miércoles, 14 de junio de 2023

Excursión 707: El Espinar - Collado de las Lagunas

FICHA TÉCNICA
Inicio: El Espinar. Segovia
Final: El Espinar. Segovia
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 12,7 Km 
Desnivel [+]: 591 m 
Desnivel [--]: 591 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 22

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

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RESUMEN
En esta ocasión nos desplazamos a El Espinar para subir al Collado de las Lagunas de mano de Carolina. Dejamos los coches al lado de la plaza de toros del pueblo y comenzamos a caminar con el fresco de un día que amenazaba lluvia.

Nada más empezar, y, sin ninguna concesión, empezamos a subir por un camino que nos llevaría al prado Quinto. No llovió en ningún momento (bueno, chispeó un poquito, pero casi ni nos enteramos), y la temperatura era excepcionalmente buena, con fresquito, sin calor.

Así, fuimos subiendo entre pinos, disfrutando de los rayos de sol que se colaban entre sus ramas. Pinos rojos, los altos que viven en estos montes. Y, subiendo, subiendo, llegamos al refugio de Peña la Casa, una construcción que nos recordaba a algunos senderomagos a la cabaña de Astérix, en aquel bosque celta.

Allí nos hicimos varias fotos, dentro y fuera y bebimos de una fuente con el emblema de los forestales, que se encuentra a la entrada del refugio. La verdad es que parecía un paisaje de cuento, con una gran piedra ortogonal casi suspendida en el aire, el musgo que cubría las rocas y la casa, un árbol cubriendo el techo, el agua… Así que nos sentamos un rato a disfrutar del entorno y a recuperar fuerzas. Y, justamente, delante de la cabaña, nos hicimos la foto de grupo.

Seguimos subiendo. El verdor del campo, los helechos altísimos, las flores contrastando con su color amarillo, todo estaba precioso, gracias a las lluvias de los días anteriores.

Y, a las 12, como debe ser, paramos para el Ángelus. Nos tomamos nuestro tentempié y hala, otra vez para arriba, esta vez por un sendero más estrecho, hasta la fuente del Esportón.

Y, al final, ¡la recompensa!. Llegamos a la Pradera de las Lagunas. Qué preciosidad, un prado enorme, con lagunillas de agua, vacas, terneritos, caballos, potrillos. Nuestras mascotas se bañaron (las de Carlos no, porque es un padrastrón y no las dejó). Y nosotros disfrutamos muchísimo del paisaje y hasta le perdonamos a Carolina la subida que nos había llevado hasta allí, porque merecía la pena.

Y, con desgana, tuvimos que alejarnos del paraíso y seguir nuestro camino. Paramos a comer en un par de troncos tirados que nos hicieron las veces de bancos en los que cabíamos todos. Aunque uno de nosotros, no diré quién, hizo que una rama se partiera al sentarse (¿?).

Y, cuando creíamos que no había más subidas, pues héte aquí que tenemos que subir al punto de la Cruz de Pedro Álamo, una piedra impresionante, con una inscripción y una cruz en lo alto, que parece que puso un vecino de El Espinar cuando se salvó de una situación complicada en la montaña. Hay que trepar entre rocas para llegar arriba, pero las vistas son impresionantes.

Y ahora sí, tocaba una bajada a lo GMSMA, como diría José María. Es decir, trochando sin sendero conocido. Hasta llegar al Camino del Ingeniero.

Y vuelta al pueblo, donde algunos se tomaron las merecidas cervecitas.

Por la enorme belleza del paisaje, yo concedo a esta excursión, que me ha encantado, 5 sicarias.
Raquel Clabo


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