jueves, 22 de junio de 2023

Excursión 712: Ibones de Astún

FICHA TÉCNICA
Inicio: Estación de esquí de Astún
Final: Estación de esquí de Astún
Tiempo: 2 a 3 horas
Distancia: 6,2 Km 
Desnivel [+]: 218 m 
Desnivel [--]: 218 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 14

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

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RESUMEN
El 22 de junio de 2023 quedará grabado en nuestra memoria como el día en que desafiamos la majestuosidad y la incertidumbre de los Pirineos de Huesca, en nuestra cuarta ruta de esta escapada.

Nuestra odisea comenzó en la estación de esquí de Astún, donde la niebla densa y el viento azotaban la cima, pintando un cuadro de misterio y emoción. No había nadie en la estación y Juan se encargó de sacar los tickets para todos.

Fue emocionante subir en el telesilla hasta la cima de la pista de Astún, que nos recibió con una niebla densa que se entrelazaba con el viento frío de la montaña.

Intentamos realizar la ruta siguiendo el sentido horario, pero al llegar a la zona desprotegida de la montaña, era tal viento y lluvia, que desistimos continuar avanzando.

Desafiando las condiciones climatológicas, decidimos regresar y aguardar en el bar de la Terraza de los Ibones, donde el aroma del café caliente se mezclaba con la expectación en el aire.

La niebla jugueteaba con la paciencia de los aventureros, pero la calidez de la bebida reconfortante nos brindó la fuerza necesaria para emprender la ruta circular ahora en sentido antihorario.

Nuestros primeros pasos nos llevaron hacia el Ibón de Astún, también conocido como Ibón de las Truchas.

La niebla que aún persistía confería al paisaje un aura mágica, transformando el lago en un espejo etéreo donde los contornos de las montañas se desvanecían en la neblina. Cada paso resonaba con el crujir de la hierba mojada y el eco lejano del viento.

Continuamos por la senda de las Truchas, serpenteando por terrenos irregulares hasta alcanzar el Collado de Astún (2185m). Desde este punto, la ruta nos condujo a la vertiente norte del pico de Astún, cruzando la frontera hacia territorio francés.

El sendero de Rébec nos llevó a través de estrechos pasajes, revelando panoramas impresionantes incluso entre las brumas persistentes.

Siguiendo el camino de Rébec, alcanzamos el Col de Rébec (2183m), una paleta de colores y formas que la niebla intensificaba, creando unas panorámicas únicas. Un poco más abajo, bordeamos el apacible lago de Rébec, con sus aguas completamente congeladas, reflejando el blanco inmaculado de la nieve.

La ruta continuó con una subida hasta el punto más alto, el Puerto de Jaca o Col des Moines (2168m), ofreciendo vistas limitadas pero fascinantes, donde incluso pisamos algo de nieve.

Nuestra ambición de llegar al Pico des Moines (2349m) se vio frustrada por la obstinada niebla que se aferraba a las alturas. Con pesar, decidimos renunciar a la cumbre, sabiendo que las vistas quedarían ocultas tras un velo de misterio.

El descenso, ya por territorio de España, lo hicimos siguiendo el camino del Puerto de Jaca, que nos condujo por el barranco del Escalar, en una travesía llena de encantos y belleza natural.

Llegamos al Ibón de Escalar, también conocido como Ibón de las Ranas, donde la niebla y las aguas cristalinas creaban un rincón de paz, solo empañada por la persistente llovizna.

Ascendimos por el camino que serpenteaba por la ladera de la montaña, pasando junto al Ibón Llanos del Sol, que veíamos al fondo a la derecha, ahora ya sin lluvia. Completamos el círculo y regresamos al punto de partida, el remonte de Astún.

El día concluyó con una mezcla de satisfacción y asombro ante la capacidad de la naturaleza para desafiar y cautivar, incluso cuando las condiciones no eran ideales.

Esta ruta por el Pirineo de Huesca, marcada por la niebla persistente y el viento indomable, se convirtió en una epopeya inolvidable, una exploración de la belleza en su forma más cruda y auténtica.

Comimos en el hotel Santa Cristina, donde nos hospedábamos y por la tarde dimos un paseo por Villanúa y su entorno que conserva el aspecto de los pueblos de montaña aragoneses, acercándonos también a contemplar el puente medieval de los peregrinos sobre el río Aragón, el antiguo Pont Nou, con el característico aspecto de lomo de asno de la época.

Pasamos junto a lo que queda del Convento de la Trinidad (S.XVI) y callejeamos por el pueblo de Canfranc, donde paramos a tomar algo en la estupenda terraza del bar el Mentidero antes de regresar al hotel, dando así por terminada esta jornada que puntúo con un 4.
Dunia Peña

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