lunes, 7 de noviembre de 2022

Excursión 662: Ibón y Barranco de Acherito

FICHA TÉCNICA
Inicio: Guarrinza-La Mina
Final: Guarrinza-La Mina
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 12,1 Km 
Desnivel [+]: 914 m 
Desnivel [--]: 914 m
Tipo: Circular
Dificultad: Alta
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 9

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta




















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

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RESUMEN
Por aquí bajaban los judíos que huían de la persecución nazi cuando Hitler se hizo con Francia. Pocos años antes, por aquí subían los españoles que huían de la persecución franquista cuando Franco se hizo con España.

Esto es lo primero que ves (y adivinas), cuando te bajas del coche en Guarrinza, que así se llama el fondo del Valle de Hecho (Val d'Echo, para los lugareños), y ves la cartelería instalada al comienzo del Chemin de la Liberté, llamado así por los franceses.

Ahora, nosotros vemos montañas. Vemos objetivos y nos ponemos a ello remontando el barranco de Las Foyas, que así le dicen por las hoyas (hoyos) que existen arriba del todo, donde los picos, junto a la frontera que aquí ya no se da.

Nueve ilusionados compañeros se ponen en marcha dispuestos a pasar el terrible frío que se anunciaba. Algunos ya hicieron hace pocos años este mismo camino, pero con niebla, de modo que nadie, excepto uno, tenía ni idea de lo que íbamos a ver. Los Pirineos, como la vida, te dan sorpresas.

A nuestra espalda se yergue el Castillo de Acher (d'Achert, para los de aquí) majestuoso. Frente a él, la impresionante proa del Chipeta Alto. Ambas montañas están separadas por el Valle que acoge al río Aragón Subordán.

Las hayas, a pesar de la rareza de este otoño, tapizan de amarillo y ocre las laderas. Frente a nosotros tenemos el pendiente Camino de la Libertad, del que paso a paso y sin darnos cuenta, nos vamos haciendo dueños alejándolo de sus tristes connotaciones históricas.

Poco más de una hora desde que arrancamos, tomamos la senda que nos llevará al Lago de Acherito (Ibón d'Acherito para los locales y ya, para nosotros también). Para quien no lo sepa, ibón es el nombre que en el Alto Aragón, se le da a un lago de montaña. Cuando llevas mucho tiempo viniendo a estos sitios, la palabra lago te resulta como extranjera.

Es ibón, como suena y, personalmente, creo que suena bien: Ibón, I-bón. Y mientras escribo este párrafo, nos acercamos al primer objetivo.

Es como en las pelis, la escena progresa a un ritmo pausado, los cambios del entorno son casi imperceptibles, una curva de la senda, un cambio de rasante, un giro de guion y aparece uno de los conjuntos más delicados y elegantes que ofrece el Parque Natural de los Valles Occidentales.

El ibón, casi redondo, con sus aguas cristalinas, te invita a recorrer con la vista su superficie hasta topar, al fondo, con un conjunto de escarpes faldeados de grandes bloques de roca caída por efecto de los hielos.

Estos picachos, que son los Picos del Ibón, se nos presentan como un telón de fondo, que da al paisaje el aspecto de un escenario donde nos hemos subido para hacer fotos y dar rienda suelta a las emociones, que no fueron poca cosa.

Tras un descanso bien abrigados en el que hemos tomado el tentempié, nos ponemos de nuevo en marcha a por el siguiente objetivo: alcanzar la divisoria fronteriza.

El viento se hace fuerte pero, afortunadamente, no hace tanto frío como decían las previsiones. El cielo se alió con nosotros y nos tendió un suave velo de nube que nos acompañó para todo el día, dándole una intensidad especial a la luz.

Poco a poco nos vamos despidiendo del ibón, que queda a nuestros pies, a la derecha, hasta alcanzar la cresta. La senda es empinada pero cómoda. El viento arrecia y tenemos que extremar las precauciones. 

Difícil no distraerse con lo que se presenta ante nuestra vista: El Pico Petrechema, El Sobarcal, El Mallo d'Acherito, el Valle de Lescún, el Circo y las Agujas de Ansabère... No hay ninguna marca que indique que esto es la frontera, dice alguno, extrañado. Pero es que, es El Pirineo. Aquí ya no hay fronteras.

Seguimos la marcha. Un nevero que hay que cruzar con cuidadín, una senda por todo lo alto, el Barranco d'Acherito a la izquierda, el Valle de Lescun a la derecha, un poco de sube, otro poco de baja. Nos reímos del frío y casi del viento. Nos reímos. Este ha sido un poco el viaje de la risa.

Y llegamos a un collado sin nombre y con una pequeña cabaña donde nos preparamos los bastones y las botas para iniciar la bajada que se prometía abominable.

No lo fue tanto. Al rato, dimos con un sendero bien marcado que nos llevó hasta la cabaña d'Acherito. En el centro del valle. Rodeados de montañas por todas partes menos por una. Casi nos dolía el cuello de mirar para arriba y aun lado, y a otro.

'Bocata y pabajo'. Una fácil y encantadora senda nos lleva de la mano por pastizales, barrancos, vacas que se resisten a dormir en casa y hayedos.

Vemos la fina cascada que forman las aguas que vierte nuestro ibón, que ya nunca será un lago. Adivinamos, allá arriba, la senda por la que caminamos esta mañana. Fotos. ¡Cuántas fotos! Y llegamos a Guarrinza-La Mina, donde nos esperaban los coches. Son las cinco y cuarto, hemos cumplido con el reloj. La luz empieza a decaer. Brilla la tarde.

Siete horas después de que alguno hubiera dado su primer paso en Pirineos, llegamos al coche. Alguna con los pies hechos polvo, alguno, con las rodillas mosqueadas, pero todos con la misma sonrisa con la que partimos. O mayor, si cabe.

No se se pueden otorgar más de cinco estrellas?
Juan.

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