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RESUMEN
En esta ocasión me ha tocado documentar una ruta circular por la Pedriza en un día primaveral y con una temperatura perfecta para ello. No es fácil este encargo, pues este enorme laberinto de piedras con formas inspiradoras, nos confunde y nos hace perder la orientación. En gran parte porque nos dejamos llevar por la imaginación que incita a los senderistas a dar nuevos nombres a las curiosas formaciones de piedra; y a mí a no saber distinguir cuales son reales y cuales son inventados.
A las 10:30 nos reunimos en Canto Cochino 28 senderomagos. Iniciamos nuestra andadura bajando hasta cruzar por un puente de madera el río Manzanares y, girando a la derecha, a pocos metros, el puente del arroyo de la Majadilla. Siguiendo la GR-10 iniciamos una exigente subida hasta llegar a 1427 metros, máxima cota alcanzada en la ruta de hoy.
Para hacerla más llevadera la abordamos en dos tramos. El primero nos llevó hasta la Gran Cañada y el mirador del Tranco, donde aprovechamos para hacer un pequeño descanso, muchas fotos y esperar el deseado encuentro con dos senderomagos más: Paco Cantos, quien no pudo resistirse a venir a su amada Pedriza; y su yerno Mario, que lo acompañó por un camino que supuestamente era más sencillo, pero que los obligó a echar manos para trepar por enormes piedras. La alegría del encuentro fue tal que no hay palabras para describirlo. Aquí hicimos la foto de grupo.
Ya en el segundo tramo de subida tomamos la senda de las Cerradillas y llegamos hasta El Elefantito.
Espectacular lugar que llevó a más de uno a encaramarse hasta su pétrea trompa para obtener una bonita foto de recuerdo. De todas las formas que la naturaleza ha labrado por aquí, esta es una de sus mejores obras.
Pasamos por el Risco del Ofertorio, también llamado de las Mozas porque allí dejan ellas las piedras como ofrenda para que se cumplan sus deseos.
Avanzamos y vemos el simpático Caracol, al que ni los cuernecillos le faltan, con el Candelabro de fondo, otro referente de la siempre sorprendente Pedriza..
Un poco más abajo, en el Collado de Cueva, paramos a dar cuenta de los bocadillos, mientras disfrutábamos de unas excelentes vistas del embalse de Santillana, con nuestro carismático Cerro de San Pedro de fondo.
Tras el descanso y sin acercarnos a ver la Cueva del Ave María, continuamos el descenso por la Senda Maeso. Por aquí se inició otra controversia ¿Senda de Maeso o de la Rinconada? Carlos R. resuelve el entuerto con la explicación que nos da este enlace.
Enseguida llegamos al Collado del Alcornocal, donde unos pocos siguieron hacia Manzanares el Real, el resto descendimos hacia El Tranco, pasando por el Alcornoque del Ortigal o del Bandolero que guardaba aquí su botín en una cueva que hay detrás de él.
Este anciano Quercus Suber de unos 500 años y 11 metros de altura, cuyas raíces se agarran desesperadamente a la roca para sobrevivir, es el protagonista en una ruta con pocos árboles.
Es cierto que quizá no nos hayamos fijado demasiado en ellos dada la profusión de flores e intrépidas cabras que vimos. Y es que todo el camino ha estado salpicado de margaritas blancas y amarillas, jaras, cantueso, tomillo, sabinas y otras mil plantas más. Y las cabritillas se dejaron ver a menudo y sólo se pusieron un poco nerviosas cuando vieron que Twitter se interesaba por ellas.
Vimos de cerca la inconfundible silueta de El Indio y al llegar a la Pradera del Tamboril tuvimos que detenernos de nuevo por dos motivos muy diferentes.
El primero, lo increíble de la estampa que formaba el manto de flores que cubría el suelo con los buitres que planeaban muy cerca de nosotros.
El segundo, lo inquietante que resulta ver tan cerca del Parque Natural las construcciones que se extienden desde el pueblo de Manzanares el Real. Hace poco oí a un filósofo decir que el sentido de la vida es simplemente “llevar el testigo para cederlo a las siguientes generaciones”. No estoy muy segura de que en este tiempo privilegiado que nos toca vivir estemos cumpliendo del todo con ese propósito.
Ya caminando casi en llano llegamos a El Tranco y yendo por la orilla izquierda del río Manzanares vemos dos sitios ya inexistentes, lo que fue el embalse de la Garganta, del que apenas queda rastro, y un poco más adelante, la explanada donde estuvo el Chiringuito de la Foca, desmontado hace poco más de un par de años, aquí más detalles.
Mirando hacia la roca con forma de foca, la gente se tomaba sus cervezas después del baño en el rio. Eso era antes de la resolución de 13 de julio de 2017 de la CAM, que sanciona con hasta 3.000€ si se te ocurre dejar tus gérmenes en el agua del rio y perturbar el Patrimonio Natural y la biodiversidad de tan increíble paraje.
Pronto alcanzamos el puente de madera que cruza el río Manzanares y llegar de nuevo al parking de Canto Cochino. Cervecitas en el pueblo de Manzanares para rematar un día perfecto.
Y si ha quedado un poco larga la crónica, buscad como responsables a la grandiosidad y belleza de este incomparable entorno, que amamos y tememos en la misma medida. Y agradeced que no haya recogido ni la mitad de los nombres que entre todos habéis puesto “a mi alcance”. Pero si quieres más, visita este enlace o este otro.
¡Gracias a todos por tan fantástico día!
Mariola Prieto
La "Vuelta a la Pedriza por el Elefantito y el Indio" es una ruta de senderismo muy conocida en La Pedriza,
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