sábado, 5 de octubre de 2024

Excursión 804: Sierra Grossa y Cabo de las Huertas hasta Playa de San Juan

FICHA TÉCNICA
Inicio: Estación de la Goteta. Alicante 
Final: Playa de San Juan. Alicante
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 14,3 Km 
Desnivel [+]: 225 m 
Desnivel [--]: 247 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 5
Participantes: 29

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













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RESUMEN
Para la segunda ruta del GMSMA por tierras alicantinas pensé en ésta, que combinaba monte junto al mar por la Sierra Grossa y playa por el Cabo de las Huertas.

Como aliciente tenía, por una parte, el unir en una única ruta montaña y mar y por otra, quería compartir con el grupo las panorámicas de las que disfrutamos cada vez que paseo por la Playa de San Juan, con el añadido de poder terminar la ruta mostrándoles mi segunda residencia.

La Sierra Grossa (Gruesa) es uno de los grandes tesoros naturales de la ciudad de Alicante. Su moderada altura y su proximidad al mar permiten disfrutar de unas vistas magníficas, que la hacen ser una enorme atalaya entre las playas del Postiguet y de la Albufereta.

Esta es la sierra alicantina por excelencia que, con su modesta altura, ofrece sin embargo un enorme balcón al Mar Mediterráneo. Sin ser una sierra muy extensa, sí es lo bastante grande como para permitir unos recorridos variados y con cierto desnivel.

Estuvo poblada por el ser humano desde la Prehistoria y fue decisiva en el desarrollo de la Ciudad, se concibe actualmente como un parque forestal urbano en el que se realizan trabajos de repoblación forestal y restauración paisajística que favorecen su uso como espacio natural.

El punto de reunión del grupo lo puse en la estación del Tram de La Goteta-Plaza Mar 2 (L2).

Este barrio debe su nombre al agua subterránea que abastecía en el pasado a unas casitas de la zona, que brotaba de la sierra gota a gota, abarca los característicos edificios de La Pirámide (oficialmente Edificio Montreal), y Excélsior II, además del centro comercial Plaza Mar 2, que ha revitalizado la zona, antes muy degradada.

La sierra está compuesta por dos cerros, siendo el más occidental y pequeño el conocido como cerro  de Santa Ana o del Molinet,​ donde existió una ermita dedicada a Santa Ana, derruida en 1823, y cuyos restos todavía pueden apreciarse, el otro es el más oriental, llamado de San Julián, el más alto.​

Ambos han sido usados como cantera de piedra arenisca destinada a la construcción, una gran cantera con la que se construyó buena parte del casco antiguo de la ciudad y que, un poco más y acaba con ella.

Desde la estación del tram echamos a andar en dirección a la parte suroeste de la Sierra, donde nace un suave camino que enseguida alcanza un rellano, desde donde sigue un sendero que que llega a un mirador, ente pinos, desde el que se tienen unas excelentes vistas.

Tras un breve descanso para agruparnos, descendimos con cuidado por el sinuoso camino que serpentea bordeando la falda suroeste de la Sierra, justo por encima de la estación de Sangueta.

De lejos vimos un alargado búnker de la Guerra Civil, que estuvo muy presente aquí. Todavía se conservan algunas trincheras y en sus proximidades, cerca del inicio de la ruta, en los terrenos que ahora ocupa el centro comercial Plaza Mar 2, estuvo el Campo de los Almendros, un campo de concentración preparado por los italianos para retener a militares republicanos, la mayoría de ellos refugiados en el puerto de Alicante, último reducto de las tropas leales a la Segunda República.

Entre alambradas de protección del precipicio, la senda pasa junto a los farallones dejados por las antiguas canteras, al socavar la montaña, cuyas verticales paredes son ahora aprovechadas por los que practican la escalada.

Julián nos contó que en más de una ocasión vino a escalar esta Sierra con su hijo, hace ya unos pocos años.

Acercándonos a uno de los peñones, reté al grupo a tratar de localizar la figura de un hombre entre las rocas. No era evidente, pero enseguida Olga dio con él y es que, efectivamente, de la roca parecen surgir brazos, piernas y pies de algún petrificado de leyenda.

Recuperada la senda, continuamos por el ahora empinado sendero de la derecha, en dirección a la cima del cerro de Santa Ana, situada a 105 m sobre el nivel del mar, nunca mejor dicho. Aquí nos hicimos la foto de grupo.

Desde este privilegiado mirador se tiene una de las mejores panorámicas del que es sin duda es el lugar más emblemático de toda la ciudad, el Castillo Santa Bárbara sobre el monte Benacantil (167m), donde estuvimos ayer tarde. En el extremo opuesto, vistas del Cerro de San Julián, con 173 metros de altura.​

También disfrutamos de unas extensas vistas del mar, con la playa del Postiguet de fondo, hacia el lado oriental, el Cabo de las Huertas y al lado contrario, el puerto de Alicante y el Cabo de Santa Pola y al fondo, las grandes montañas de Alicante: El Maigmó, el Migjorn, el Cabezón de Oro, Aitana, el Puig Campana, la Sierra de Bernia y el peñón de Ifach, en Calpe y, más modesta, la sierra de Fontcalent y la Sierra Helada. vistas desde aquí que seguro muchos alicantinos no conocen, teniéndolas tan cerca.

Descendimos bordeando los restos de un gran depósito, vestigio del pasado siglo, en el que estuvo instalada allí la refinería La Británica, que creó un complejo industrial único en España con más de un kilómetro de pasillos y túneles excavados en las entrañas de la roca, con una veintena de enormes bóvedas de entre tres mil y cinco mil metros cúbicos de capacidad, que albergaban depósitos de combustible.

Al llegar a la vaguada que separa los dos montículos, volvimos sobre nuestros pasos, alcanzamos de nuevo la estación de la Goteta, continuando hasta llegar a La Marina.

Proseguimos por el paseo marítimo que recorre la playa del Cocó, el club Puntapiedra y la playa de la Sangueta, disfrutando de las vistas que se tienen desde el mirador del Príncipe.

Enseguida conectamos con la Vía Verde de la Cantera, inaugurada el 14 de Junio de 2024, conecta la playa del Postiguet con la vecina de La Albufereta a través de un bonito y sencillo recorrido de 1,2 km, con vistas al mar y el atractivo histórico del antiguo trazado del «Trenet de La Marina», atravesando 4 túneles junto a la Sierra Grossa.

Este tramo quedó en desuso tras el cierre de la Línea 1 del Tram entre Sangueta e Isleta, cuando se puso en marcha la variante ferroviaria del túnel de la Serra Grossa en 2018.

En su inicio, un mural revive la salida de uno de los trenes y otro indica el recorrido que seguía el trazado ferroviario de Alicante a Denia. No faltaron las fotos bajo el tren.

Pasamos bajo los túneles del Promontorio, del Mirador de Alazán, del Rocafel y el falso túnel de de la Finca Adoc, el más largo de todos, con 320 metros, acondicionado con ventanas y vistosas salidas a modo de miradores. La inversión por parte de la Generalitat Valenciana ha sido de 1,9 millones de euros impuestos incluidos. La financiación ha sido gracias a la Unión Europea-NextGenerationEU en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia

Superados los túneles, llegamos a la playa de la Albufereta a la hora del aperitivo de media mañana, por lo que paramos disfrutando unos de un refrescante baño, que ya apetecía, y otros tomando algo en el quiosco que hay junto al mar.

Esta playa, antaño fue una ensenada donde hubo un puerto romano y con anterioridad un poblado íbero.

Tras un largo descanso, continuamos en dirección sureste, hacia al club náutico Alicante Costa Blanca.Por una pasarela de madera, muy fotogénica, bordeamos la punta de la cala, desde donde se tienen unas preciosas vistas de toda la bahía, con la Sierra Grossa de fondo.

En esta zona se encuentran vestigios romanos, lo que sería una factoría de salazones y también el puerto de la ciudad ibero-romana de Lucentum y muy cerca de aquí se halla el yacimiento del asentamiento.

El primer poblado se remonta al siglo IV/V a.C. (entonces como Akra-Leuka), siendo sus primeros pobladores de origen íbero contestano, que mantenían estrechos contactos comerciales y culturales tanto con griegos como con fenicios. Fue aniquilada en la II Guerra Púnica.

Fueron los romanos los que dieron el nombre de Lucentum a la ciudad tras la conquista del levante por Publio Cornelio Escipión, el Africano, bajo el mandado del emperador romano Augusto I.

También fueron los que construyeron la mayor parte de los restos de lo que hoy forma el conjunto histórico, en el Tossal de Manises, del que se conserva toda la superficie urbana, unos 25.000 m2, aunque en el III d.C. quedó abandonada.

El motivo principal de esta decadencia se encontraba en la vecina ciudad de Ilici (la actual Elche), por estar mejor comunicada por tierra y por mar.

Pasado el club náutico, llegamos a la playa de la Almadraba, nombre que proviene del árabe que significa "lugar donde se golpea o lucha", referido al arte de la pesca del atún. Por debajo de ella desemboca en el mar un río subterráneo de agua dulce, que provoca el aspecto de playa enfangada.

Recorrimos la orilla de esta tranquila playa de arenas oscuras y aguas transparentes, atravesada por el espigón de Gargoris.

Rebasado el siguiente espigón, la costa toma dirección este y es bañada, entre rocas salientes, en la que se conoce como Cala del Amor, quizás por ser lugar habitual de parejas que vienen aquí a buscar algo de intimidad.

Este romántico rincón tiene hasta una escalera que da al mar como si de una gigantesca piscina se tratase.

Pasando por estrechas sendas y pequeños cantales escarpados hacia el mar, enseguida llegamos a la Cala de los Judíos, también llamada La Calita, en la que se han llegado a encontrar fósiles de moluscos.

Un poco más adelante, continuando por una senda entre frondosa vegetación, alcanzamos La Caleta, íntima y preciosa playa que en su reducido espacio, combina roca y arena, un lugar frecuentado por nudistas.

En uno de los extremos rocosos se encuentra otra escalera, que invitaba al baño. Varios nos dimos con su ayuda un bañito inolvidable en esta inmensa piscina de aguas cristalinas que es el Mar Mediterráneo.

Aquí una de nuestras habituales bañista fue a meterse al agua, con la mala fortuna de resbalar y darse un buen porrazo que le impidió, desafortunadamente, realizar las siguientes excursiones.

Tras el reconfortante baño, bordeamos el espigón oriental de la cala, caminando por los voladizos acantilados en busca de la cala de las Nereidas, una preciosa playa bastante “salvaje”.

Se llama así porque estos personajes mitológicos calmaban fácilmente las olas del mar y las ráfagas del viento y esta zona es una de las más tranquilas del Cabo, aunque en realidad es su situación y los salientes o lenguas de mar los verdaderos causantes de esta quietud.

Un poco más adelante, alcanzamos la cala Cantalar, nombre que alude al cerro contiguo a la cala que se usaba como cantera para extraer bloque de roca en la antigüedad. Es una cala pequeñita de arena y rocas planas desde la que se tienen unas vistas preciosas de la ciudad de Alicante.

Seguimos la costa, por la playa que tiene como mejor atractivo su carácter naturista, aunque le supera su aspecto salvaje, donde las rocas de tono dorado y de múltiples formas se hunden en el mar, creando un precioso paisaje.

Toda esta zona es una micro reserva de la planta autóctona Siempreviva alicantina, que no se encuentra en ningún otro lugar del planeta. También nos llamó mucho la atención las algas de color verde intenso que tapizaban las rocas, junto a ellas.

Continuamos y alcanzamos la Cala de la Palmera, dotada de una fina capa de arena, que la hace muy atractiva para el baño, lo que unido a su fácil acceso por carretera, la convierte en muy popular.

Proseguimos hacia el Cabo, pasando por lo que fue una antigua cantera, salpicada de rincones muy bellos provocados por la plataforma costera y el efecto del viento sobre las dunas fosilizadas.

Al poco, llegamos al pie del faro del Cabo Huertas, una torre cilíndrica blanca de 38 metros de altura, cuya linterna cilíndrica, con cierre esférico de 1,75 m de diámetro, proyecta su luz a más de 14 millas náuticas

El Cabo de las Huertas establece una separación entre la playa de San Juan y la bahía de Alicante. A su vez, la bahía de Alicante se encuentra delimitada por este cabo al norte y por el cabo de Santa Pola al sur.

Recibe su nombre de la desaparecida huerta alicantina regada en gran parte por el agua del río Monnegre que, tras la construcción del embalse de Tibi a finales del siglo XVI, permitió la ampliación de su riego basado en un sistema de acequias hasta zonas próximas como La Condomina. Pero antiguamente este cabo era conocido como l’Alcodre, procedente del árabe "al-kodra", “la verde”, etimología que daría paso al nombre actual.

Bordeamos el faro por las rocas de la costa, un claro ejemplo de discordancia angular, una discontinuidad estratigráfica que separa un conjunto rocoso inferior perteneciente al Mioceno Superior (entre 8 y 10 millones de años) de otro superior del Cuaternario, con sedimentos marinos de lo que sería una playa fósil de hace 100.000 años (Tirreniense), en una plataforma continental de poca profundidad.

Salimos al camino que se dirige a la Playa de San Juan, continuando por su paseo marítimo, donde algunos pararon a tomar algo fresco en uno de los chiringuitos para quitarse el calor acumulado durante la ruta.

Proseguimos por su amplio paseo marítimo, jalonado por palmeras y las esculturas "Monumento a los jubilados”, "Niños jugando a pídola" y "Madre con su hija", además de las terrazas de cafeterías, bares y restaurantes, que estaban muy concurridos

Pasamos frente a la oficina de turismo y continuamos hasta llegar a la cercana estación del Tram de Costa Blanca, desde donde algunos regresaron al origen tras acercarse a mi urbanización del PAU-5 (Parque Mariola), tomar un refrigerio y café con pastas, completando el recorrido, repuestas las fuerzas, con un paseo por los bonitos parques cercanos de Sergio Melgares y La Marjal que, además de la función de ocio, cumple otra función hidráulica: en caso de lluvias fuertes se sirve como vaso de retención de aguas pluviales, reduciendo el riesgo de inundación en la parte baja del barrio, pudiendo almacenar hasta 45.000 m3 de agua.

Con este relajante paseo dimos por terminada esta entretenida ruta de monte y costa, plagada de bellas panorámicas, calas, historia y paisajes, que bien se merecen 5 estrellas.
Paco Nieto

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