miércoles, 20 de marzo de 2019

Excursión 452: Paseo por La Jarosa

FICHA TÉCNICA
Inicio: La Jarosa
Final: La Jarosa
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 18,5 Km
Desnivel [+]: 563 m
Desnivel [--]: 563 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 3,5
Participantes: 19

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN
Para realizar una ruta tranquila, sin grandes esfuerzos y bonitas vistas, nada mejor que el entorno de la Jarosa, donde nos dirigimos en busca de un plácido por sus pinares y embalse.

Quedamos en al Área Recreativa La Jarosa I, en el aparcamiento del chiringuito existente a los pies de la Ermita de Nuestra Señora de La Jarosa, construida en 1956, por voluntarios del pueblo de Guadarrama. En agosto se efectúa una romería en su nombre.

Iniciamos la marcha, cruzando la carretera y la puerta de acceso de pescadores al embalse, prosiguiendo junto a su orilla, dado su bajo caudal, hasta alcanzar las inmediaciones del extremo izquierdo del muro de contención de su lado noreste. Nos acompañan por primera vez Teresa y Mayte.

A nuestra izquierda dejamos los restos de una espadaña, perteneciente a la antigua Ermita de San Macario, que formaba parte de la aldea de La Herrería, desaparecida en el siglo XVII.

Esta zona era conocida como Berrueco de la Herrería o Berrueco de San Macario. El embalse fue construido en el año 1968.

Aún hoy en día, cuando el nivel del agua lo permite, se puede pasear entre los restos de las antiguas casas de la aldea que quedaron bajo las aguas del embalse.

Salimos del embalse por otra puerta de pescadores, dejando sus espléndidas panorámicas con el azul del agua contrastando con el verde de los pinares y la colosal cruz del Valle de los Caídos destacando en el horizonte. Cruzamos la carretera y proseguimos por una senda que poco a poco se va cerrando entre zarzas que nos van envolviendo, lo que nos obliga a agacharnos en varias ocasiones, saliendo al fin a una pista semiasfaltada que bordea el Cerro de la Viña, por la que continuamos.

Seguimos las marcas verdes y blancas del sendero local y un círculo rojo sobre los árboles, indicativas de la senda temática SL-M-44005 “por las trincheras”. Pasada la barrera, dejamos de andar por pista para transitar por una vereda, que recorre paralela el pinar. Poco antes de un kilómetro, atravesamos la pista, dejando a la izquierda una bifurcación de caminos.

Continuamos de frente por la senda, que se separa de la pista momentáneamente para volver a casi juntarse poco más adelante. Ya comenzamos a ver restos de trincheras, que pasan casi desapercibidas ocultas por la vegetación. Giramos a la izquierda, para ascender a un altozano en el cual quedan restos del puesto de guardia de las tropas nacionales que cubría las trincheras enclavadas en sus laderas y que desde aquí dominaban posibles ataques desde el valle.

Regresamos al camino y cruzamos la pista, prosiguiendo por otro ramal que asciende con dirección norte. En breve estamos en otra bifurcación, las indicaciones nos guían a la derecha para encontrar restos de un refugio y nidos de ametralladora, que defendían este alto. Son los restos del puesto de mando del ejército nacional, utilizado por la Columna Iruretagoyena que controlaba la ladera de la Solana de fuente la Teja, un entramando de trincheras y barracones. Este cuerpo del ejército se adueñó más tarde de Villafranca del Castillo y Villanueva del Pardillo.

Retornamos a la pista, andamos unos metros y torcemos a izquierda, donde hay una gran profusión de trincheras y otro puesto de guardia, así como un búnker muy deteriorado.

La senda nos lleva en bajada hasta una pista, justo en el cruce con el arroyo de la Chorrera, donde está la fuente del Horcajo.

Seguimos aguas abajo el arroyo por la llamada Vereda del Agua, antiguo trazado de una canalización de agua, en la que de vez en cuando se pueden ver alcantarillas con la inscripción de "Regiones devastadas. Año 1954".

Caminamos asombrados por el cañón por el que discurre el arroyo de la Jarosa, que recoge en este punto el caudal del arroyo de la Chorrera y del arroyo de los Álamos Blancos.

Escuchamos el torrente de agua que se despeña por una catarata impresionante que vemos a lo lejos, poco después de pasar junto a las ruinas de una edificación que nos queda a la derecha.

La vereda remonta el cañón ofreciendo sus bonitas panorámicas. Poco antes de un kilómetro, nos devuelve al cruce de pistas por el que pasamos anteriormente, giramos a derecha sin llegar a él, para continuar por otra pista, que baja hasta el arroyo de la Jarosa, donde aprovechando unas mesas de madera paramos a tomarnos el tentempié de mediodía y en su explanada hacernos la foto de grupo.

Tras el descanso, proseguimos para enseguida cruzar el arroyo de la Jarosa y por una pista remontar un cerrillo para volver a bajar y alcanzar un área recreativa en la que algunos nos dejan por tener prisa, haciendo así solo la mitad del 8 del trazado de esta ruta.

Continuamos la segunda parte de la ruta, que nos llevará a conocer los pinos plateados que este bosque esconde.

Cruzamos para ello el arroyo del Picazuelo y enseguida el de la Calle de los Álamos, enlazando con el Camino de la Carrasqueta, por ser la pista que sube hacia el cerro de este mismo nombre.

En el primer cruce nos abandonan otro grupo de estrellas fugaces que se vuelven hacia el embalse, el resto proseguimos por la pista hasta llegar a las proximidades del Barranco del Tomillar, donde nos desviamos a la derecha para seguir una supuesta senda que remonta la orilla izquierda de este arroyo, y digo "supuesta" porque de la bien señalizada senda que viene en los mapas no queda casi nada.

Tras luchar contra la maleza, al fin alcanzamos una pista, que cogiéndola hacia la derecha nos hubiese llevado enseguida a los pinos plateados, pero alguien se empeñó en ir a ver la cruz del Valle de los Caídos desde cerca del muro que rodea el recinto, por lo que cogemos la pista a mano izquierda alcanzando a los 1,2 km el mencionado muro, con una perspectiva de la cruz en la que solo se veía su enorme mástil.

Para no desandar el camino, decidimos ir al encuentro de los pinos plateados campo a través, lo que le dio un aire de aventura e improvisación de por dónde seguir a la ruta que en contrapartida dificultó, por las jaras y matorral, el recorrido.

Poco antes de alcanzar de nuevo la pista, en el Barranco del Tomillar, paramos a tomarnos los bocadillos y descansar de tan costoso trayecto.

Agradecimos sobremanera el volver a caminar por tierra despejada, al alcanzar la pista, que enseguida dejamos para continuar por otra que sube hacia el Alto de la Sacristía, donde comenzamos a ver con mayor frecuencia extensiones de pino plateado.

Este pino es también conocido como: pino salgareño, pino gargallo, pino pudio, pino maderero o pino nasarro.

Su nombre específico actual, nigra (pinus nigra Arnold), alude al color oscuro de sus hojas en contraste con el blanco de su corteza. Es un pino de gran talla que puede alcanzar los 50 metros, su copa es irregular y tiene raíces secundarias superficiales, que le permite adherirse a las rocas. Florece en primavera produciendo abundantes piñas cada 4 o 5 años, madurando en el siguiente otoño y esparciendo los piñones en la posterior primavera.

A pesar de una regeneración difícil, puede superar los 500 años. Resistente a la sequía y fríos invernales, prefiere los suelos calizos, frescos y profundos. Su hábitat está situado entre los 800 y 1.600 m.

Alcanzado el cortafuegos que corona el cerro, lo dejamos a la derecha para descender por la Calle de los Álamos hacia el Bosque Plateado, lugar de mayor concentración de estos pinos.

Antes de llegar a un arroyo, disfrutamos de las espectaculares vistas que un recodo del camino proporciona de la Sierra de Guadarrama, desde el Montón de Trigo a Cuerda Larga, pasando por Siete Picos, la Maliciosa, Bola del Mundo y la Pedriza.

Dando una cerrada curva, cruzamos por un puente el Barranco de los Lobos y al poco el arroyo del Bercial para descender paralelos al arroyo de la Calle de los Álamos por la senda temática SL-M-44006, conocida como la del Bosque Plateado, señalizada con franjas verde y blanca más un circulo gris.

En cómodo y atractivo paseo, descendimos el arroyo de la Calle de los Álamos que sin cruzarlo nos llevó al Área Recreativa La Jarosa II. Pasado el chiringuito, giramos a la derecha para seguir por la carretera bordeando el embalse, cruzar el arroyo del Picazuelo, para enseguida alcanzar el aparcamiento del Área Recreativa La Jarosa I, donde habíamos dejado los coches, dando así por finalizada la ruta.

Las cañas para celebrar todo lo visto y disfrutado en esta excursión, que se merece 3,5 sicarias nos las tomamos en la terraza del restaurante La Brisa de la Plaza de España de Guadarrama.
Paco Nieto

FOTO REPORTAJES
Foto reportaje de Francisco Nieto

miércoles, 13 de marzo de 2019

Excursión 451: Las cuatro lagunas de Peñalara

FICHA TÉCNICA
Inicio: Puerto de Cotos
Final: Puerto de Cotos
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 13,1 Km
Desnivel [+]: 670 m
Desnivel [--]: 670 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 32

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta















TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
Ver esta ruta en Wikiloc


RESUMEN
La excursión de hoy tenía como meta visitar las cuatro lagunas glaciares del Parque Natural de Peñalara, situado en el término municipal de Rascafría en la vertiente sureste del Pico de Peñalara (integrado a partir de 2013 en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama) y aprovechar de la última nieve que aún salpica las laderas de sus cerros.

La cita era a las 10:30 en el aparcamiento del Puerto de Cotos (1.830m), entrada principal del Parque, donde el parte meteorológico pronosticaba tiempo más bien soleado con ráfagas de viento y una temperatura entre 5-8 ºC. Lo primero que notamos al salir del coche fue, efectivamente, el viento helado que, a pesar del sol resplandeciente, nos obligó a ponernos enseguida la chaqueta cortavientos. 

Acudimos a la cita 32 participantes y 4 mascotas. Siguiendo las directrices del Parque, nos dividimos en grupos más pequeños para entrar y mantuvimos los perros atados con la correa.

Accedimos al Parque pasando junto al chozo de entrada y empezamos el ascenso por la pista del PR-3. Casi al principio de la senda nos encontramos a mano izquierda con la Fuente Cubeiro, donde los senderistas suelen llenar la cantimplora antes del ascenso, pero que en esta ocasión estaba seca. Al final de este primer tramo de subida llegamos al Mirador de la Gitana, cuyo indicador de montañas señalaba los picos aún nevados de Cabezas de Hierro. En el mismo mirador se encuentra también, en el suelo, un reloj de sol horizontal (analemático) hecho de piedra de granito.

Después de una curva a la izquierda llegamos al Cobertizo del Depósito, donde paramos para ponernos crampones y guetres (pinchos y polainas en castizo) porque la pista empezaba a estar cubierta de nieve dura.

Dejamos atrás el Cobertizo para continuar subiendo por la pista del PR-3 que en este punto discurre por un hermoso pinar. En el horizonte se podía divisar claramente la silueta nevada de la Cuerda Larga.

A medida que ascendíamos, los pinos se iban volviendo más achaparrados y escasos. Llegamos a una bifurcación donde abandonamos el PR-3 para seguir el camino que lleva a la Laguna de Peñalara. Este camino — inédito hasta ahora para el GMSMA — bordea a media ladera la peña los Quesos (2.032m), una de las cimas del parque, reconocible por su pico de relieve redondeado, que está situada a mitad de camino entre el Puerto de los Cotos y el circo glaciar de Peñalara. 

La pista va ascendiendo hasta llegar al Cerro del Cuco, que parece delimitar la frontera natural del bosque. Delante de nosotros aún se divisaba algún ejemplar de pino, cubierto de cencellada, antes de dar paso al matorral de alta montaña constituido mayoritariamente por piornos y enebros rastreros.

Desde el Cerro del Cuco comenzamos el descenso en dirección al circo glaciar de Peñalara, que, con sus 140 hectáreas es el más extenso de la Sierra de Guadarrama. Se calcula que se formó en el período Cuaternario, hace 1.8 millones de años.

A unos 600 metros al sureste del circo glaciar nos encontramos con la primera de sus lagunas: la Laguna Chica de Peñalara (1.970m). Se trata de un cuerpo de agua de origen glaciar, como todas las lagunas del Parque. De forma circular y escasa profundidad (max. 1,5m), está situada en una depresión de la morrena frontal que cierra el circo. Es una de las lagunas más pequeñas del parque y de carácter temporal, llegando a secarse completamente a finales del verano.

Tras la Laguna Chica tomamos el rumbo hacia la Laguna Grande. Delante de nosotros la imponente cornisa de las cumbres del Parque, por una de cuyas laderas nevadas se podía observar el lento ascenso de una larga fila de senderistas, convertidos en diminutas hormigas por la distancia.

El viento barría caprichosamente las nubes ora hacia el cielo ora hacia el suelo, ocultando por momentos a Peñalara y sus cimas hermanas. El paisaje presentaba las características típicas de una zona glaciar, con gran cantidad de rocas (de granito en este caso) diseminadas por el terreno, resultado de la fuerza de arrastre del hielo. A nuestra izquierda se podía observar en la distancia el Refugio Zabala (2.075m), situado sobre un resalte rocoso que separa las dos cubetas glaciares que conforman el circo de Peñalara. La luz nítida hacía resaltar el color verdoso de las peñas y rocas debido a un diminuto liquen que las recubre.

El agua que desciende de la montaña a causa del deshielo se acumula en esta zona, convirtiéndola en un humedal surcado por numerosos arroyuelos que derriten la nieve por debajo, aflorando a la superficie en numerosos lugares. Esto nos obligó a prestar especial atención adonde poníamos el pie para evitar meterlo en una charca escondida.

El ascenso hacia la Laguna Grande, que ocupa la zona central de la cubeta glaciar situada en el nordeste del circo, está señalizada con hitos de madera y acondicionada en algunos de sus tramos. Un sistema de cables tendidos delimita la zona de protección del entorno natural.

La Laguna Grande (2.017m) es un cuerpo de agua permanente de forma ovoidal, cuya longitud máxima alcanza los 127 metros, por una anchura máxima de 73 metros. En ella no viven peces (como en ninguna de las lagunas del Parque), pero sí anfibios, y en sus riberas nidifican varias especies de pájaros. Hicimos la parada de las doce (o ángelus) sentados en las grandes rocas que salpican una de las laderas de la Laguna, entre las cuales ya había empezado a florecer el crocus amarillo.

Tras la parada en la Laguna Grande seguimos la pista que, bordeando la loma, sube al mirador de Javier, situado a unos 300 metros de distancia de la laguna. Desde aquí se podía contemplar una espectacular vista de la Cuerda Larga.

En el mirador enlazamos con el PR-15, donde tres estrellas fugaces y un compañero algo despistado nos abandonaron para volver a la ciudad. El resto proseguimos por el PR-15, que se internaba por la ladera de la montaña en leve ascenso, entre piornos y pinos moldeados por el viento y vistosamente blancos por la cencellada.

Gradualmente la pendiente se volvió más empinada hasta que alcanzamos un mirador natural señalizado por un enorme hito de piedras desde el cual se goza de las mejores vistas del macizo de Peñalara y las Cinco Lagunillas, que en esta ocasión, sin embargo, estaban prácticamente invisibles bajo el manto de nieve. Esta zona también es relativamente pantanosa, por lo que el sendero que desciende hacia las Lagunillas está protegido por pasarelas de madera, que tampoco se divisaban bajo la cubierta de nieve.

A continuación ascendimos por el canal que conduce a los llanos de Peñalara, planicie situada a los pies de la cornisa y que hoy se encontraba completamente cubierta de nieve, en dirección a la Laguna de los Claveles, donde tuvo lugar el evento más emocionante del día: el rescate del móvil de Julián de la superficie helada de la laguna.

Julián se había encaramado en una de las laderas nevadas de la laguna con el fin de sacar fotos del espléndido paisaje. Los dedos ateridos por el frío hicieron que se le resbalara el móvil entre las manos, el cual, por una de esas conjunciones fortuitas entre la ley de la gravedad y la de Murphy, al caer sobre la dura capa de nieve se deslizó ladera abajo en dirección a la laguna, y no paró hasta haberse adentrado unos cinco metros sobre su frágil superficie helada. Y allí se quedó.

Tras varios intentos infructuosos de enganchar y arrastrar el móvil con una combinación de bastones y correas de perros, Esteban decidió arriesgar el camino por el hielo adentrándose en la laguna desde otro punto de la orilla. Su intención era seguir una banda de hielo más blanca, y por tanto más espesa, que cruzando la parte central de la laguna le permitiría acercarse al móvil por el otro lado.

No fue empresa fácil, pues había que avanzar lentamente y con mucho tiento, pero finalmente consiguió alcanzar y recuperar el móvil y, manteniendo la sangre fría, deshacer el camino andado con el mismo tiento y cuidado que a la ida hasta pisar de nuevo — ¡a pie enjuto! — la seguridad de la orilla, bajo los vítores de todos los presentes, entusiasmados con su hazaña a la vez que aliviados por su feliz resultado.

Tras abandonar la Laguna de los Claveles (2.119 m) continuamos la travesía de la gran planicie nevada en dirección a nuestra cuarta laguna, la de los Pájaros, a unos 900 metros de distancia. En este tramo el viento volvió a soplar con fuerza, esta vez echándonos las nubes encima, por lo que la temperatura bajó notablemente y hubo que protegerse de nuevo con las chaquetas cortavientos.

La Laguna de los Pájaros (2.170 m) es la más alta de todas las lagunas del Parque y una de las más grandes. De forma similar a la suela de un zapato, se trata de una laguna permanente, al igual que la Laguna Grande, a pesar de su escasa profundidad (max. 0,5 m). Esto se debe a la presencia de un sustrato limoso que impide que el agua se suma en el terreno. En la Laguna de los Pájaros nos encontramos con un amigo de Begoña — pasaba por allí… — que nos sacó la foto de grupo a los 28 que estábamos presentes.

Tras un breve descanso iniciamos el camino de regreso volviendo sobre nuestros pasos, siguiendo el trazado de la PR-15 y disfrutando de la incomparable majestuosidad de la Cuerda Larga en el horizonte.

A las 2:00 hicimos un alto en la llanura para comer el bocadillo, aunque debido al viento la parada fue más breve de lo habitual, a pesar de las espléndidas vistas.

Volvimos a descender por el caño grande hacia la zona de las Cinco Lagunillas siguiendo el curso del arroyo de Peñalara. El camino de regreso transcurrió sin mayores incidencias y siempre con la espectacular vista de la Cuerda Larga delante de nosotros.

A la altura del mirador de las Lagunillas el PR-15 reapareció de debajo de la nieve y pudimos quitarnos los crampones. En el mirador de Javier nos reagrupamos todos y empezamos el descenso final hacia el Puerto de Cotos. Al final de esta primera cuesta nos encontramos con el puente de madera que cruza el arroyo que desagua de la Laguna Grande, cuyas aguas, montaña abajo, se incorporan al caudal del río Lozoya.

Tras cruzar el puente giramos a la izquierda, siempre siguiendo el PR-15, que desciende bordeando la ladera hasta el pinar, particularmente hermoso en este tramo. Pasamos por la fuente del Cedrón con su agua fresca y cristalina; y tras pasar por un portón para el ganado llegamos de nuevo al Cobertizo del Depósito por el que habíamos pasado esta mañana. Aquí hicimos una breve pausa para tomar un respiro antes de descender el último tramo hasta el Puerto de Cotos donde nos esperaba la última parada (dulcis in fundo) en el bar.

Por las vistas espectaculares, la belleza imponente del paisaje glaciar aún cubierto de su blanco manto invernal pero ya con la primavera en ciernes; por las correrías del viento, que nos depararon un día de sol y nubes cambiante; y por la valentía de Esteban, esta excursión se merece la máxima nota, un 5. Fue un día redondo.
María Willstedt

FOTO REPORTAJES

miércoles, 6 de marzo de 2019

Excursión 450: Dehesas de Hoyo de Manzanares

FICHA TÉCNICA
Inicio: Hoyo de Manzanares
Final: Hoyo de Manzanares
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 14,1 Km
Desnivel [+]: 323 m
Desnivel [--]: 323 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 4
Participantes: 21

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
















TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN
Llevábamos meses sin que lloviera en Madrid y precisamente este miércoles iba a caer la del pulpo, según todas las previsiones, por lo que los habituales participantes de Alcalá de Henares, con Paco Cantos a la cabeza, lo tenían claro:

El miércoles lloverá
y es común conocimiento
el gran estremecimiento
que el agua, el frío y el viento
produce en los de Alcalá.

Así pues, ya lo sabéis:
como no es un frenesí
el mojarse porque sí,
no nos movemos de aquí.
¡Mañana no nos veréis!

Y ni mi desconfianza en los malos augurios les hizo cambiar de opinión: 

Qué cosa tendrá el agua,
que a los de Alcalá espanta.

Es de tener en cuenta,
que no hay ruta en la que con ella,
no se dieran la vuelta.

Como también es notorio,
que los del tiempo exageran,
esperamos que el agua no venga.

Los que sí vinieron para acompañarme fueron veinte incondicionales a los que el agua no les asustaba, o por lo menos no lo suficiente como para buscar alguna excusa y quedarse cómodamente en casa.

Pero los del tiempo, esta vez parecía que no se habían equivocado: desde el primer instante y hasta el final de la ruta no nos faltó el agua.

Con todo, los 21 valientes nos reunimos en los soportales de la Plaza Mayor de Hoyo de Manzanares para ajustarnos las polainas, impermeables y demás ropa para intentar mojarnos lo menos posible. 

Iniciamos el paseo por las dehesas de Hoyo de Manzanares, saliendo por la Avenida de Madrid (ctra M-618), continuamos por la calle de la Frontera y del Empedrado, para dejar el pueblo y adentrarnos en las primeras dehesas hasta llegar a un cruce de caminos donde se encuentra el Puente Molineros, formado por dos losas de granito que cruzan un arroyuelo.

Con el cielo encapotado y perdida toda esperanza de que cesase la lluvia, continuamos a la izquierda por una senda que transita por una amplia zona despejada, que al poco dejamos para seguir por un desvío a la derecha siguiendo un camino que pasa junto a un pilón abrevadero para el ganado y poco después alcanza el Alto de la Solana, con un punto geodésico situado a 1.002 metros y con un puesto de observación que en un día despejado tiene excelentes vistas, pero desde el que hoy no se veía nada.

Regresamos a la senda y por la derecha, continuamos por un camino que bordea una perrera, entre jaras y enebros para alcanzar la pista que va de los campamentos militares al Paque de Las Colinas, que seguimos hasta llegar a un pilón situado en una extensa pradera, donde nos reagrupamos, nos hacemos la foto de grupo y decidimos sustituir los fríos bocadillos bajo la lluvia por una comida calentita en Hoyo.

Ya más contentos, sabiendo la recompensa que nos esperaba, dejamos el camino, giramos a la izquierda por un humedal, hasta alcanzar los límites de la finca Navalvillar, para continuar por la bonita senda que transita siempre cerca del muro de la misma.

Con el muro a nuestra derecha, descendimos hasta llegar al arroyo Manina, uno de los que llenan el embalse de El Pardo, tras nacer a los pies de la Sierra de Hoyo. De él bajaba una cristalina agua que remontamos por una pequeña senda que entre robles, encinas y enebros se desdibuja a tramos, pero manteniéndose a pocos metros del arroyo, alcanzando al poco una zona despejada, por donde baja a la izquierda el arroyo de Chiviles. Sin duda fue ésta la parte más divertida y encantadora del recorrido.

Bajo una enorme encina paramos a tomar el tentempié de media mañana, aprovechando una pequeña tregua que nos dieron las nubes. Continuamos caminando entre una valla a la izquierda y el arroyo a la derecha, hasta que en la confluencia con el arroyo Valgrande giramos 90º a la izquierda, dejamos el arroyo Manina para remontar este otro, no tan espectacular, pero de bonito entorno.

Continuamos el suave ascenso sin cruzarlo hasta alcanzar un pilón, poco antes de llegar de nuevo a la pista de los campamentos. En este punto, los que tenían prisa por volver a Madrid y algunos otros que no querían empaparse más, continuaron rectos hacia el pueblo.

El resto continuamos por la pista de los campamentos, para al poco, al llegar al Cerro Camorrillos, abandonarla para continuar por la senda que sale a la izquierda que entre encinas, pasa junto a una valla metálica y después un muro de piedra por el Monte El Ejido hasta alcanzar la carretera M-618, que cruzamos para continuar por un camino que pasa junto a las instalaciones militares de la Academia y así llegar a una cantera de granito rosa porriño, ya en desuso y protegida por una cerca de madera.

Desde allí, con una lluvia redoblada y un viento cada vez más fuerte, salimos por el Camino de Manzanares, que después pasa a ser calle, alcanzando las primeras casa de la urbanización Navagrande, donde unos jabalíes se han acostumbrado a ir a buscar la comida que los vecinos les echan por encima de la valla metálica.

Callejeando, pasamos frente a la Colonia Vindel, un proyecto de Marcelo Usera, a quien se debe la planificación del conocido barrio madrileño, continuamos hasta llegar a la Plaza Mayor, tras alcanzar su fuente pilón y pasar debajo del Ayuntamiento, fianalizando así esta bonita ruta que si no hubiese sido por la lluvia la hubiésemos disfrutado como se merecía.

En el restaurante de la Cabilda, con un buen cocido y otros manjares, nos reconfortamos de tanta lluvia y viento, haciendo que aumentara la nota de esta excursión hasta conseguir un 4.
Paco Nieto