jueves, 21 de marzo de 2019

Excursión 453: Las Ermitas de Córdoba

FICHA TÉCNICA
Inicio: Córdoba
Final: Córdoba
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 15 Km
Desnivel [+]: 412 m
Desnivel [--]: 412 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: No
Ciclable: Sí
Valoración: 4
Participantes: 30

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta




TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN
Organizar una salida del grupo para realizar excursiones por mi tierra me dio la doble satisfacción de poder compartir con el GMSMA lugares por los que he pasado mil veces y, de otra parte, descubrir sitios a los que siempre había querido ir.

Y así fue como casi cuarenta senderomagos se animaron a acompañarme en estas aventuras por Córdoba y algunos de los maravillosos rincones que encierra su geografía.

Tras el viaje desde Madrid, ya fuera en AVE o en coche, nos habíamos citado 30 participantes a las 15:00 en la puerta del hotel Córdoba Center, para arrancar desde allí una ruta semiurbana que nos llevaría a unos de los más privilegiados miradores de la Sierra de Córdoba, como son las Ermitas, que albergaban cobijo para los eremitas que se retiraban a ellas en el paraje conocido como Cerro de la Cárcel en el Desierto de Nuestra Señora de Belén, para meditar y llevar una vida de austeridad.

Con algo de retraso por esperar a los últimos llegados, echamos a andar por la amplia avenida, resultante del soterramiento en 1994 de las vías del ferrocarril que desde 1859 dividía en dos la ciudad y estrangulaba su crecimiento.

De camino a la estación del AVE, divisamos a la izquierda el remozado edificio de la antigua estación, reconvertido en sede de RTVA, desde ella había salido decenas de veces para Madrid, cuando me fui a estudiar allí. Aún recuerdo el ambiente y ajetreo de su andén y los interminables viajes de noche, que se me hacían eternos.

Al alcanzar la glorieta de la nueva estación, continuamos a la derecha, por la avenida de Nuestra Señora de Trassierra y callejeando llegamos al Camino del Patriarca, que seguimos a la izquierda hasta internarnos en el espléndido encinar que se alza a los pies de la sierra.

Siguiendo varios senderos ascendentes, cruzamos en dirección noreste el precioso encinar engalanado con un sorprendente manto verde y jaras en flor que ni por asomo muchos esperaban encontrar, hasta enlazar por su extremo más occidental con la conocida Cuesta del Reventón, que une la ciudad con las Ermitas.

Éste fue el camino escogido por parte de los piconeros para acercar el picón a la ciudad. Se inmortalizó en la memoria cordobesa con el villancico de Ramón Medina "La Cuesta del Reventón".

No se sabe exactamente el origen del nombre, aunque se achaca a un incidente ocurrido durante la visita de Alfonso XIII a Córdoba en el año 1904. Durante la subida por esta cuesta, su caballo reventó del esfuerzo al trepar por este empinado sendero, que asciende en 2 kilómetros casi 200 metros de desnivel.

A 500 metros del inicio, sale a la derecha la llamada Cuesta de los Pobres, que en poco más de un kilómetro sube a las Ermitas; en otras palabras, que tiene el doble de pendiente que la del Reventón, lo que debió de animar a algunos a seguir por ella, el resto más cautelosos, me siguieron.

Afortunadamente, la cuesta da un par de treguas, una al llegar al mirador de Antonio López, en el que una placa recuerda su inestimable labor en la recuperación de los caminos y vías pecuarias de Córdoba. En este mirador de magníficas vistas nos hicimos la foto de grupo, sin la presencia de nuestro Antonio López y sus seguidores, que se habían ido por la cuesta de los Pobres.

Al poco, otro mirador nos vuelve a dar un respiro en el ascenso y, tras una cerrada curva, que salva por un puente de madera un arroyo, alcanzamos la carretera CO-3314 que nos llevó, entre cruces de piedra del vía crucis hasta la entrada del conjunto de las Ermitas de Nuestra Señora de Belén, tras acortar la última curva por la senda de la fuente.

Previo pago de 1 € por cabeza, tarifa de grupo, entramos en el recinto, visitando cada cual a su aire las ermitas de Santiago y La Magdalena, donde se puede uno hacer una idea de lo austera que era la vida en ellas. Una colección de fotos antiguas y documentos antiguos decoran sus paredes. Por un largo corredor accedimos a la iglesia, que tiene un interior sorprendente y de gran belleza.

La primera de las ermitas fue construida en el año 1703. El último ermitaño falleció en el año 1957, estando actualmente al cargo de la misma la congregación de los Carmelitas Descalzos.

Después nos dirigimos al amplio mirador llamado Balcón del Mundo, donde se tienen unas espectaculares vistas tanto de la ciudad de Córdoba como de la campiña cordobesa y toda la vega del río Guadalquivir.

En el año 1929, se instaló en la parte superior del mirador el Sagrado Corazón de Jesús, imponente escultura, que gracias a la iluminación que tiene, se constituye en el único punto luminoso de la sierra cordobesa visible desde la ciudad de Córdoba.

Como curiosidad, en el año 1969 un rayo lo destruyó y. tres años más tarde, cuando estaba a punto de inaugurarse, un nuevo rayo lo decapitó y hasta el 4 de julio de 1986 no fue de nuevo restaurado.

En un extremo del mirador, donde la explanada se asoma al antiguo acantilado conocido como Rodadero de los Lobos, se alza una desnuda cruz y, junto a ella, el sillón de piedra que mandó instalar en 1803 un prelado caprichoso, Pedro Antonio de Trevilla, por lo que se le conoce como “sillón del obispo”. Siguiendo una antigua tradición, las muchachas casaderas toman asiento en él con la esperanza de encontrar al hombre de su vida, así es que ya sabéis, las que os sentasteis en él.

La comunidad de ermitaños de las Ermitas siempre fue muy bien tratada y considerada por su labor social, como las comidas que diariamente ofrecían a los pobres a medio día. De hecho, la Cuesta de los Pobres, la bifurcación de la Cuesta del Reventón, fue denominada así por el reguero de pobres que acudían diariamente por ella a comer el potaje de habas de su propia cosecha que preparaban para ellos los ermitaños. Cada primavera, junto con la Fiesta a su Patrona Nuestra Señora de Belén, se celebra la conocida Fiesta de las Habas que rememora esta práctica.

Es de destacar la labor de la Asociación Amigos de las Ermitas, que gracias a sus aportaciones han logrado, desde el año 1983, restaurar 10 de las 13 ermitas que mantiene el complejo.

Tras la visita, regresamos por la carretera hasta la fuente de las Ermitas, descendido la mayoría por la Cuesta de los Pobres, y el resto por la Cuesta del Reventón, unos para conocerla y otros precisamente por eso.

Y, efectivamente, aunque acorta la bajada, la de los Pobres tiene mucha más pendiente y es más escabrosa que la del Reventón.

Continuamos por la carretera de las Ermitas que, dejando el encinar a la derecha, desciende hasta la entrada del Parador de la Arruzafa, continuando con las primeras luces de la noche por la avenida que lleva ese nombre y a continuación la del Brillante hasta cerrar la ruta al llegar de nuevo al hotel Córdoba Center, donde habíamos iniciado la excursión.

Un breve paseo por la judería y una visita nocturna a la Mezquita-Catedral, el Alma de Córdoba, completó este primer día por mi querida Córdoba, haciendo que se merezca un 4 sobre 5.
Paco Nieto

miércoles, 20 de marzo de 2019

Excursión 452: Paseo por La Jarosa

FICHA TÉCNICA
Inicio: La Jarosa
Final: La Jarosa
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 18,5 Km
Desnivel [+]: 563 m
Desnivel [--]: 563 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 3,5
Participantes: 19

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN
Para realizar una ruta tranquila, sin grandes esfuerzos y bonitas vistas, nada mejor que el entorno de la Jarosa, donde nos dirigimos en busca de un plácido por sus pinares y embalse.

Quedamos en al Área Recreativa La Jarosa I, en el aparcamiento del chiringuito existente a los pies de la Ermita de Nuestra Señora de La Jarosa, construida en 1956, por voluntarios del pueblo de Guadarrama. En agosto se efectúa una romería en su nombre.

Iniciamos la marcha, cruzando la carretera y la puerta de acceso de pescadores al embalse, prosiguiendo junto a su orilla, dado su bajo caudal, hasta alcanzar las inmediaciones del extremo izquierdo del muro de contención de su lado noreste. Nos acompañan por primera vez Teresa y Mayte.

A nuestra izquierda dejamos los restos de una espadaña, perteneciente a la antigua Ermita de San Macario, que formaba parte de la aldea de La Herrería, desaparecida en el siglo XVII.

Esta zona era conocida como Berrueco de la Herrería o Berrueco de San Macario. El embalse fue construido en el año 1968.

Aún hoy en día, cuando el nivel del agua lo permite, se puede pasear entre los restos de las antiguas casas de la aldea que quedaron bajo las aguas del embalse.

Salimos del embalse por otra puerta de pescadores, dejando sus espléndidas panorámicas con el azul del agua contrastando con el verde de los pinares y la colosal cruz del Valle de los Caídos destacando en el horizonte. Cruzamos la carretera y proseguimos por una senda que poco a poco se va cerrando entre zarzas que nos van envolviendo, lo que nos obliga a agacharnos en varias ocasiones, saliendo al fin a una pista semiasfaltada que bordea el Cerro de la Viña, por la que continuamos.

Seguimos las marcas verdes y blancas del sendero local y un círculo rojo sobre los árboles, indicativas de la senda temática SL-M-44005 “por las trincheras”. Pasada la barrera, dejamos de andar por pista para transitar por una vereda, que recorre paralela el pinar. Poco antes de un kilómetro, atravesamos la pista, dejando a la izquierda una bifurcación de caminos.

Continuamos de frente por la senda, que se separa de la pista momentáneamente para volver a casi juntarse poco más adelante. Ya comenzamos a ver restos de trincheras, que pasan casi desapercibidas ocultas por la vegetación. Giramos a la izquierda, para ascender a un altozano en el cual quedan restos del puesto de guardia de las tropas nacionales que cubría las trincheras enclavadas en sus laderas y que desde aquí dominaban posibles ataques desde el valle.

Regresamos al camino y cruzamos la pista, prosiguiendo por otro ramal que asciende con dirección norte. En breve estamos en otra bifurcación, las indicaciones nos guían a la derecha para encontrar restos de un refugio y nidos de ametralladora, que defendían este alto. Son los restos del puesto de mando del ejército nacional, utilizado por la Columna Iruretagoyena que controlaba la ladera de la Solana de fuente la Teja, un entramando de trincheras y barracones. Este cuerpo del ejército se adueñó más tarde de Villafranca del Castillo y Villanueva del Pardillo.

Retornamos a la pista, andamos unos metros y torcemos a izquierda, donde hay una gran profusión de trincheras y otro puesto de guardia, así como un búnker muy deteriorado.

La senda nos lleva en bajada hasta una pista, justo en el cruce con el arroyo de la Chorrera, donde está la fuente del Horcajo.

Seguimos aguas abajo el arroyo por la llamada Vereda del Agua, antiguo trazado de una canalización de agua, en la que de vez en cuando se pueden ver alcantarillas con la inscripción de "Regiones devastadas. Año 1954".

Caminamos asombrados por el cañón por el que discurre el arroyo de la Jarosa, que recoge en este punto el caudal del arroyo de la Chorrera y del arroyo de los Álamos Blancos.

Escuchamos el torrente de agua que se despeña por una catarata impresionante que vemos a lo lejos, poco después de pasar junto a las ruinas de una edificación que nos queda a la derecha.

La vereda remonta el cañón ofreciendo sus bonitas panorámicas. Poco antes de un kilómetro, nos devuelve al cruce de pistas por el que pasamos anteriormente, giramos a derecha sin llegar a él, para continuar por otra pista, que baja hasta el arroyo de la Jarosa, donde aprovechando unas mesas de madera paramos a tomarnos el tentempié de mediodía y en su explanada hacernos la foto de grupo.

Tras el descanso, proseguimos para enseguida cruzar el arroyo de la Jarosa y por una pista remontar un cerrillo para volver a bajar y alcanzar un área recreativa en la que algunos nos dejan por tener prisa, haciendo así solo la mitad del 8 del trazado de esta ruta.

Continuamos la segunda parte de la ruta, que nos llevará a conocer los pinos plateados que este bosque esconde.

Cruzamos para ello el arroyo del Picazuelo y enseguida el de la Calle de los Álamos, enlazando con el Camino de la Carrasqueta, por ser la pista que sube hacia el cerro de este mismo nombre.

En el primer cruce nos abandonan otro grupo de estrellas fugaces que se vuelven hacia el embalse, el resto proseguimos por la pista hasta llegar a las proximidades del Barranco del Tomillar, donde nos desviamos a la derecha para seguir una supuesta senda que remonta la orilla izquierda de este arroyo, y digo "supuesta" porque de la bien señalizada senda que viene en los mapas no queda casi nada.

Tras luchar contra la maleza, al fin alcanzamos una pista, que cogiéndola hacia la derecha nos hubiese llevado enseguida a los pinos plateados, pero alguien se empeñó en ir a ver la cruz del Valle de los Caídos desde cerca del muro que rodea el recinto, por lo que cogemos la pista a mano izquierda alcanzando a los 1,2 km el mencionado muro, con una perspectiva de la cruz en la que solo se veía su enorme mástil.

Para no desandar el camino, decidimos ir al encuentro de los pinos plateados campo a través, lo que le dio un aire de aventura e improvisación de por dónde seguir a la ruta que en contrapartida dificultó, por las jaras y matorral, el recorrido.

Poco antes de alcanzar de nuevo la pista, en el Barranco del Tomillar, paramos a tomarnos los bocadillos y descansar de tan costoso trayecto.

Agradecimos sobremanera el volver a caminar por tierra despejada, al alcanzar la pista, que enseguida dejamos para continuar por otra que sube hacia el Alto de la Sacristía, donde comenzamos a ver con mayor frecuencia extensiones de pino plateado.

Este pino es también conocido como: pino salgareño, pino gargallo, pino pudio, pino maderero o pino nasarro.

Su nombre específico actual, nigra (pinus nigra Arnold), alude al color oscuro de sus hojas en contraste con el blanco de su corteza. Es un pino de gran talla que puede alcanzar los 50 metros, su copa es irregular y tiene raíces secundarias superficiales, que le permite adherirse a las rocas. Florece en primavera produciendo abundantes piñas cada 4 o 5 años, madurando en el siguiente otoño y esparciendo los piñones en la posterior primavera.

A pesar de una regeneración difícil, puede superar los 500 años. Resistente a la sequía y fríos invernales, prefiere los suelos calizos, frescos y profundos. Su hábitat está situado entre los 800 y 1.600 m.

Alcanzado el cortafuegos que corona el cerro, lo dejamos a la derecha para descender por la Calle de los Álamos hacia el Bosque Plateado, lugar de mayor concentración de estos pinos.

Antes de llegar a un arroyo, disfrutamos de las espectaculares vistas que un recodo del camino proporciona de la Sierra de Guadarrama, desde el Montón de Trigo a Cuerda Larga, pasando por Siete Picos, la Maliciosa, Bola del Mundo y la Pedriza.

Dando una cerrada curva, cruzamos por un puente el Barranco de los Lobos y al poco el arroyo del Bercial para descender paralelos al arroyo de la Calle de los Álamos por la senda temática SL-M-44006, conocida como la del Bosque Plateado, señalizada con franjas verde y blanca más un circulo gris.

En cómodo y atractivo paseo, descendimos el arroyo de la Calle de los Álamos que sin cruzarlo nos llevó al Área Recreativa La Jarosa II. Pasado el chiringuito, giramos a la derecha para seguir por la carretera bordeando el embalse, cruzar el arroyo del Picazuelo, para enseguida alcanzar el aparcamiento del Área Recreativa La Jarosa I, donde habíamos dejado los coches, dando así por finalizada la ruta.

Las cañas para celebrar todo lo visto y disfrutado en esta excursión, que se merece 3,5 sicarias nos las tomamos en la terraza del restaurante La Brisa de la Plaza de España de Guadarrama.
Paco Nieto

FOTO REPORTAJES
Foto reportaje de Francisco Nieto

miércoles, 13 de marzo de 2019

Excursión 451: Las cuatro lagunas de Peñalara

FICHA TÉCNICA
Inicio: Puerto de Cotos
Final: Puerto de Cotos
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 13,1 Km
Desnivel [+]: 670 m
Desnivel [--]: 670 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 32

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta















TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
Ver esta ruta en Wikiloc


RESUMEN
La excursión de hoy tenía como meta visitar las cuatro lagunas glaciares del Parque Natural de Peñalara, situado en el término municipal de Rascafría en la vertiente sureste del Pico de Peñalara (integrado a partir de 2013 en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama) y aprovechar de la última nieve que aún salpica las laderas de sus cerros.

La cita era a las 10:30 en el aparcamiento del Puerto de Cotos (1.830m), entrada principal del Parque, donde el parte meteorológico pronosticaba tiempo más bien soleado con ráfagas de viento y una temperatura entre 5-8 ºC. Lo primero que notamos al salir del coche fue, efectivamente, el viento helado que, a pesar del sol resplandeciente, nos obligó a ponernos enseguida la chaqueta cortavientos. 

Acudimos a la cita 32 participantes y 4 mascotas. Siguiendo las directrices del Parque, nos dividimos en grupos más pequeños para entrar y mantuvimos los perros atados con la correa.

Accedimos al Parque pasando junto al chozo de entrada y empezamos el ascenso por la pista del PR-3. Casi al principio de la senda nos encontramos a mano izquierda con la Fuente Cubeiro, donde los senderistas suelen llenar la cantimplora antes del ascenso, pero que en esta ocasión estaba seca. Al final de este primer tramo de subida llegamos al Mirador de la Gitana, cuyo indicador de montañas señalaba los picos aún nevados de Cabezas de Hierro. En el mismo mirador se encuentra también, en el suelo, un reloj de sol horizontal (analemático) hecho de piedra de granito.

Después de una curva a la izquierda llegamos al Cobertizo del Depósito, donde paramos para ponernos crampones y guetres (pinchos y polainas en castizo) porque la pista empezaba a estar cubierta de nieve dura.

Dejamos atrás el Cobertizo para continuar subiendo por la pista del PR-3 que en este punto discurre por un hermoso pinar. En el horizonte se podía divisar claramente la silueta nevada de la Cuerda Larga.

A medida que ascendíamos, los pinos se iban volviendo más achaparrados y escasos. Llegamos a una bifurcación donde abandonamos el PR-3 para seguir el camino que lleva a la Laguna de Peñalara. Este camino — inédito hasta ahora para el GMSMA — bordea a media ladera la peña los Quesos (2.032m), una de las cimas del parque, reconocible por su pico de relieve redondeado, que está situada a mitad de camino entre el Puerto de los Cotos y el circo glaciar de Peñalara. 

La pista va ascendiendo hasta llegar al Cerro del Cuco, que parece delimitar la frontera natural del bosque. Delante de nosotros aún se divisaba algún ejemplar de pino, cubierto de cencellada, antes de dar paso al matorral de alta montaña constituido mayoritariamente por piornos y enebros rastreros.

Desde el Cerro del Cuco comenzamos el descenso en dirección al circo glaciar de Peñalara, que, con sus 140 hectáreas es el más extenso de la Sierra de Guadarrama. Se calcula que se formó en el período Cuaternario, hace 1.8 millones de años.

A unos 600 metros al sureste del circo glaciar nos encontramos con la primera de sus lagunas: la Laguna Chica de Peñalara (1.970m). Se trata de un cuerpo de agua de origen glaciar, como todas las lagunas del Parque. De forma circular y escasa profundidad (max. 1,5m), está situada en una depresión de la morrena frontal que cierra el circo. Es una de las lagunas más pequeñas del parque y de carácter temporal, llegando a secarse completamente a finales del verano.

Tras la Laguna Chica tomamos el rumbo hacia la Laguna Grande. Delante de nosotros la imponente cornisa de las cumbres del Parque, por una de cuyas laderas nevadas se podía observar el lento ascenso de una larga fila de senderistas, convertidos en diminutas hormigas por la distancia.

El viento barría caprichosamente las nubes ora hacia el cielo ora hacia el suelo, ocultando por momentos a Peñalara y sus cimas hermanas. El paisaje presentaba las características típicas de una zona glaciar, con gran cantidad de rocas (de granito en este caso) diseminadas por el terreno, resultado de la fuerza de arrastre del hielo. A nuestra izquierda se podía observar en la distancia el Refugio Zabala (2.075m), situado sobre un resalte rocoso que separa las dos cubetas glaciares que conforman el circo de Peñalara. La luz nítida hacía resaltar el color verdoso de las peñas y rocas debido a un diminuto liquen que las recubre.

El agua que desciende de la montaña a causa del deshielo se acumula en esta zona, convirtiéndola en un humedal surcado por numerosos arroyuelos que derriten la nieve por debajo, aflorando a la superficie en numerosos lugares. Esto nos obligó a prestar especial atención adonde poníamos el pie para evitar meterlo en una charca escondida.

El ascenso hacia la Laguna Grande, que ocupa la zona central de la cubeta glaciar situada en el nordeste del circo, está señalizada con hitos de madera y acondicionada en algunos de sus tramos. Un sistema de cables tendidos delimita la zona de protección del entorno natural.

La Laguna Grande (2.017m) es un cuerpo de agua permanente de forma ovoidal, cuya longitud máxima alcanza los 127 metros, por una anchura máxima de 73 metros. En ella no viven peces (como en ninguna de las lagunas del Parque), pero sí anfibios, y en sus riberas nidifican varias especies de pájaros. Hicimos la parada de las doce (o ángelus) sentados en las grandes rocas que salpican una de las laderas de la Laguna, entre las cuales ya había empezado a florecer el crocus amarillo.

Tras la parada en la Laguna Grande seguimos la pista que, bordeando la loma, sube al mirador de Javier, situado a unos 300 metros de distancia de la laguna. Desde aquí se podía contemplar una espectacular vista de la Cuerda Larga.

En el mirador enlazamos con el PR-15, donde tres estrellas fugaces y un compañero algo despistado nos abandonaron para volver a la ciudad. El resto proseguimos por el PR-15, que se internaba por la ladera de la montaña en leve ascenso, entre piornos y pinos moldeados por el viento y vistosamente blancos por la cencellada.

Gradualmente la pendiente se volvió más empinada hasta que alcanzamos un mirador natural señalizado por un enorme hito de piedras desde el cual se goza de las mejores vistas del macizo de Peñalara y las Cinco Lagunillas, que en esta ocasión, sin embargo, estaban prácticamente invisibles bajo el manto de nieve. Esta zona también es relativamente pantanosa, por lo que el sendero que desciende hacia las Lagunillas está protegido por pasarelas de madera, que tampoco se divisaban bajo la cubierta de nieve.

A continuación ascendimos por el canal que conduce a los llanos de Peñalara, planicie situada a los pies de la cornisa y que hoy se encontraba completamente cubierta de nieve, en dirección a la Laguna de los Claveles, donde tuvo lugar el evento más emocionante del día: el rescate del móvil de Julián de la superficie helada de la laguna.

Julián se había encaramado en una de las laderas nevadas de la laguna con el fin de sacar fotos del espléndido paisaje. Los dedos ateridos por el frío hicieron que se le resbalara el móvil entre las manos, el cual, por una de esas conjunciones fortuitas entre la ley de la gravedad y la de Murphy, al caer sobre la dura capa de nieve se deslizó ladera abajo en dirección a la laguna, y no paró hasta haberse adentrado unos cinco metros sobre su frágil superficie helada. Y allí se quedó.

Tras varios intentos infructuosos de enganchar y arrastrar el móvil con una combinación de bastones y correas de perros, Esteban decidió arriesgar el camino por el hielo adentrándose en la laguna desde otro punto de la orilla. Su intención era seguir una banda de hielo más blanca, y por tanto más espesa, que cruzando la parte central de la laguna le permitiría acercarse al móvil por el otro lado.

No fue empresa fácil, pues había que avanzar lentamente y con mucho tiento, pero finalmente consiguió alcanzar y recuperar el móvil y, manteniendo la sangre fría, deshacer el camino andado con el mismo tiento y cuidado que a la ida hasta pisar de nuevo — ¡a pie enjuto! — la seguridad de la orilla, bajo los vítores de todos los presentes, entusiasmados con su hazaña a la vez que aliviados por su feliz resultado.

Tras abandonar la Laguna de los Claveles (2.119 m) continuamos la travesía de la gran planicie nevada en dirección a nuestra cuarta laguna, la de los Pájaros, a unos 900 metros de distancia. En este tramo el viento volvió a soplar con fuerza, esta vez echándonos las nubes encima, por lo que la temperatura bajó notablemente y hubo que protegerse de nuevo con las chaquetas cortavientos.

La Laguna de los Pájaros (2.170 m) es la más alta de todas las lagunas del Parque y una de las más grandes. De forma similar a la suela de un zapato, se trata de una laguna permanente, al igual que la Laguna Grande, a pesar de su escasa profundidad (max. 0,5 m). Esto se debe a la presencia de un sustrato limoso que impide que el agua se suma en el terreno. En la Laguna de los Pájaros nos encontramos con un amigo de Begoña — pasaba por allí… — que nos sacó la foto de grupo a los 28 que estábamos presentes.

Tras un breve descanso iniciamos el camino de regreso volviendo sobre nuestros pasos, siguiendo el trazado de la PR-15 y disfrutando de la incomparable majestuosidad de la Cuerda Larga en el horizonte.

A las 2:00 hicimos un alto en la llanura para comer el bocadillo, aunque debido al viento la parada fue más breve de lo habitual, a pesar de las espléndidas vistas.

Volvimos a descender por el caño grande hacia la zona de las Cinco Lagunillas siguiendo el curso del arroyo de Peñalara. El camino de regreso transcurrió sin mayores incidencias y siempre con la espectacular vista de la Cuerda Larga delante de nosotros.

A la altura del mirador de las Lagunillas el PR-15 reapareció de debajo de la nieve y pudimos quitarnos los crampones. En el mirador de Javier nos reagrupamos todos y empezamos el descenso final hacia el Puerto de Cotos. Al final de esta primera cuesta nos encontramos con el puente de madera que cruza el arroyo que desagua de la Laguna Grande, cuyas aguas, montaña abajo, se incorporan al caudal del río Lozoya.

Tras cruzar el puente giramos a la izquierda, siempre siguiendo el PR-15, que desciende bordeando la ladera hasta el pinar, particularmente hermoso en este tramo. Pasamos por la fuente del Cedrón con su agua fresca y cristalina; y tras pasar por un portón para el ganado llegamos de nuevo al Cobertizo del Depósito por el que habíamos pasado esta mañana. Aquí hicimos una breve pausa para tomar un respiro antes de descender el último tramo hasta el Puerto de Cotos donde nos esperaba la última parada (dulcis in fundo) en el bar.

Por las vistas espectaculares, la belleza imponente del paisaje glaciar aún cubierto de su blanco manto invernal pero ya con la primavera en ciernes; por las correrías del viento, que nos depararon un día de sol y nubes cambiante; y por la valentía de Esteban, esta excursión se merece la máxima nota, un 5. Fue un día redondo.
María Willstedt

FOTO REPORTAJES