguida entramos en Santo Domingo de Pirón, en cuyo ayuntamiento sellamos las credenciales tras contemplar  curioso crucero de entrada y la iglesia de Santo Domingo de Silos, de estilo románico (S.XIII), declarada Bien de Interés Cultural en 1995.

El último tramo lo realizamos cruzando varias dehesas, con sus respectivas vallas, dos veces el arroyo de Sotosalbos y el Endrinal, llegando en agradable paseo a Sotosalbos, donde recorrimos sus calles y contemplamos su bella iglesia románica de San Miguel (S.XII), considerada una de las iglesias románicas más bellas de la provincia de Segovia. dando así por finalizada la ruta.

Sólo quedaba dar cuenta de los cochinillos y corderos que junto a otros apetitosos platos nos había preparado Casilda en el Rancho de la Aldegüela, que junto con el SPA que algunos disfrutamos, puso el broche de oro a esta apacible ruta, que bien se merece 3,5 sicarias.
Paco Nieto

miércoles, 5 de abril de 2017

Excursión 341: Valle del Río Moros

FICHA TÉCNICA
Inicio: La Panera
Final: La Panera
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia:  20 Km
Desnivel [+]: 365 m
Desnivel [--]:  365 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: 
Valoración: 4
Participantes: 37

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta






















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN
Habíamos quedado a las 10,30 en el aparcamiento del área recreativa de La Panera, cerca del Espinar. Y allí nos juntamos 37 senderomagos, dispuestos a disfrutar del buen día que comenzaba, con mucho sol y un vientecillo fresquito. Hoy nos acompañaba Mecha, pero no Teo, que se quedó en casa por miedo a las procesionarias del pino, aunque por estos parajes no hay.

Comenzamos la marcha cruzando el puente de la Panera, para remontar la margen derecha del río Moros, que nos acompañaría a lo largo de todo el camino, primero por una carretera de asfalto que pronto pasó a ser pista en cuanto rebasamos la entrada a la dehesa y que del 1 de julio al 30 de septiembre está cerrado. Íbamos a recorrer el valle del río, también conocido como Garganta del Espinar y, en la Edad Media, como Garganta de Ruy Velásquez, aunque nadie sabe por qué. 

El río Moros nace en las faldas del Montón de Trigo de la unión de los arroyos Tirobarras y del de los Ojos (su manantial recibe el nombre de Ojos del río Moros) y en todo su recorrido no para de recibir, por ambas riberas, arroyos procedentes de las sierras que le rodean, hasta desembocar finalmente en el río Eresma, y éste en el Duero, lo que significa que una gota nacida a pies del Montón de Trigo puede acabar en Oporto, ¡todo un viaje!

Entre esbeltos pinos albares, caminamos en leve ascensión por una pista de tierra, pasando junto a varios refugios que adornaban el paisaje, hasta llegar al desvío que nos llevaría al embalse del Tejo.

El paisaje que se abre ante nuestros ojos es espectacular, los montes cubiertos de pinos silvestres y, abajo, el agua, brillante bajo el Sol. 

Nos llamó la atención el especial aliviadero del embalse que conduce las aguas del río Moros. Aquí paramos para tomar el aperitivo, beber vinillo de las botas y hacer un breve descanso. También hicimos la foto de grupo. Anduvimos hasta el final de la presa y pudim
os contemplar la Mujer Muerta por su lado sur, con una perspectiva poco habitual de la Peña del Oso, y la Pinareja.

Tras la parada, continuamos nuestro camino hasta el Embalse del Vado de Las Cabras, también llamado de El Espinar, más pequeño que el del Tejo, pero no menos bonito.

Desde allí podíamos ver el Montón de Trigo. Subimos a lo alto del embalse y las estrellas fugaces, con pena, nos dimos la vuelta para regresar pronto a Madrid.

Según me contaron después, el resto del grupo continuó bordeando el embalse hasta cruzar el río Moros por un puente que les llevó a la ribera este del embalse, por la que recorrieron una
pista que va faldeando las moles de Peña Bercial, Peña del Águila y la Peñota, con bonitas vistas de los dos embalse, cuyas azules aguas se entreveían por los claros del bosque.

En una verde pradera, junto al refugio de la Vaqueriza, pararon a comer e incluso a sestear como nunca se había hecho hasta ahora, sin prisas. Continuaron en suave descenso hacia la Majada Holgada, donde se desviaron para acercarse a la pradera de Navalatienda, un oasis verde en el camino, en la que lamentaron no haberse llevado un balón para jugar un rato.

Prosiguieron descendiendo por la Loma de la Cacera, en dirección a las Dehesas de la Garganta y tras vadear el arroyo de la Gargantilla, llegaron a las Casas del Molino, cruzando por un puente el río Moros, al que siguieron hasta llegar de nuevo al aparcamiento.

Una excursión preciosa, siempre acompañados del rumor del agua y de la buena conversación de nuestros compañeros, disfrutando de un paseo primaveral.

Por todo ello, esta excursión merece ser calificada con 4 sicarias.
Raquel Clabo 

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