miércoles, 9 de octubre de 2024

Excursión 808: Pasarela de la Presa de Relleu

FICHA TÉCNICA
Inicio: Relleu. Alicante
Final: Relleu. Alicante
Tiempo: 1 a 2 horas
Distancia: 5 Km 
Desnivel [+]: 139 m 
Desnivel [--]: 139 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: No/No
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 32

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













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RESUMEN
Para la última excursión del GMSMA en esta salida a Alicante tenía que elegir una ruta corta, que facilitase el regreso a tiempo a Madrid, y que tuviese suficientes alicientes como para dejar un buen recuerdo, y ésta, para mostrarles la pasarela de la presa de Relleu y su impresionante desfiladero, conocido como el pequeño "Caminito del Rey de Alicante", me pareció la más adecuada.

Este tranquilo pueblo de Relleu es de origen musulmán, está situado en el interior de la comarca de la Marina Baja, de tradición agrícola y escasa población.

Se ha dado a conocer por la pasarela de su pantano, construido sobre el lecho del río Amadorio.

La presa del hasta hace poco solitario embalse se sitúa a la entrada de un angosto y espectacular desfiladero, conocido como L’Estret del Pantà (el estrecho del pantano), por el que en enero de 2022 se construyó la famosa pasarela, su mayor atracción turística actualmente.

Si no hay prisa, que no es nuestro caso, se puede iniciar la ruta en el mismo pueblo, recorriendo en ese caso, unos 12 km. La otra opción, que es la que seguimos, es salir de un aparcamiento a poco menos de 2 km de la entrada a la pasarela.

Relleu, en valenciano significa "relieve", debe su nombre a la accidentada orografía que conforma su término municipal.

Antes de echar a andar nos hicimos la foto de grupo porque luego todo iban a ser prisa por salir hacia Madrid. Por la carretera caminamos unos metros hasta cruzar el río Amadorio por un puente, desviándonos enseguida a la izquierda, para seguir junto a su seco lecho unos metros por una pista de tierra.

Pasada una primera zona de pinos y arbustos, entramos en el típico secarral calizo que tanto abunda en la mitad sur de Alicante.

El día está despejado y la temperatura invita a caminar relajadamente mientras se charla. Pasado el primer kilómetro de la ruta, llegamos a un promontorio sobre el lecho del Barranco de la Cova, uno de los cauces que tributan sus aguas al pantano de Relleu.

Desde la escarpada ladera, se tienen unas magníficas vistas del barranco, y también de las montañas circundantes, una de ellas Aitana, en donde estuvimos hace unos días, que a lo lejos dejaba ver su característica antena de esfera blanca.

Bordeando lo que sería la lámina de agua del embalse, llegamos a lo que queda de la Casa del Guarda. En la actualidad, el lecho del embalse está parcialmente colmatado de sedimentos y permanece seco la mayor parte del tiempo, salvo en época de lluvias abundantes.

Esta presa fue construida para abastecer de agua a los habitantes y tierras de Villajoyosa, ya que, debido a las continuas sequias, propias del clima mediterráneo, les habían llevado a abandonar sus cultivos por falta de agua.

Sus quejas a Felipe IV surtieron efecto y aprobó la construcción de esta presa en 1653, que tras varios litigios fue proyectada por Cristóbal Antonelli en 1607 y terminada de construir en 1689, lo que la hace, al igual que la de Tibi o de Elche, de las más antiguas de Europa.

Durante los siglos XVIII y XIX se realizaron obras de ampliación de la presa. En 1777 y 1877 se recreció el muro.

Tiene una altura de 32 metros (originalmente eran 28) y una longitud de 30 metros. Se considera uno de los más estrechos y altos de su época, gracias a aplicar técnicas novedosas, con una construcción en forma de arco-bóveda que traslada el empuje del agua a las paredes del barranco.

La construcción en 1957 del embalse de Amadorio, aguas abajo de ésta, llevó al abandono al antiguo y condenó al olvido a esta magnífica obra de ingeniería hidráulica, situada en un entorno natural de gran belleza y valor ambiental.

Enseguida llegamos a la vertical de la presa, punto donde comienza la vertiginosa pasarela. Una caseta de madera hace de puesto de control, habilitada para regular el acceso, debido a la gran afluencia de público. Allí entregan un casco, que a la salida hay que devolver.

Tras el pago de la tasa de entrada, comenzamos la aventura, primero cruzando un puente de madera que da acceso a una plataforma cuadrada en forma de mirador del cañón, por el que discurre el resto de la pasarela.

Está construida con tablones de madera, apoyados en voladizo en la pared del desfiladero, que tiene, en su primera fase, unos 220 metros de longitud y 60 de altura, al final de los cuales se halla un mirador con suelo de cristal.

A primeros del año 2024 se inauguró la primera ampliación de la pasarela, que ganó 150 metros más, alcanzando un total de unos 370 metros.

Tal como se informa
aquí, están previstas dos ampliaciones más, la primera para construir otro mirador de cristal al final del trazado actual, (aquí mas información) y otra para convertirlo en uno de los senderos en pasarela más largo de Europa, haciéndolo circular, lo que alargaría su atractivo y solucionaría el problema actual de tener que ir y volver por el mismo recorrido, lo que crea atascos, esperas y comprometidas situaciones en algunos casos.

La pasarela en sí, aunque muy aérea, no conlleva ninguna dificultad y no hace falta equiparse con material de seguridad por no tratarse de una vía ferrata.

La parte más vertical es el tramo final, antes del mirador de cristal, y el que más impone, tanto es así que algunos no llegan hasta él por miedo, ni que decir tiene que no es apta para personal con vértigo. En nuestro caso, dos participantes lo pasaron mal, solo hay que ver sus caras en las fotos.

Ni que decir tiene que no todos se atrevieron a posar sobre el mirador de cristal por sus imponentes vistas hacia el fondo del barranco.

Superado este punto, continuamos por la ampliación realizada, que ya no es recta, si no una sucesión de escaleras que bajan hasta los 30 metros sobre el lecho del río y que proporciona excelentes vistas hacia el primer tramo.

Tras las innumerables fotos, de regreso paramos a tomarnos el tentempié de media mañana junto a las dos mesas de madera que hay bajo la caseta de control.

Después volvimos por el mismo camino hasta la intersección que nos lleva por la otra parte de la ruta circular, pasando junto a un pino monumental.

Un poco más adelante, nos encontramos, a la derecha, los restos de un horno de cal, utilizada en la fabricación de morteros para la construcción de viviendas, muros o para el enlucido de las paredes de las casas, siguiendo la tradición introducida en la península por los romanos.

Éste y otros cercanos, se utilizaron para la fabricación de la cal que mezclada con el relleno de mampostería sirvió para la construcción del muro de la presa de Relleu.

Al llegar a un cruce de caminos, seguimos el de la derecha, una pista de tierra blanca en cuesta, que con el calor que ya hacia, nos obligó a un respiro a la sombra de unos pinos.

Al final de la subida, conectamos con la carretera, que en cómoda bajada nos llevó al aparcamiento donde habíamos dejado los coches, donde nos despedimos del grupo, deseándoles un buen regreso y el firme deseo que esta estancia por tierras alicantinas haya sido de su agrado, al menos Vicky, nuestros amigos de aquí y yo hemos puesto mucho cariño en intentar conseguirlo.

Los que no viajábamos a Madrid, nos fuimos a recorrer los bonitos rincones del pueblo, que aparte de su iglesia, posee una ermita, torres y los restos de un castillo con excelentes vistas, declarados Bien de Interés Cultural. Terminamos la jornada comiendo en el restaurante El Balcón de Relleu.

En resumen, una excursión estupenda, con el aliciente de conocer la impresionante pasarela sobre el desfiladero de la presa y a la que califico con un 4, porque se nos hizo corta.
Paco Nieto


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