* Mapas de localización y 3D de la ruta
PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
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RESUMEN
Tras una noche pasada por agua y con previsiones de que la lluvia nos iba a estar acompañando durante toda la excursión, nos preparamos con todo lo necesario y más para combatir el agua que estaba cayendo cuando nos levantamos.
Armados de valor acudimos a la cita con Enrique: Las Herreras, una pedanía de Santa María de la Alameda, situada a 1300 metros de altitud y que con apenas una docena de habitantes, es un ejemplo de pueblo en proceso de recuperación de su progresivo despoblamiento gracias a iniciativas ecológicas y sostenibles, que potencian la enorme riqueza natural que posee. Realizamos el trayecto con una niebla cerrada en la carretera, lo que nos hizo presentarnos muy justos de tiempo a la cita.
Al llegar, vimos que unos cuantos se había echado para atrás y no vendrían a la ruta, pero para nuestra sorpresa no llovía y la niebla estaba levantando deprisa.
Tras las presentaciones de rigor y ver que iba a ser la primera ruta sin mascotas en la que participábamos, nos pusimos en marcha los 18 senderomagos allí presentes.
Saliendo del pueblo descendimos por la carretera M-956, que va a las Navas del Marqués. A los pocos metros nos encontramos a la derecha con la fuente de las Herreras, construida en piedra y acondicionada con asientos a su alrededor y una inscripción en su frontal con la fecha de 1994.
Enseguida dejamos la carretera para seguir por un sendero que sale a la derecha en la que un rústico poste de señalización indica “Camino Navas del Marqués”.
Sin apenas pendiente que salvar, atravesamos la zona conocida como los Horcajos. Una zona que sorprendió a los expertos micólogos que nos acompañaban en este día (Ángel y Enrique) por una variedad de setas muy peculiar que ellos mismos desconocían.
Al final de los Horcajos llegamos al arroyo de Valtravieso, y es aquí donde el sosiego y la calma que llevábamos hasta el momento, se transformó en incertidumbre y emoción por la dificultad que supuso cruzar el cauce de este arroyo que llevaba más agua de la acostumbrada, debido a las últimas lluvias.
El paso no ofrecía mucha confianza, a pesar de que algunos echaron unas cuantas piedras al cauce para facilitar su paso. La valiente Vicky, sin pensárselo dos veces se quitó las botas y cruzó el arroyo descalza (el agua debía estar fresquita).
Prefirió mojarse los pies a correr el riesgo de caerse (Posiblemente una decisión acertada). Poco a poco vadeamos el arroyo sin ningún percance ni mojadura.
Continuamos en dirección oeste hacia las Navas del Marqués, bordeando la valla de su cementerio. Con el pueblo de fondo, empezamos a ver las primeras fortificaciones construidas durante la guerra Civil por las tropas franquistas entre los años 1936-1939 como defensa del entorno de las Navas del Marqués, en la frontera de las provincias de Ávila y Madrid.
Estas construcciones formaban un frente defensivo de la zona aprovechando las cumbres de Escuernacabras, Peña Manotera y las Herreras para poner freno a la columna del general Julio Mangada, que se movía por esta complicada orografía. A principios del año 1937 este frente se estabilizó y las unidades de cada bando no llegaron a enfrentarse.
Fue la Segunda Brigada de la División de Ávila la que ocupó toda esta zona, desde el norte de Peguerinos hasta las inmediaciones de la línea de ferrocarril Madrid-Ávila. La línea del frente pasaba por el cercano pueblo de Hoyo de la Guija y por el puente sobre el río Cofio, situado a menos de 2 km del pueblo de las Herreras. Al otro lado de esta línea del frente, y en el cordal de la sierra cercano al pueblo madrileño de Santa María de la Alameda, se asentaban las posiciones republicanas de la 32ª Brigada Mixta, mandada inicialmente por el mayor de milicias Nilamón Toral, tuvo una destacada actuación a lo largo de la contienda, llegando a tomar parte en la batalla de Brunete.
Hecha esta breve reseña histórica de la zona, giramos a la derecha y ascendemos hacia los fortines de Escuernacabras y de la posición Cerro Poyal, donde se hizo un amplio reportaje fotográfico del lugar. De camino hacia el arroyo de Valtravieso, continuamos viendo restos de trincheras, fortines y parapetos en un estado bastante ruinoso con la vegetación apoderándose de los espacios.
El descenso hacia el arroyo es brusco, por una senda que el agua ha convertido en en trialera, lo cual nos dificulta el descenso. Además, muchos pasamos por senderos desaparecidos por la invasión de la vegetación y con el espacio justo para el paso de animales, lo que nos obliga a agacharnos e ir retirando ramas de las zarzas que continuamente se nos enganchan en la ropa. Por fin llegamos al arroyo, que vadeamos sin tanta dificultad como antes, debido a una zona rocosa que facilita el vadeo.
Ya todos en el mismo lado del arroyo, iniciamos el ascenso por una cuesta empinada hasta el Collado, en el que unas vacas pastan a placer sin que nuestra presencia las inmute lo más mínimo. Seguimos subiendo y por fin llegamos a los fortines de las Herreras, que sin duda son los que mejor conservados están. Se nota que han sido restaurados y que de vez en cuando retiran la maleza de las trincheras. Acción necesaria para no perder ese patrimonio que a su vez ayuda a no olvidar lo que fue una guerra.
En el primero de los fortines hicimos un alto y sacamos los bocadillos para reponer fuerzas mientras contemplamos el camino por donde hemos llegado al lugar y con las Navas del Marqués al fondo.
Tras el descanso, visitamos los otros tres fortines que hay alrededor de la Peña Manotera y el último que hay más al este.
Tras explorarlo, iniciamos el descenso por la Umbría, sin un sendero claro, pero fácil, hasta llegar a las Herreras, nuestro punto de partida de hoy, dando por terminada esta interesante ruta cargada de historia.
Agradeceros a todos vuestra estupenda compañía y al cielo que nos haya respetado en cuanto a la lluvia.
Yo calificaría esta ruta con un 4,5. Me ha gustado
Alejandro Reyes
FOTOS
Se ve que fue una ruta muy buena.
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