miércoles, 24 de mayo de 2017

Excursión 347: El Espinar - Cabeza Renales

FICHA TÉCNICA
Inicio: El Espinar
Final: El Espinar
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia:  16,1 Km
Desnivel [+]: 774 m
Desnivel [--]: 774 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 3,5
Participantes: 31

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta















TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN
24 de mayo, crónica de la ruta, y ¿cómo empiezo? Mecachis… ya me han liado. A ver el santoral del día: ni pintado, María Auxiliadora. ¡Socooooorro María, que no sé qué contar!

- Hola Solete ¿cómo estás? (es Antonio, el Boss).

- Bárbara, no hay más que verme (la tontería que digo siempre, a pesar de los kilos, las canas y las arrugas, arriba ese ánimo…).

- Hoy te ponemos tu estrella (mucho está dirigiendo la palabra el Boss a la nueva y sin una copa de vino delante como en otras ocasiones, esas comidas de fin de ruta a su vera… presidiendo. Aquí hay gato encerrado).

- Sí, que ilu me hace. Chuletón y estrella (me estoy haciendo la guay mientras sigo buscando al gato).

- Pues para redondear, te nombro cronista de la ruta de hoy (y se queda tan pancho… ¡pa matarle!).

- Pero Antonio, que yo soy una senderoanalfabetamaga. Que después de 20 años esquiando en Valdesky, no distingo la Bola del Mundo de Cabeza de Hierro (ya ha aparecido el pu…ñetero gato)

Y aquí estoy, enfrentada a la hoja en blanco y pensando ¿por qué a mi? Si, además, soy de la Mutua… Y sin recordar ni como se llamaba el pueblo donde aparqué al comienzo de la excursión, con la única compañía de un Izadi crianza, que bien merece la mención.

Echo un vistazo de espía a la última crónica, firmada por Jorge Montero, y me encanta como escribe pero… esa es otra, no me acuerdo de los nombres de los montes, valles, veredas, picos, sierras y demás accidentes geográficos de la ortografía madrileña, como para acordarme de los nombres de los senderomagos del GMSMA (y lo que me ha costado aprenderme el jodío nombre del grupo). ¿Quién es Jorge Montero? ¿Será “El Culito respingón” o quizá “El Wikipedia? “El Rijoso” seguro que no es. Ni “el superligón”, “La cabra montesa” tampoco. Ni “el reportero”, ni “El tímido”. Ni “El de la bota”, ni “el qué piernaaaas”. Ni “el Largo”, ni “el italo-alemán con acento extremeño”. Quizá el “supereducado” o “eltímidoyfelizmentecasadoconestehayquetenercuidado”, ¿“el pintor” o “el comisario”? quién será…. ¿“el coqueto”? ¡Le tengo! “el del avión”. En fin, no recuerdo ni un nombre, pero a cada cual le identifico. Y a cada cuala también, “La pelos”, “la poli”, “la cocinera”, “la cartagenera”, …

Jorge Montero “el del avión”, espero hacerte sombra literaria con esta crónica.

Pues empezamos más o menos en hora, en no sé qué pueblo de la sierra madrileña. Somos un puñado de gente con ganas de andar, de no pasar demasiadas penurias ni calamidades después de la última, con mucha agua “por si acaso”, espero que con alguna bota de vino también, con buen humor y con una meta en forma de pico, que no sé cómo se llama, ni a cuántos kilómetros está, con un desnivel suave a mi corto entender y ni idea dónde acabaremos, ni falta que me hace saberlo.

Después de un rato caminando sin el más mínimo sobresalto, llegamos a un clásico de nuestras rutas, una valla para saltar y, como el grupo peina canas, teñidas o no, nos sentimos un poco ilegales, trasgresores y atrevidos cuando trepamos para salvarlas. Y alguno hasta se siente como el cuñado avezado de Indiana Jones y dado que la valla en cuestión, no levanta ni veinte palmos del suelo y el mayor riesgo que entraña saltarla es hacerse una carrera en los calcetines, le da ese toque que tanto me gusta en un hombre: hacer difícil lo sencillo: inicia el salto de la valla hablando por el móvil con una mano, el bastón en la otra, haciendo equilibrio con los pies y cayendo al otro lado como un príncipe, sin cortar la conversación telefónica y sin perder la compostura. Así son los chicos del GMSMA.

Durante el camino, es curioso escuchar las diferentes conversaciones de los pequeños grupos que se van formando. Como diría “el qué piernaaaas” es como ir cambiando el dial de una radio, aquí un programa de cocina, aquí uno de fútbol, aquí una crónica rosa, aquí una tertulia política. Me sorprendió oír como en un grupo de chicas, se hablaba de fútbol con más pasión que en otro de chicos se hablaba de sexo (o de no sexo, no recuerdo…).

Llegamos a otro clásico, alambrada para cruzar. En esta ocasión, hay que echar cuerpo a tierra y arrastrarse cual reptil bajo sus fauces puntiagudas y oxidadas (ya sé que la frase es grandilocuente para la escena, pero qué queréis, si no puedo meter tecnicismos tendré que meter lírica). Aquí se presenta otra bonita escena digna de mención. Uno de los múltiples caballeros del grupo, se presta a poner en riesgo sus manos para agrandar en la medida de lo posible, el espacio que el monstruo de dientes afilados y oxidados deja para el paso. Otro caballero, menos arriesgado pero igualmente espabilado, cámara en mano, fotografía desde la retaguardia la escena. Los hay que caben hasta con la mochila a la espalda, ¡click! los hay que no caben ni quitándosela, ¡click¡, las hay que pasan haciendo abdominales para no mancharse la camiseta, ¡click¡, las hay que como la llevamos negra nos da igual arrastrarnos, y además, después de haber pasado otras alambradas boca arriba, preferimos pasar esta boca abajo, no vaya a ser…. ¡click¡ La postura se presta para una bonita foto desde y de la retaguardia, quién fuera Kim Kardashian para protagonizar una buena instantánea, pero qué va, lo único que me crece desde que camino con el GMSMA es la tripa, la retaguardia tan escurrida como siempre. Lo siento por el fotógrafo.

Siempre me sorprende lo grande de las mochilas de los chicos y lo pequeño de las nuestras, debe ser que nos sentimos seguras entre tanto caballero andante, que tan pronto te tiende una mano para dar ese paso arriesgado, como te ofrece un chute de glucosa en mitad de una pájara, como te venda un arañazo como quien cubre un desgarro, te brinda su último sorbo de agua fresca bajo un tórrido sol o su forro polar en una gélida mañana. Así son los chicos del GMSMA.

Hacemos cumbre como quien corona un ocho mil, paseando entre flores amarillas que no recuerdo tampoco el nombre, pero son muy monas. Y por fin, la hora del ángelus, del bocata, de la bota de vino, de voy a hacer un pis que antes no me he querido parar para no quedarme atrás, de me voy a quitar la piedra de la bota ahora que están todos quietecitos y me va a dar tiempo. En fin, ese momento glorioso del dios mío cuánto queda.

Corre la bota de vino, los frutos secos, los pequeños bocatas que hoy hay chuletón, el dulce, la fruta, en fin, reponemos fuerzas y empezamos a pensar en el descenso. El Boss se levanta y como si hubieran tocado a retirada con un trompetín, todo el mundo se pone en pie. Nos preparamos para la foto de grupo con un telón de fondo precioso, esa bonita sierra madrileña cuyos nombres de picos algunos recitan, como si de una letanía se tratara. Peñalara, Cabeza de Hierro, Valdemartín, Guarramillas, la Bola del Mundo, La Maliciosa, El Nevero, La Pinareja, La Mujer Muerta, Montón de Trigo, Siete Picos, La Najarra. Algún día me los sabré sin recurrir a Google. Mientras, me preocupo de meter tripa, estirar el cuello para disimular la papada, no sonreír demasiado para que no salgan mis dientes torcidos y rezar para que la foto salga bien a la primera porque no es fácil mantener esta pose dos veces.

La bajada empieza suave pero sin senda, como es habitual en los trazados del Boss, entre jaras, entre piornos, entre brezo, entre zarzas, como me gustaría saberme los nombres de la multitud de plantas y arbustos con los que me estoy arañando las piernas, quién me manda quitarme los pantalones largos, jopé, pero cualquiera se para ahora a ponérselos, te sacan tanta ventaja que te dan ganas de estrenar el silbato para que te esperen.

En un alarde de valentía, levanto la vista del suelo para ver a los cabecillas del grupo y descubro con cierta turbación, que el Boss parece perdido, está en una senda marcada, caminando con rumbo definido y sin el más mínimo peligro cerca. Definitivamente, está perdido. Ocasión que aprovechan los estrellas fugaces para huir hacia el pueblo. 

Gracias a dios, en un trecho no muy largo, se encuentra así mismo y encuentra el “no camino”, la “no senda”, el rumbo indefinido y ciertos peligros acechantes, como chuletones silvestres (también conocidos como vacas sueltas), bajadas por terrenos donde ya no puedes mirar más que al suelo para ver donde pones el culo cuando caigas, setas hipervenenosas (que seguro que son níscalos pero me cuadra en el relato que sean peligrosísimas), hasta una talla en una piedra que dice CON AMOR I J (no me digáis que no es peligroso tanto amor como para tallar eso en mitad del campo y va el Boss y nos pasa por al lado). 

Bueno, tras la eterno descenso, llegamos al pueblo y menos mal que todos sabían dónde habíamos aparcado los coches, porque yo ni idea. No me oriento ni en mi pueblo.

Lo del chuletón y mi condecoración, en el restaurante del Alto del León (por fin me acuerdo de un nombre), es harina de otro costal y una historia que da para su propia crónica. Eché de menos a los ausentes y un poco menos a las ausentas, porque de verdad que ser la única fémina entre tanto caballero, fue una experiencia inolvidable. 

Ahora para aquellos que quieran saber dónde acontecieron estos hechos, todas las características técnicas de la ruta y todos los nombres de picos y valles, fauna y flora y demás nimiedades, leeros el foto reportaje de Paco “el qué piernaaaaaas” que os lo cuenta muy técnicamente y en quien he delegado también eso de las sicarias.

Gracias a todos por vuestra acogida y espero ser merecedora de muchas estrellas más.
Solete

FOTO REPORTAJES

viernes, 19 de mayo de 2017

Excursión 346: Embalse de Bolarque por ruta de los Desamparados

FICHA TÉCNICA
Inicio: Presa de Buendía
Final: Presa de Buendía
Tiempo: 7 a 8 horas
Distancia:  17,3 Km
Desnivel [+]: 644 m
Desnivel [--]: 644 m
Tipo: Circular
Dificultad: Alta
Pozas y agua: Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 5
Participantes: 27

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
Ver esta ruta en Wikiloc


RESUMEN
Tres excursiones por el precio de una. ¿hay quien de más? Así podríamos definir la excursión que hicimos a estos embalses.

La primera excursión fue atravesar Madrid a las 8:30 de la mañana, con Carlos de copiloto, analizando minuto a minuto cuál era la ruta mejor. Fue una carrera espectacular, digna de los mejores rally. El piloto (Javier) ya está en el libro Guinness por cruzar Madrid de Oeste a Este, en un tiempo récord. Los del Noroeste solo tardamos dos horas en llegar a la presa del embalse de Buendía (Cuenca). Allí nos reunimos  los 27 senderomagos que estábamos dispuestos a disfrutar de una bonita excursión donde habría ocasión de darse un refrescante baño (dixit). Hoy no se admitían "estrellas fugaces".

La propuesta para hoy del "Boss" era pasear hasta la ermita de Nuestra Señora de los Desamparados, siguiendo el curso del río Guadiela, para después volver por las crestas de la Sierra de Enmedio, que separa los embalses de Buendía (río Guadiela) y Bolarque (río Tajo).

La segunda excursión del día fue un placentero paseo por el cañón del río Guadiela, hasta la mencionada ermita de los Desamparados. El camino sin ningún desnivel, la temperatura primaveral y las aguas verde esmeralda del río nos transmitió una sensación de bienestar y alegría que nos duró hasta la ermita.

Antes de llegar a la ermita, paramos en el Pontón, un puente de madera que une ambas orillas del río y al ex cronista oficial Melchor se le cayó el sombrero ¿quién lo cogerá? ¿Quién iba ser? Efectivamente, Paco N., quien raudo y veloz se puso el bañador y rescató de las gélidas aguas el sombrero antes de alejarse definitivamente de nosotros. Todo acabó con un abrazo entre ambos. No hubo nadie más que quisiera bañarse.

Después de esta hazaña, continuamos el camino hasta la bonita ermita de la Virgen valenciana, que según cuentan las crónicas se encuentra allí porque un soldado trajo la imagen desde Valencia, en el siglo XVI. El entorno es muy bonito y aprovechamos para tomar unas frutas, sobre todo el excelente membrillo que había hecho Paloma, y para hacernos la foto de grupo.

La tercera y autentica excursión, comenzó aquí. Para acceder a ella, como en el anuncio de Enrique Busián, hay que subir unas "cómodas" escaleras. En este caso por detrás de la ermita: había que "encrestar" la Sierra de Enmedio y encaminarnos hacia el Pantano de Bolarque, donde se juntan los ríos Guadiela y Tajo.

Una vez arriba divisamos la presa y los respiraderos del Trasvase Tajo-Segura. Paco D. nos estuvo explicando cómo se lleva a cabo la elevación del agua, para salvar el fuerte desnivel.

A lo lejos vimos la primera central nuclear que se instalo en España, la de Zorita de los Canes, que estuvo funcionando desde 1969 hasta 2006, y fue desmantelada definitivamente en el 2009.

Paramos para comer debajo de "el árbol" de la sierra, donde contemplamos las preciosas vistas de los embalses.

A partir de aquí, ya no había pista, ni sendero; solo rocas, matorrales, zarzas y árboles quemados en el suelo. Caminábamos por terreno salvaje. Los que llevamos pantalón corto, lo pasamos mal o muy mal, pero lo "más divertido" estaba por llegar. Comenzaron las subidas y las bajadas, siempre "cresteando", con un sol de cuidado, y naturalmente comenzaron los problemas. Rosa (saky) se clavó una rama en la pierna y comenzó a sangrar de forma aparatosa, menos mal que el equipo médico estaba próximo y rápidamente le curaron y vendaron, pero antes de acabar con esta herida, otra senderomaga tuvo un mareo, al que el equipo médico habitual rápidamente socorrió dándole glucosa que tuvo efecto inmediato. La afectada piensa que el sincope le dio al ver tanta sangre.

Ya veíamos el lugar donde dejamos los coches, pero para nuestra desesperación no se podía bajar en línea recta, así que continuamos descendiendo y subiendo cuestas, ya sin apenas agua en las cantimploras, ..., y comenzaron las "pájaras", por lo que el grupo se fue estirando cada vez más, pero finalmente llegamos al final todos sanos y salvos, y muy contentos de que no nos nevase, ni hubiese niebla en todo el recorrido.

Para celebrarlo qué mejor que dos o tres cervezas, que con mucho gusto invitaron los que cumplían años, la que estrenaba estrella y uno que era abuelo por primera vez.

Si las sicarias se dan en función de la belleza, la dureza y el compañerismo, estas tres excursiones deben tener la máxima puntuación, 5 sicarias cada una: total 15.
Marcos Herrero

FOTO REPORTAJES

VÍDEOS
Vídeo de Carlos Muñoz

FOTOS

miércoles, 10 de mayo de 2017

Excursión 345: Cueva del Maquis y Cancho Mágico

FICHA TÉCNICA
Inicio: Mataelpino
Final: Mataelpino
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia:  10 Km
Desnivel [+]: 736 m
Desnivel [--]: 736 m
Tipo: Circular
Dificultad: Alta
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 17

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta


























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta















TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RESUMEN

Interesantísima jornada la de esta excursión, a la que hemos llamado ‘Cueva del Maquis- Cancho Mágico’, pero que bien podremos recordar por muchos otros nombres: ‘La de las excusas’, ’la de hacer camino al andar’, ‘la del buitre’, ‘la de los 13 magníficos’, ‘la de sólo una chica’, ‘la cortita’, ’la entretenida’,  ‘la de los patucos’, etc …. Veamos el motivo de estos nombres alternativos:

LA DE LAS EXCUSAS: Por la gran cantidad de ‘esta me la pierdo, y bien que lo siento, que lo paséis bien’ que ha habido y las correspondientes excusas: los nietos, ir al pueblo, ir al médico, estar de obras, es que me duele aquí, estar de vacaciones, etc …. Faltó un ‘estoy concentrado para el partido de esta tarde’ (ji, ji ..)

LA DE LOS 13 MAGNIFICOS: Ya que tan solo 13 gemesmanianos terminamos la excursión.

LA DE SOLO UNA CHICA: Pepa, la única chica de entre los 13 que terminamos ¡bravo por ella!

LA DE SE HACE CAMINO AL  ANDAR: Pues por eso, una buena parte del camino era ‘sin camino’ y hubo que apañárselas como pudimos, haciendo camino al andar.

LA DEL BUITRE: Por el nido de buitre, con polluelo incluido que tuvimos la suerte de encontrar y contemplar. No pienso decir donde, por cierto.

LA CORTITA: A priori iban a ser sólo 8 km, super cortita, si bien al final fueron 2 km maá. ¡que raro! ¿no?.

LA ENTRETENIDA: Porque lo fue y mucho. No sólo por las vistas, el Cancho Mágico, el buitre, etc. Sobre todo por lo de ‘hacer camino’, que resultó entretenido y hasta divertido.

LA DE LOS PATUCOS: como método infalible para determinar el sexo de animales o plantas, por ejemplo el de la jara. Por el color de los patucos.

Bueno, volviendo al tema de la asistencia, pasemos a analizar algunas frases o palabras que incluidas en las convocatorias del jefe permiten una previsión del volumen de asistentes.

Conceptos como "tranquila excursión", "apenas desnivel" o "y para terminar comeremos en …", suelen ser indicadores de mucha asistencia. Por otro lado, si Antonio dice cosas como "llevar mucha agua",  "si la lluvia nos respeta", "700 metros de desnivel" pues lo contrario, y no digamos lo que incluyó en esta ocasión: "consolidar el camino, llevar manga larga, pantalón largo, guantes" y "posibles arañazos", pues peor aún: Pírrica asistencia.

Y es que el campo es campo, y el monte es monte. Y en el campo o en el monte llueve, hace sol, hay bichos, cuestas , piedras, rocas, jaras, pinchos e incluso muchas, demasiadas, vallas y alambradas.

Bueno, al grano, el punto de encuentro era el aparcamiento de Matalpino, pero resulta que hay varios, por lo que a alguno nos tocó andar un tanto perdidos hasta encontrar el correcto. Éramos muy pocos, 17 ¡ sólo 17! Menos de la mitad de lo habitual de los miércoles. Y nos disponíamos a recorrer el mismo trazado que unas semanas antes habían hecho un grupito de exploradores gemesmanianos.

Avisados estábamos de que una parte iba a ser muy dura, la subida, por su fuerte pendiente y sobre todo porque en este tramo no había un camino claro ni mucho menos, por lo que tendríamos que abrirnos paso entre las jaras como buenamente pudiéramos. De ahí el riesgo de arañazos, la conveniencia de llevar manga y pantalón largos, etc, e incluso la necesidad de trabajar para conseguir hacer camino, Uff, "trabajar"·, esa sí que es una palabra elimina asistentes.

Comenzamos a andar saliendo del pueblo por el este, utilizando un tramo del GR10, cruzando por primera vez el Arroyo de las Callejas y poco después el Arroyo del Palancar, continuando por la pista Cañada de los Cobachuelos, llana y ancha. Este camino de rosas nos indujo a pensar que tal vez el jefe se había liado o nos había gastado una broma al informarnos sobre la jornada. ¡ Ja , Ja! ¡Y una porra! Cuando llevábamos cerca de 2 km ¡zas! Nos salimos de la pista hacia la izquierda e iniciamos un brutal ascenso casi vertical, por la Senda de la Cueva del Maquis, por llamarlo de alguna madera. Era un senderillo en muy malas condiciones pero al menos transitable y adivinable. Tras un rato de ascenso implacable las cuatro estrellas fugaces de la jornada se dan la vuelta, viendo lo que aún les esperaba por hacer, y sólo nos quedamos ´los 13 magníficos’ y entre ellos Pepa ¡ super Pepa!, la única chica que completó la jornada.

El terreno se hacía cada vez más duro y empinado y ‘el camino’ ya había desaparecido. Nos guiaba Cristobal, unos de los exploradores de semanas atrás, usando como referencia las rocas de la cumbre así como las señales de piedras que ellos mismos habían colocado en su reciente paso. Pero la vegetación era exuberante por lo que tuvimos que esforzarnos para avanzar y habilitar un paso aceptable. También hubo que trepar por rocas, incluso pasar con dificultad por algún hueco entre ellas. Y sí, sufrimos arañazos, muchos menos de los previstos, y además resultó divertido y entretenido. Yo iba de los primeros, y era gracioso mirar hacia atrás y ver la fila entera medio agachada, mirando hacia abajo, trabajando para poder avanzar. Alguien me dijo que el que cerraba el grupo ( un tal Sant….) no colaboraba mucho, al fin y al cabo, como era el último pues estaba verificando que realmente se podía caminar tras nuestro paso, oye también es verdad ¿no? Era el de Control de Calidad.

Tras un rato largo llegamos a uno de los puntos de interés del recorrido, un viejo alcornoque de tronco gordísimo y hermoso que parecía brotar de la nada entre las rocas próximas. Me llamó la atención que pese a lo complicado de llegar hasta él, hubiera un cartelito que requería respetarlo, evitando pisar sus gruesas raíces que sobresalían de la tierra para no deteriorarlo.

Un poco más de ascensión y llegamos a otro de los reclamos: La Cueva del Maquis, así llamada por que tras la Guerra fue utilizada como refugio por un grupo de maquis  de la zona, cuyo líder utilizaba el pseudónimo de Severo Audel de la Paz, de ahí que también se la llame Cueva de la Paz. Al parecer en ella tenían una rudimentaria imprenta y todo. Realmente no es una cueva, más bien un hueco amplio formado entre grandes rocas apoyadas unas en otras y con una segunda entrada más pequeña, pudiéndose pasar de lado a lado de forma razonablemente cómoda. Triste, muy triste el estado en que se encontraba, llena de pintadas por todas partes. En fin, muy difícil llegar hasta allí, pero los vándalos también llegan si se lo proponen. Paramos un rato para hacer el bocata del Angelus.

Más ascenso, el camino ya es algo más asequible hasta llegar a lo alto, en concreto al Collado de las Loberas. Una vez aquí tomamos hacia la izquierda la Senda de los Porrones, que era un camino claro y perfectamente definido. En el primero de estos porrones que nos encontramos aprovechamos para hacernos la foto de grupo,...bueno, de mini grupo.

Seguimos por esta senda, que trascurre por las cumbres de la cuerda, con breves paradas de vez en cuando, para admirar el paisaje espectacular a ambos lados. El tiempo era bueno, incluso soleado, en contra de las previsiones iniciales, según las cuales iba a llover todo el día. Pero no: Ni una gota. Seguramente tuvo mucho que ver el pacto secreto de Antonio con San Pedro.

Pasamos por el Cancho de las Porras, ya estábamos muy cerca de otro de los reclamos de la excursión, el Cancho Mágico. Teníamos ganas de volver a él, hacia más de dos años de nuestra última visita a este sitio y tenemos un recuerdo muy especial. En aquella ocasión la subida fue menos dura en cuanto al trazado si bien a alguno nos tocó subir llevando un peso extra a nuestras espaldas. Parada obligada en Cancho Mágico, claro está, buenas vistas y mejores recuerdos. Fotos y más fotos.

Ya nos queda poquito para iniciar el descenso, antes pasamos el Cancho Porrón e inmediatamente después, en el Collado Porrón, giro a la izquierda y nos tiramos hacia abajo, a tumba abierta hacia Matalpino. La pendiente es fuerte, similar a la de la subida, en torno al 40% de media, dividida en dos partes separadas por una pradera, en la que hay restos de una vieja cabaña, y por el Arrollo de las Callejas, que cruzamos de nuevo.

Ahora sí podemos admirar la belleza de la retama florecida, y de las jaras, polemizando sobre el sexo de cada planta ¿ cual será macho y cual hembra? ¿ las de flores con manchas rojas en la base de los petalos o las totalmente blancas?, fácil solución, ‘patucos azules’ son machos y ‘patucos rosas’ son hembras ¿no?, vamos, de toda la vida. Incluso vimos peonias en varios puntos del camino y en todo su esplendor, preciosa flor difícil de ver por su corta duración y su escasez, de ahí que resulte complicado pillarla en el momento justo.

Tras esta pradera otra vez fuerte descenso, que termina en otra más amplia y acogedora, cruzando de nuevo el Arroyo de las Callejas, con un mar de florecillas tipo Heidi. Nos reagrupamos antes de continuar. Ya nos queda muy poquito, estamos casi el Matalpino, donde llegamos en un último tramo de suave descenso y entrando, al igual que habíamos salido, por otro tramo del GR10.
En resumen:
Dura jornada, pero no tanto.
Nada de lluvia, ni una gota, pese a las pesimistas predicciones.
Fantásticas vistas, del paisaje, de la vegetación e incluso de la cría de buitre (insisto en no decir en qué punto lo encontramos). 
Y bajas, muchísimas bajas, y mínima asistencia.
Por la dureza y lo que vimos, esta excursión se merece 5 sicarias.
Jorge Montero.

FOTO REPORTAJES

miércoles, 3 de mayo de 2017

Excursión 344: Valle Enmedio

FICHA TÉCNICA
Inicio: Collado del Hornillo
Final: Collado del Hornillo
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia:  18,3 Km
Desnivel [+]: 770 m
Desnivel [--]: 770 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 5
Participantes: 29

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
Ver esta ruta en Wikiloc


RESUMEN
El día promete, principio de mayo con la primavera reventona, temperatura ideal para la práctica del senderismo, cielo azul con alguna que otra nube blanca bien perfilada, Parque Natural Sierra Norte de Guadarrama por su vertiente segoviana y, como no, excelente compañía, cóctel seguro para que el día sea perfecto.

10:30 hora de salida en el Collado del Hornillo, situado pasados 6.5 Km. de la pista que sale del restaurante del Puerto de los Leones y que va hacia Peguerinos.

Tal como llegamos, sin tiempo para los saludos, Antonio dio la voz de “vamos”. Andamos apenas 300 m por la pista, dirección Peguerinos y tomamos un sendero a nuestra derecha, caminamos como 1,2 km y nos reagrupamos. Aproveché la parada para saludar a los que anteriormente no pude, entre otros a Antonio, quien me bendijo con la varita de cronista. Como añoro aquellos tiempos donde todos y, digo bien, todos corríamos hacia Melchor para obtener su gracia… pero los tiempos cambian.
Continuamos la marcha, girando nuevamente a la derecha, para llegar a Peñas Blancas, con espectaculares vistas al Valle de Enmedio.

Podríamos bautizar el paraje, como la “lite Pedriza”, con sus caracoles, sus tortugas, su león marino, sus caballitos perfectamente definidos y su carro del demonio. Este último símil, no lo vi, por lo que pregunté ¿carro del demonio? Y Paco me contestó, allí esta! pero mira que miré y, ni sus ruedas vi, ni su yunta avisté y, qué decir del constructor, tampoco apareció.

Aparte de la anécdota, el conjunto de moles de piedras es espectacular y para disfrutarlo más, hicimos allí mismo el avituallamiento de medio día.

Dejamos Peñas Blancas y tomando el mismo camino por el que llegamos, nos desviamos ahora hacia la derecha, para descender al Valle de Enmedio.

Tras cruzar el Valle, pasamos por las ruinas del refugio del mismo nombre y, al rato, despedimos a nuestros colegas fugaces. (Que si, que los fugaces hacen lo mismo, que si hacen más, que si menos, pero el título no hay quien se lo quite, hay que reconocerles el esfuerzo de acompañarnos todos los miércoles y compartir con nosotros solo parte de las excursiones).

Ya de bajada llegamos al arroyo del Toril y siguiéndolo en sentido descendente, llegamos a su pequeño embalse, en el que el cielo se reflejaba como si fuera un espejo.
Continuamos por la pista, muy cómoda de transitar, divisamos el camping Valle Enmedio, lo dejamos a nuestra izquierda y continuamos por la pista, ahora asfaltada, hacia el Camping La Nava, dirigiéndonos al embalse de Cañada Mojada, bonito lugar donde la tranquilidad de sus aguas reflejaban el entorno, por lo que los clic de las cámaras no paraban de sonar.

Unos metros más arriba, un buen sitio y mejor momento para repostar, los pinares nos daban una excelente sombra, la brisa nos refrescaba y aunque estábamos a unos 10 km. en línea recta de Madrid, el canto del cuco, nos acompañó en nuestro descanso.

Habíamos llegado al ecuador de la excursión y, comenzamos un ascenso que parecía que nunca terminaba. Continuamos la marcha, por una senda paralela al arroyo Chulevo, donde alcanzamos el Collado de la Gargantilla y nuevamente tomamos la antigua carretera que sube a Cueva Valiente, punto para futuras excursiones.

El resto de asfalto que quedaba en la pista, hacia algo pesado el caminar, junto con la pendiente y la poca sombra, hicieron que fueran los momentos mas duros de la jornada y como en otras tantas ocasiones, los restos de la feroz y sangrienta guerra que sufrieron nuestros abuelos, desde el 1936 al 1939 yacían esparcidos a nuestro alrededor, a un lado los de los republicanos y a otro, los nacionales.

La pista, cada vez tomaba mas inclinación, poco a poco ganábamos altura, con poco viento refrescante y alguna que otra parada para contemplar el paisaje y bautizar alguna roca. El ascenso se hizo bastante pesado, fueron 8 Km. de subida continuada desde que escuchamos al cuco.

Dejamos la carretera a escasos 1.5 Km. de cueva Valiente, para tomar una senda por fin descendente. En un kilómetro bajamos lo que habíamos subido en cuatro. La teoría de que todo lo que sube, baja, cierta es, pero la intensidad entre la subida y la bajada… dejo los puntos para que cada uno tome sus conclusiones.

Llegamos de nuevo al Collado del Hornillo, principio y fin de esta esplendida excursión; tuve la sensación de estar prácticamente los casi 18 Km. subiendo y, viendo ahora el perfil de la marcha, estuvimos subiendo el doble de kilómetros que bajando.

Amigos, yo pasé un día fenomenal, los kilómetros y el desnivel los justos, el entorno, el clima de 10 y de la compañía qué decir, con vuestro permiso le daré sus 5 hermosas sicarias a la jornada 344 Valle de Enmedio.
Paco Donaire

FOTO REPORTAJES
Foto reportaje de José María Pérez

VÍDEOS

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