miércoles, 15 de marzo de 2017

Excursión 338: Buitrago. Palacio de Osuna y fortines

FICHA TÉCNICA
Inicio: Buitrago
Final: Buitrago
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia:  12,5 Km
Desnivel [+]: 261 m
Desnivel [--]: 261 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 38

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta






















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx) 

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC

Ver esta ruta en Wikiloc

RESUMEN
Iniciamos la ruta en Buitrago de Lozoya, junto al restaurante Andearriero, con un pellizco de nostalgia en el estomago de los primos Cid, Enrique y Marcos, al recordar cuando en sus años mozos, sin querer decir que estos hayan pasado, el autobús llamado “El Albarrán” hacía parada obligatoria en el citado restaurante camino a sus respectivos pueblos: Navares de Ayuso y Navares de Enmedio.

Nos pusimos en marcha a la hora establecida, como es norma dentro del grupo, dirigiendo nuestros pasos por la calle de Concepción Vera hacia el río  Lozoya. El número de caminantes en esta ocasión fue de 36, según datos del Observatorio de Estadísticas. Una vez en las inmediaciones del puente del Arrabal o puente viejo, caminamos con rumbo norte por la ribera del Lozoya dejando a nuestra izquierda la depuradora del pueblo.

El camino nos llevó a la ribera del arroyo de las Cárcavas o Cigüeñuela, según la documentación que se consulte, que  discurre paralelo a la carretera de las cinco villas. Aproximadamente a 200 metros cruzamos un puente sobre el citado arroyo, un puente estrecho  sin ningún tipo de barandilla, y desde allí comenzamos una ascensión de unos 400 metros hasta llegar a un mirador natural que se encuentra enfrente del meandro donde se asienta la villa medieval de Buitrago del Lozoya y desde cuyo enclave pudimos disfrutar de unas magnificas vistas de la misma. Como es lógico aprovechamos para hacer las oportunas fotografías que habrían de inmortalizar el momento.

Seguimos el sendero, entre pinos y encinas, que nos llevaba paralelos al embalse de Puentes Viejas que remansa las aguas del Río Lozoya. En un punto del camino detectamos la ausencia de “Mecha”, que al parecer había decidido acometer su actividad preferida: jugar con las vacas que encuentra a su paso. Después de unos cuantos silbidos y voces por parte de los que cerrábamos el grupo la vimos aparecer a trote ligero en su intento de contactar con nosotros.

Cuando habíamos recorrido unos 2,5 Km  llegamos a lo que queda del antiguo Palacio de Osuna o Casa del Bosque. Esta es una obra apenas conocida, y posiblemente la causa del desconocimiento de este edificio estriba en la creación de la presa de Puentes Viejas en 1939, lo que hizo desaparecer el puente de la Coracha, y con él el camino directo a la casa del Bosque, dejando el palacete olvidado en la orilla opuesta al pueblo. Su construcción, entre los años 1596 y 1601, se debe a  Iñigo López de Mendoza y Mendoza (1536-1601), descendiente del famoso marqués de Santillana y amigo personal de Felipe II. De la mano del tal Iñigo llega a nuestro país una tipología de villa de recreo en el campo abierta a la naturaleza pero con las comodidades de la ciudad, villa de descanso y alejada del protocolo, para poder organizar partidas de caza, pesca, organizar fiestas... 

La construcción se articula en torno a un cuerpo central de forma circular, a modo de rotonda, que sobresale en planta y estaba cubierta con una cúpula de media naranja actualmente desaparecida, siendo su función la de capilla del palacio. Es esta la parte mejor conservada manteniéndose el enlucido interior de los paramentos, así como escudos nobiliarios con la cruz de los Mendoza. Si el lugar estuvo destinado a la celebración de fiestas, parecía el lugar adecuado para dar cuenta de las viandas que traíamos, así que eso hicimos.

Tras un breve descanso para retomar fuerzas, "El boss" se puso en marcha y hubo que terminar la pausa y continuar la excursión. Nuestros pasos discurrían por la pista que había de conducirnos hasta el Centro de Comunicaciones por Satélite de Buitrago, pero a los 200 metros la abandonamos para dirigirnos a la orilla del embalse de Puentes Viejas, circunstancia que aprovecho “Teo” para sumergirse en sus aguas y refrescarse un poco, dado que las temperaturas, a pesar de estar en invierno, eran propias de la primavera que estaba por llegar.

Como el embalse no estaba lleno pudimos transitar un rato por una zona que en otras ocasiones se encontraría bajo el agua. Poco a poco, nos vamos alejando del Río Lozoya, para retomar la pista que habíamos dejado y que nos conduciría hacia las antenas del Centro de Comunicaciones por Satélite. Nuestros pasos, una vez recorridos unos 2,5 Km desde nuestra parada en la Casa del Bosque, nos llevaron hasta el citado centro, cuyas antenas completamente inutilizadas desde el 1 de enero de 2004 provocan gran impacto visual en el valle del Lozoya. Solamente el edificio central tiene actividad para reuniones de empresa y “ejercicios espirituales” del personal del Grupo Telefónica, como dieron fe los senderomagos   que en algún momento de sus carreras profesionales allí estuvieron.

El camino terminaba en una puerta cerrada, así que nos dirigimos al pinar de nuestra derecha y llegamos hasta un pequeño muro que debimos saltar sin problemas, eso sí, ayudándonos de los árboles situados en las proximidades. Unos 100 metros nos separaban de la  carretera de Gandullas (M-137) sobre la que caminamos un breve trecho para abandonarla a la izquierda y tomar una vía pecuaria, que en su primer tramo está asfaltada.

Pocos metros más allá se encontraba la zona conocida como de Las Zorreras desde donde tenemos unas bonitas vistas de las que nos informa el cartel allí ubicado: antigua estación de telecomunicaciones, embalse de Puentes Viejas, sierra de La Puebla, Gandullas y su helipuerto.

Aprovechamos el lugar para hacer la foto de grupo que habría de inmortalizar la excursión y dejar constancia de los asistentes a la misma, algunos difíciles de reconocer enmascarados en sus  gorras, ¡Ay las gorras¡, que posteriormente diría José María en su fotoreportaje.

En este paraje encontramos el primero de los “fortines” que forman parte del nombre de esta excursión. Se trataba de un bunker de tres troneras, que formaba parte de una posición republicana que cerraba la parte más meridional del avance nacional y que defendía el pueblo de Gandullas.

Hacemos un giro, a la izquierda, donde vemos un cartel informativo de 2,6 km a Piñuecar, para dirigirnos a la visita de otros bunkers que pertenecieron al bando nacional y que formaron parte de lo que se conoció como “Muralla de Acero” durante la guerra civil: el fortín de la Llorona y el fortín de la Retamosa.


Para finalizar el paseo por la trágica historia de nuestra guerra civil volvemos a la zona republicana, dirigiéndonos hacia el cerro Cabeza Velayos; ambas zonas estaban tan próximas, a apenas un kilometro de distancia, que incluso se podían escuchar perfectamente los insultos que de vez en cuando se lanzaban ambos bandos. Durante la contienda, en este cerro a 80 kilómetros al norte de Madrid, los soldados de la República lucharon resistiendo todos los ataques, ya  que no podían ceder porque aunque estaban defendiendo Buitrago, sabían que detrás estaba Madrid.

Muchos milicianos dieron su vida por esa loma que sería bautizada como “La Peña del Alemán” en homenaje a un antifascista germano que fue malherido luchando por la República, Max Salomon, que tuvo que huir de la Alemania de Hitler y que en España vio la oportunidad de luchar contra el fascismo que le había expulsado de su hogar.


Se escribieron poemas sobre sus defensores que durante casi tres años no cedieron y aguantaron hasta el final de la guerra.  Uno de ellos estuvo dedicado por Miguel Hernández  a la adolescente Rosario, de tan solo 17 años, a la que llamarían “la dinamitera” por su manejo de los explosivos hasta que una bomba le explotó en la mano dejándola manca mientras defendía Buitrago. Recojo en esta crónica el poema, porque formó parte de la convocatoria de esta marcha y como homenaje a aquellos, que pertenecientes a uno u otro bando, sufrieron los horrores de la guerra.

Rosario, dinamitera,
sobre tu mano bonita
celaba la dinamita
sus atributos de fiera.

Nadie al mirarla creyera
que había en su corazón
una desesperación
de cristales, de metralla
ansiosa de una batalla,
sedienta de una explosión.

Era tu mano derecha,
capaz de fundir leones,
la flor de las municiones
y el anhelo de la mecha,
Rosario, buena cosecha,
alta como un campanario,
sembrabas al adversario
de dinamita furiosa,
y era tu mano una rosa
enfurecida, Rosario.

Buitrago ha sido testigo
de la condición de rayo
de las hazañas que callo
y de la mano que digo.
¡Bien conoció el enemigo
la mano de esta doncella,
que hoy no es mano porque de ella,
que ni un solo dedo agita,
se prendó la dinamita
y la convirtió en estrella!

Rosario, dinamitera,
puedes ser varón y eres
la nata de las mujeres
la espuma de la trinchera.
Digna como una bandera
de triunfos y resplandores,
dinamiteros pastores,
vedla agitando su aliento
y dad las bombas al viento
del alma de los traidores.


A la bajada vimos en la base del cerro una cueva de dos entradas, que según unos pudo servir como polvorín de explosivos y según otros como refugio para protegerse de los bombardeos enemigos. 

Desde ese punto y sin más dilación “todo tieso” hasta nuestro destino final: el restaurante Andearriero en Buitrago. Al llegar allí, nuevamente el pellizco en el estómago, pero en esta ocasión no de nostalgia sino de hambre y afectando no sólo a los primos Cid sino a la totalidad del grupo. Allí comimos y a los postres se procedió a la entrega de condecoraciones a los que se habían hecho merecedores de ello.

Un dato anecdótico es la aparición de una nueva estrella, que se otorga por haber participado en 150 marchas y que la organización ha “improvisado” en un elogioso intento de asegurar hechos merecedores de invitación a cañas al finalizar las marchas.
Calificación de la ruta: 4 sicarias.
José Luis Benavente

FOTO REPORTAJES

miércoles, 8 de marzo de 2017

Excursión 337: Peñalara y su Laguna

FICHA TÉCNICA
Inicio: Puerto de Cotos
Final: Puerto de Cotos
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia:  12,8 Km
Desnivel [+]: 579 m
Desnivel [--]: 579 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 38

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta















TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
Antonio se buscó una excusa para volver a pisar nieve: había que ir a busca el lugar donde se encuentra una plaquita en recuerdo de un militar de la Guerra Civil en Peña Citores y de paso subir a Peñalara (ahí es nada!) y de paso bajar al refugio Zabala y a la Laguna Grande, para remate de la fiesta blanca, por si no había bastante.

En el aparcamiento de Cotos iniciamos la aventura propuesta para esta ruta de marcado ambiente invernal, con cielo algo nublado y mucha nieve por la mayoría de su recorrido.

Remontamos el aparcamiento hasta llegar a la fuente Bernaldo de Quirós, erigida aquí en honor del que fuera símbolo del excursionismo y montañismo en el Guadarrama. Está situada frente a la Venta Marcelino, que con su tejado de pizarra a dos aguas semicubierto por la nieve y sus travesaños de madera, nos hace trasladarnos a los Alpes.

Dejamos a nuestra izquierda el que fue el Albergue de la Real Sociedad Española de Alpinismo, de los más antiguos de España, desgraciadamente abandonado hoy día a su suerte, y a la derecha, el centro de Interpretación del Parque, para dirigirnos al comienzo de la exigente Senda del Batallón Alpino.

Pasamos junto al Mirador de Lucio, con estupendas vistas, y nos internamos en el denso bosque, comenzando así un ascenso constante por la loma de Dos Hermanas. La senda discurre por un bosque de pino silvestre, en dirección noroeste, con vistas a la Bola de Mundo y las pistas de Valdesqui, hoy
aparentemente fuera de servicio, y está marcada con algún que otro hito y círculos amarillos.

El Batallón Alpino, fue organizado en septiembre de 1936 para mantener a raya desde las cimas más altas de Madrid a las fuerzas rebeldes acantonadas en La Granja. Ellos abrieron desde el puerto de Cotos (1.848 metros) esta senda para abastecer las posiciones de Peña Citores (2.181), Dos Hermanas (2.285) y Peñalara (2.428), superando aquí los tres peores inviernos que nadie haya pasado jamás en la sierra de Guadarrama.

A poco más de una hora, dejamos la emboscada y sombría ascensión por el pinar para continuar por el piornal, semicubierto de nieve, alcanzando enseguida un collado raso donde nace el arroyo del Infierno, paradójicamente en un manantial con nombre mucho más angelical: la Fuente de los Pájaros.


Sin pararnos en ella, continuamos en dirección oeste, directos a nuestro objetivo, la posición fortificada circular, del tamaño de una plaza de toros, situada a caballo entre Peña Citores, a nuestra izquierda, y Dos Hermanas, a la diestra, por allí teníamos que buscar la placa, faena en la que puso gran empeño nuestro único zapador gallego, que pala en mano cavó en los puntos que le iba indicando nuestro pintor, más guiado por la intuición que por el acierto. Hubo que esperar a que llegara Antonio para acertar, gps en mano, con el lugar exacto.

Mientras tanto, fuimos tomando el aperitivo contemplando desde privilegiado espolón cómo se señorean las más altas cumbres de la sierra: desde Peñalara, Dos Hermanas, hasta la Mujer Muerta, pasando por Cabezas de Hierro, las Guarramillas, Siete Picos, Montón de Trigo...un festín para nuestra vista.


No es de extrañar que eligieran este excepcional lugar de vigilancia quienes llenaron esta cresta de trincheras y parapetos durante la guerra civil, con excelentes vistas además de Valsaín y su pinar, La Granja y todas las tierras de Segovia.

Tras encontrar la emotiva placa homenaje al capitán Leatherdale que su hijo le dedicó, nos asomamos a la vertiente segoviana, que con la claridad del día dejaba ver, como si de maquetas se tratase, Segovia y todos los pueblos de sus alrededores. Tras la fotos de rigor, iniciamos la subida a Peñalara, ascendiendo con bastante nieve buscando el PR-32, que discurre por la cuerda de la misma.


En el collado antesala de la gran subida nos abandonaron los que tenían prisa para regresar a Madrid, o al menos eso dijeron, mientras miraban de reojo la empinada planicie de subida a la cumbre más alta de la Sierra de Guadarrama.

Fatigados por el sobresfuerzo de caminar con nieve, alcanzamos los 2.428 metros de su cumbre, coronada por un vértice geodésico junto al cual paramos a comer los bocadillos y alguno hasta se echó una cabezadita.


El descenso lo realizamos, volviendo sobre nuestros pasos hasta llegar a Hermana Mayor (2.284 m) donde nos desviamos para seguir por ella y continuar por Hermana Menor (2.269 m) en busca de las zetas del PR-3 y su continuación, hasta llegar a una de las revueltas de donde sale la senda que va al refugio Zabala, tramo con mucha nieve y donde muchos hundimos el pie, la pierna y medio fuimos engullidos por la blanda nieve.

Tras deleitarnos con las vistas desde el refugio, bajamos al pie de la Laguna Grande, que estaba completamente congelada, excepto por la parte de su
desagüe, convertido en un gélido manantial.

Más fotos en el incomparable marco del Circo de Peñalara, donde es fácil ensimismarse ante tanta belleza, y comenzamos el regreso al Puerto de Cotos, descendiendo por el sendero, con tablas de madera que protegen el entorno, hasta el chozo de vigilancia que hay junto al arroyo de la Laguna, continuamos por el PR-15, disfrutando de las espectaculares vistas de la Cuerda Larga y el Valle de la Angostura a la que pasábamos por la fuente del Cedrón y nos internábamos en el pinar.

Alcanzada la pista de las zetas que habíamos dejado en el desvío al refugio de Zabala, en el Cobertizo del Depósito, descendimos por ella, parando en el Mirador de la Gitana, para ver si su reloj de sol estaba en hora, y que como era de esperar, así fue.


Sólo quedaba dejarse caer en cómodo paseo hasta el puerto, pasando por la fuente Cubeiro, que últimamente nunca tiene agua, y en línea recta de nuevo estábamos en Venta Marcelino, donde nos esperaban los hermanos Anaya, que de toda la ruta, no querían perderse la parte más gratificante de la excursión: las cervecitas al sol en su incomparable terraza.

Por todo lo anterior esta excursión, de nieve, sol, investigación, diversión, emoción y gratificación bien se merece la nota máxima: 5.
Una Rosa

FOTO REPORTAJES

miércoles, 1 de marzo de 2017

Excursión 336: Camino de San Frutos. Etapa 1. Segovia - Espirdo

FICHA TÉCNICA
Inicio: Segovia
Final: Espirdo
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia:  14 Km
Desnivel [+]: 221 m
Desnivel [--]: 65 m
Tipo: Solo ida
Dificultad: Baja
Pozas y agua: No
Ciclable: 
Valoración: 3
Participantes: 43

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta



















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
El miércoles iniciamos una excursión tranquila, fácil y soleada por tierras segovianas. Esta excursión es la primera que hacemos de unas cuantas que entre todas forman lo que se llama El Camino de San Frutos.

Consta de aproximadamente de 88 Km y antaño era un camino de peregrinación entre Segovia y la ermita de San Frutos en las Hoces del Río Duratón. Camino con importantes restos del patrimonio histórico-artístico y natural.

Nuestro compañero y segoviano Ángel Vallés recorrió en su momento 47 Km de éste camino. Fue él el que nos animó a realizarlo.

Iniciamos ésta primera etapa, de unos 14 Km entre Segovia y Espirdo, en el aparcamiento de la Fuencisla, a la sombra de la imponente silueta del Alcázar de Segovia, allí nos reunimos todos. Unos veníamos desde el pueblo de Espirdo, dónde nos distribuimos en algunos coches para unirnos a los que habían quedado directamente en la Fuencisla.

Comenzamos el camino 42 senderomagos hacia la iglesia románica de la Vera Cruz, del siglo XIII. Seguimos por Zamarramala y a las puertas de la ermita del Calvario cogemos un camino agrícola que nos lleva hasta La Lastrilla. Menos mal que no era verano, porque aunque se soportaba el calor, no había un solo árbol en todo el recorrido. Era todo sembrados, eso sí, con impresionantes vistas de la sierra de Guadarrama, destacando la imponente silueta de la Mujer Muerta, que parecía estar tapada con un manto blanco.

Tras visitar la Lastrilla, seguimos el camino para pasar por debajo de la SG-20 y tirarnos por los suelos para salvar una alambrada. Las risas se sucedían unas detrás de otras. Después de que no se enganchara ninguno seguimos hacia el vértice geodésico de La Cabrilla,en sus proximidades tomamos un descanso y lo que cada uno quiso. Continuamos por el caserio de Matavacas en dirección a Bernuy de Porreros.

A este pueblo llegamos por caminos entre sembrados hasta, allí nos sellaron las credenciales, que custodiaba Ángel Vallés y que sellará en Zamarramala y La Lastrilla. Desde aquí nos dirigimos hacia Arroyo de San Medel y Las Huertas, donde se encuentra una zona recreativa con aparatos para hacer ejercicio y mesas con barbacoas para recuperar con creces las calorías perdidas después.

Ya no quedaba mucho, seguimos y llegamos a las revueltas que hace el arroyo,y por fin a Espirdo, último pueblo de ésta primera etapa del Camino de San Frutos.

De nuevo nos distribuimos en los coches, unos para recoger otros coches y otros para dirigirnos a Torrecaballeros, al restaurante del rancho de la Aldegüela dónde nos atendieron y comimos fenomenal en un ambiente entrañable.

Mención aparte merece Ángel Vallés que cumpliendo 74 años, parece que tiene 40. Felicidades Ángel. También me alegro por las recuperaciones de Leonor y Carlos.

Para terminar éste fenomenal día, algunos se dieron un buen baño en el SPA, cortesía de Casilda. En definitiva creo que todos hemos pasado una excelente jornada, con una marcha fácil y cómoda.

Si la excursión de la Pedriza, la Najarra y la Maliciosa tienen 4-4,5 y 5 sicarias ; ¿ésta?, no más de 3 y generoso.
Manuel C.

FOTO REPORTAJES