lunes, 7 de octubre de 2024

Excursión 806: Paseo ecológico de Calpe-Benissa y Peñón de Ifach

FICHA TÉCNICA
Inicio: Calpe. Alicante
Final: Calpe. Alicante
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 14,8 Km 
Desnivel [+]: 338 m 
Desnivel [--]: 338 m
Tipo: Circular
Dificultad: Moderada
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 34

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

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RESUMEN
Hoy volvemos a la costa, para disfrutar de su brisa mientras caminamos en una ruta que en realidad son dos, una de paseo por playas y calas, siguiendo un sendero ecológico, y otra más montañera de subida al Peñón de Ifach.

La primera parte me la sugirió en su día Marcos H, que la conocía porque tiene apartamento en Calpe y la realicé para conocerla no hace mucho. Coronar el Peñón lo había hecho hace ocho años y, ya entonces, me pareció una estupenda experiencia.

Y para dar a conocer esta variada ruta, quedamos en el aparcamiento de tierra que hay junto a las salina de Calpe.

Nos acompaña por primera vez Javier, otro amigo de Senderismo con Buen Rollo, mi grupo de Alicante, que curiosamente, ¡cosas de la vida!, conoce a Ara de las rutas que también le gusta hacer los fines de semana por Madrid.

Iniciamos la marcha acercándonos a la Playa de la Fossa, desde la que impacta la panorámica del Peñón emergiendo literalmente del mar. El día estaba nublado y una densa niebla cubría la parte superior del enorme peñasco, que fue diluyéndose a lo largo de la mañana.

Al final de la playa, con una estratégica orientación hacia el Peñón, se encuentra un mirador con las letras en grande de Calpe y un corazón, que aprovechamos para hacernos un montón de fotos, incluida la de grupo.

El paseo continúa bordeando el Parque de Calalga y su pedregosa playa. Al final de ella comienza el Sendero Ecológico de Calpe, con unas bonitas vistas al mar y al siempre presente Peñón de Ifach, además de una valiosa diversidad de flora y fauna junto la belleza del Mediterráneo.

Siempre próximos al mar, caminamos por un pequeño carril de tierra, protegido por barandillas de madera. La ruta no tiene prácticamente desnivel aunque hay varias subidas y bajadas por escaleras.

Pasamos por la Cala del Mallorquí, rodeada de urbanizaciones que casi se caen al mar. Un poco más adelante, alcanzamos el Club Náutico y Cala de Les Bassetes, linde del término municipal de Benissa.

Tiene un atractivo espigón y una encantadora piscina natural con escalera y el Peñón de fondo a modo de postal.

Una preciosidad de rincón que invita a pasar allí el día y comer en su restaurante Coral Beach. Pero ese no era hoy nuestro plan, así es que tras un café, que tomaron algunos, continuamos el recorrido ecológico, ahora por el término municipal de Benissa.

El sendero coge altura y bordea, a vista de pájaro, el pequeño puerto deportivo de Les Bassetes, recorriendo una zona arbolada en la que se agradece la sombra de los pinos.

Junto a la Oficina de Turismo de Benissa, en cómodas y sombreadas mesas de madera, nos tomamos el aperitivo de media mañana. Unos paneles interpretativos ayudan a conocer la historia de Benissa, su fauna y su flora mientras disfrutamos de sus maravillosas vistas.

Desde allí descendimos a la Cala de la Fustera, terminando el recorrido al llegar a la Cala de Els Pinets, ya que desde allí comienza la parte un poco más agreste y sin acondicionar del paseo.

Desde tan privilegiado mirador contemplamos cómo la nube se había ya casi desprendido del Peñón. Hacia el noreste, bonitas vistas de Cap Blanc y Punta de Moraira o Cap d´Or y más lejos aún, el Cabo de la Nao.

Dimos la vuelta y al llegar de nuevo a la Cala de la Fustera, algunos no pudimos resistirnos a darnos un bañito en sus azules aguas, mientras otros también se mojaban, pero por dentro, en el bar Mandala Beach, que está junto a ella.

Más fresquitos, desandamos el Sendero Ecológico hasta alcanzar de nuevo la Playa de la Fossa. En su inicio, nos agrupamos para comenzar la segunda parte de la ruta, ascender a todo un símbolo de la Costa Blanca, el Peñón de Ifach.

Fue declarado Parque Natural por la Generalidad Valenciana en 1987. Pertenece al Sistema Prebético, que empieza en la Sierra de Cazorla y termina en el Peñón. En el 2015, se amplió el límite de protección de 45 a 53,3 hectáreas.
Esta enorme mole calcárea, creada por millones de toneladas de conchas y caparazones, desciende de manera abrupta hacia el mar y está unida al continente por un istmo detrítico.

Debido a sus características físicas, es un vértice geodésico de tercer orden, que fue utilizado en su momento para la triangulación de España.

Algunos prefirieron ver tan imponente mole desde el puerto, comiendo una paella en uno de los muchos restaurantes que allí hay. 

Un buen plan, menos exigente y más cómodo, aunque se quedaron sin disfrutar de las maravillosas panorámicas que desde su vértice geodésico se tienen.

Nada más comenzar el ascenso, nos encontramos un mirador junto a las ruinas de un yacimiento arqueológico con restos de la Pobla de Ifach, un poblado medieval que se levantó a finales del siglo XIII -1298- bajo el mandato de Roger de Llúria, Almirante de la Corona de Aragón, que fue destruido parcialmente en el año 1359 en pleno conflicto castellano-aragonés y abandonado sobre el año 1400. Más  información en este estupendo vídeo.

Presenta un recinto amurallado con más de 800 m. lineales de muralla, siendo el área norte la que se encuentra en mejor estado, con más de 250 m. de perímetro conservado y con once torres que se encuentran unidas por un adarve o camino de ronda que permitía recorrer todo el perímetro amurallado.

La mejor conservada es la torre campanario, que conserva 10 metros de altura.

Desde aquí tenemos unas estupendas vistas de la playa de la Fossa, al norte. Proseguimos, y al alcanzar unas mesas de madera con fuente junto al Centro de Visitantes, algunos paramos a tomarnos los bocadillos antes de continuar el ascenso.

Repuestas las fuerzas, pasamos por el torniquete donde se controla el acceso, que no puede exceder de 300 diarios, aunque es gratuito, previa reserva en este enlace.

A unos pocos metros más arriba, otro mirador nos ofrece unas extensas panorámicas de las playas de poniente, donde se encuentra el puerto y los restaurantes.

Tras numerosas zetas que minimizan la pendiente de subida, con inmejorables vistas del Mediterráneo, llegamos al túnel, de unos 45 metros, que comunica las vertientes norte y sur del Peñón. Fue excavado en la piedra en 1918 por uno de los propietarios privados que tuvo el Peñón de Ifach, Vicente Paris Morlá, quien también acondicionó los caminos actuales.

Tiene cuerdas a uno y otro lado del túnel, ya que el piso es bastante irregular y además, debido al continuo paso de visitantes, se encuentra bastante resbaladizo, sobre todo cuando llueve y el agua se filtra por sus paredes.

A partir de este punto, el camino se complica, pasando a ser un estrecho sendero que remonta la escarpada vertiente.

Es en esta zona es donde las gaviotas se han convertido en dueñas y señoras del Peñón. El graznido que producen sobrevolando nuestras cabezas es ensordecedor.

No teniendo depredadores en el lugar, las rocas está infestada de estas aves que, sobre todo en los meses de primavera, se encuentran criando, por lo que se vuelven muy agresivas.

Desde aquí es necesario ascender con mucho cuidado, por lo resbaladizo de la roca y la pendiente, lo que ha a obligado a dotar de cuerdas y cadenas donde agarrarse, en los tramos más peligrosos, aún así no es raro que haya accidentes, sobre todo torceduras o esguinces, aunque en algunas ocasiones llegan a ser caídas de trágicas consecuencias.

A mitad de la subida, nos desviamos hacia el Mirador de los Carabineros, un espolón de estupendas vistas hacia la punta este del peñasco. Era un antiguo punto de vigilancia de este Cuerpo encargado de combatir el contrabando.

Tiene una pequeña explanada de pocos metros donde aún se aprecian algunas de las paredes y cimientos de lo que conformarían una pequeña caseta para guarecerse de las inclemencias del tiempo en tan inhóspito lugar.

De vuelta, retomada la senda, seguimos por el sendero de la izquierda de la bifurcación, para subir el último tramo, el más empinado, acompañados del incesante vuelo de gaviotas que anidan en los recovecos de las rocas.

Desde los 327 metros de su vértice geodésico se tienen una inmejorables panorámicas de 360 grados, en las que, en días claros es posible divisar la isla de Formentera, Ibiza y el cabo de Santa Pola. No era nuestro caso, porque estábamos rodeados de un mar de nubes.

Tras las fotos de rigor, muy desperdigados, iniciamos el descenso, aún más exigente si cabe. En el primer mirador nos encontramos una pareja que había subido con cuerdas por la pared vertical que desde allí se tiene. Solo pensarlo me da algo de envidia sana, pero también cierto pánico.

Con calma, alcanzamos de nuevo el túnel y de allí la zona de las mesas donde paramos, en la que estaban esperando los más avezados.

Todos juntos, continuamos el descenso hacia la zona del puerto marítimo y de allí a la salina, junto a la que habíamos dejado los coches, dando así por terminada esta ruta con dos ambientes a la que le otorgo un 5. De vuelta, algunos pararon en Benidorm, recorriendo algunos de sus rincones más emblemáticos.
Paco Nieto

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