lunes, 19 de agosto de 2024

Excursión 795: Nocturna al Cerro del Mostajo con luna llena

FICHA TÉCNICA
Inicio: Alto del León 
Final: Alto del León 
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 10,5 Km 
Desnivel [+]: 464 m 
Desnivel [--]: 464 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 20

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta



















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

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RESUMEN
Son muchas las rutas que hemos realizado por la cuerda que une el Alto del León con La Peñota, pero nunca la habíamos recorrido de noche, y como íbamos a tener luna llena, aproveché para hacer aún más emocionante vivir esta experiencia.

Como llegar a la Peñota supone pasar un cortado bastante aéreo, que de noche no es muy recomendable, por prudencia nos íbamos a quedar en la cumbre anterior, el Cerro del Mostajo.

Para disfrutar de la puesta de sol y salida de la luna llena desde su cima, quedamos a una hora poco habitual para el grupo, las 19:00, en el aparcamiento del restaurante del Alto del León.

Allí nos nos reunimos 13 veteranos y 7 invitados, tres de ellos futuras promesas senderistas.

Echamos a andar, cruzamos con cuidado la carretera, y en lugar de seguir el GR-10 en dirección a la Peñota, como otras veces, doblamos a la derecha para seguir un bonito y sombrío sendero que bordea el Cerro de la Sevillana por su cara este, por el que nunca había ido el GMSMA, con la ventaja de que por aquí no nos da el sol, que todavía se hacía notar.

Cruzamos una charca, en sus comienzos, ahora seca, pasamos bajo dos tendidos eléctricos, el segundo de alta tensión, con chisporroteo incluido. Al llegar al Collado de la Sevillana, en lugar de seguir por la cresta y el GR-10, continuamos por la Senda del Arcipreste de Hita, que en ligero y agradable descenso, se dirige hacia el nacimiento del río Gudillos.

Al alcanzar las ruinas de lo que fue una casa, dejamos la senda, desviándonos a la derecha. Pasamos junto a una fuente con bañera e iniciamos el ascenso por la loma. Atravesamos la Majada del Pericón en agradable paseo, entre pinos y arbustos, sorteando las ramas cortadas recientemente de los pinos y que todavía no habían recogido.

Pasamos una portilla, cruzamos un cortafuegos, para continuar por la umbría de un denso pinar hasta alcanzar la fuente del Mostajo, de la que manaba un pequeño chorro de agua.

Giramos a la derecha y ascendimos con fuerte pendiente al Collado del Mostajo, con el sol preparándose para irse a dormir. Sin tregua, comenzamos a subir los pocos más de 60 metros que nos separaban del Cerro del Mostajo, siguiendo una pista ancha.

Alcanzada su mocha cima, contemplamos al norte el desafiante amasijo de rocas que forman La Peñota, que desde aquí se perciben como un reto imposible de conseguir, por lo impresionante de su altura y su afilada silueta. Al este, la llanura madrileña, con sus pueblos serranos en primer plano y la gran urbe al fondo. Al oeste, el sol vistiéndose de colores anaranjados que se fueron enrojeciendo poco a poco entre la Mujer Muerta y Cueva Valiente, a lo largo de la planicie segoviana.

Fue todo un espectáculo contemplar cómo el sol descendía lentamente, tiñendo el cielo de tonos cálidos y vibrantes. Los naranjas y rojos se mezclan con suaves matices de rosa y púrpura, creando una paleta de colores que parecía sacada de un cuadro.

Finalizó su agonía con un color rojo intenso como nunca lo había visto.

Todos nos sentimos emocionados mientras no parábamos de posar delante de esta maravilla, mientras una suave brisa fresca nos acariciaba la piel, invitándonos a ponernos algo de ropa. Fue un momento perfecto para contemplar, respirar hondo y disfrutar de esta maravilla de la naturaleza.

Los escasos quince minutos que tardó la luna en aparecer, los aprovechamos para tomar los bocadillos y hacernos la foto de grupo, contemplando el encendido paulatino de las luces de todos los pueblos de alrededor.

Bien atentos, no parábamos de mirar el lugar por el que estaba previsto hiciera su aparición, pero la abundante calima impedía verla. Por fin, un poco más elevada, la vimos salir por el horizonte, completamente roja.

De nuevo las cámaras se pusieron en marcha para inmortalizar tan bello espectáculo.

Esperamos a que tomara un poco de altura, a la vez que se hacía más blanca y más intensa su iluminación. La panorámica desde la cumbre no podía ser más sublime, con todo el cielo a nuestro alcance.

Hechas las fotos de rigor, iniciamos el camino de regreso volviendo sobre nuestros pasos hasta alcanzar de nuevo el Collado del Mostajo. A partir de aquí todo sería camino nuevo para el grupo, excepto para JM, que prefirió volver por donde habíamos venido y ahorrarse las subidas y bajadas de la cresta.

En suave pendiente, desde el collado, ascendimos con un largo muro de piedras a nuestra izquierda, pasamos junto a los restos de un fortín de la Guerra Civil, que apenas se distinguía en la noche, hasta alcanzar la cumbre de la Peña del Cuervo, la tercera antes de llegar al puerto.

Con unas soberbias panorámicas de los pueblos iluminados y la luna, cada vez más alta, descendimos hacia el Collado de Matalafuente, al que llegamos tras pasar cerca de los restos de otros dos fortines, continuamos hasta alcanzar la cumbre del Cerro de Matalafuente, siguiendo una alambrada de postes de madera, que unas veces nos quedaba a la izquierda y otras a la derecha, según estuviésemos pisado tierras de Segovia o de Madrid. Unas tranquilas vacas nos vieron pasar con cara de asombro.

Girando a la derecha, descendimos hacia el Collado del Arcipreste de Hita, el tramo más empinado y pedregoso de la ruta, por el que había que ir con cuidado para no resbalar.

A nuestra izquierda, contemplamos la inconfundible silueta del Monumento al Arcipreste, que a los chicos les parcia tener la silueta de un camello, y, más a lo lejos, las cumbres recortadas de Cabeza Líjar y Cueva Valiente, a nuestra derecha la imponente silueta de la Mujer Muerta y a nuestras espaldas, la tres veces picuda Peñota. Parapetos en piedra y un búnker de nido de ametralladoras son testigos de lo vigilado y estratégico que eran estas posiciones.

Con menor esfuerzo, ascendimos a la Peña del Arcipreste de Hita, donde se encuentra un mirador con su nombre, en el que hay un panel informativo de lo que se ve desde él, aunque de noche hay, más bien, que imaginárselo.

Enseguida descendimos hasta alcanzar el Collado de la Sevillana, donde a la derecha sale la senda del Arcipreste, por donde fuimos al inicio.

Desde el collado, iniciamos el ascenso al Cerro de la Sevillana, pasamos bajo los tendidos eléctricos y, poco antes de llegar al puerto, junto a un fortín-observatorio de la Guerra Civil, cubierto de hormigón sobre grandes rocas graníticas que le brindan un camuflaje perfecto.

Rodeamos el Cerro de la Sevillana, la última de las cinco cumbres que recorrimos. Solo quedaba descender el GR-10 para alcanzar el Alto del León, punto de inicio y final de la ruta.

Cansados pero satisfechos por la bonita experiencia, a eso de las 12:30 de la noche dimos por finalizada la ruta, que, que califico con la máxima nota, un 5.
Paco Nieto


miércoles, 14 de agosto de 2024

Excursión 794: Siete Picos

FICHA TÉCNICA
Inicio: Puerto de Navacerrada 
Final: Puerto de Navacerrada
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 10,1 Km 
Desnivel [+]: 389 m 
Desnivel [--]: 389 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 14

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RESUMEN
Este domingo, en plena ola de calor, Antonio nos propuso darnos una vuelta por las inmediaciones de Siete Picos y según la temperatura que hiciese, subiríamos a la cresta o no.

Con esta propuesta, nos encontramos el miércoles en el puerto de Navacerrada, con un frío que pelaba. Algunos sin salir del coche, con una manga corta y nada para ponerse.

Rebuscando en mochilas y maleteros y compartiendo la ropa que llevamos “por si acaso ..” nos fuimos abrigando un poco.

A las 10.30 estábamos 15 senderomagos, aunque la marcha solo la íbamos a realizar 14. Antonio estaba fatal de la espalda y no podía acompañarnos, esperemos que se recupere pronto. Carlos y Juan iban a ser nuestros guías para esta jornada.

Tras un breve, muy breve debate en la puerta de Venta Arias, vimos que teníamos que subir a Siete Picos, porque el tiempo que hacía era fantástico y no podíamos perdernos esta oportunidad, así que comenzamos a caminar, empezando por la carretera que lleva a la residencia militar de Los Cogorros, hasta la altura de la pista de esquí de El Escaparate, para a continuación desviarnos por la senda de esquí de fondo, con la subida poco a poco nos vamos despojando de los polares y cortavientos.

Continuamos hasta cruzar el arroyo del Telégrafo donde iniciamos una fuerte subida hasta llegar a la Pradera de Siete Picos donde hacemos una pequeña parada para las fotos y recuperar un poco el aliento. La temperatura sigue siendo fantástica, pero sin rastro del frío de la mañana ni de la ropa que nos pusimos en el aparcamiento.

Seguimos en ascenso para llegar al primer pico, que en realidad es el séptimo (Pico Somontano). El grupo se alarga mucho durante la subida, y poco a poco nos vamos reagrupando todos. Este es el sitio ideal y la hora para hacer el Ángelus, lo tomamos tranquilamente al sol, que se agradece.

Algunos subimos este torreón granítico donde se encuentra el único vértice geodésico de la creta, siendo el punto más alto (2138m) con estupendas vistas entre vastos pinares, cumbre tan conocidas y pateadas por todos nosotros y los pueblos a sus pies.

Arrancamos de nuevo a caminar, ahora se trata de andar por la cresta, las vistas son preciosas y la naturaleza nos ha colocado piedras y bloques que deleitan a cualquier senderista. Poco a poco vamos a ir rodeando los siguientes picos.

Al llegar a la altura del tercero nos desviamos y pasamos por la curiosa formación de la Ventana del Diablo, que forma la cumbre del 3º pico por arriba y que es una especie de oquedad. Algunos disfrutan posando para fotos muy bonitas y también haciendo un poco la cabra, como cuando tenían menos años y menos tripa. Proseguimos, rodeamos el segundo pico, donde nos hicimos la foto de grupo .

Empezamos a descender por la Senda de los Alevines, entre un pinar espeso y con un camino bien marcado con acusada pendiente al Collado Ventoso (1892m).

Aquí decidimos realizar una gran parada para comer y disfrutar un poco del entorno, descansar y charlar. Esta vez, no nos hicimos la típica foto de segovianos y madrileños en el mojón que marca el limite de cada provincia, quizás por la escasez hoy de senderomagos segovianos.

Continuamos por la vertiente norte de este collado, seguimos por un sendero que, tras bajar otros 50 metros de desnivel, nos acerca al famoso camino Smichd en un cruce que está un poco más abajo.

Solo quedaba hacer el camino, unos 4 km llaneros o con ligeras subidas dirección al puerto entre pinares.

Una agradable, fresca y reconfortante travesía, que nos acercó de nuevo a la loma de los Cogorros y, tras atravesarla, ligera bajada hacia la Venta Arias, donde Marisa y Pepa nos invitaron por la celebración de su cumpleaños. Muchas gracias a las dos.

A esta ruta la pongo cinco sicarias, por la jornada tan fantástica y fresquita que pudimos disfrutar durante este verano tan caluroso.
Fernando Ramos

miércoles, 7 de agosto de 2024

Excursión 793: El Colmillo del Diablo y el Cojón de Pacheco

FICHA TÉCNICA
Inicio: La Pradera de Navalhorno 
Final: La Pradera de Navalhorno
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 10,4 Km 
Desnivel [+]: 270 m 
Desnivel [--]: 270 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 11

MAPAS 
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RESUMEN
Hoy 7 de agosto, habíamos quedado en la puerta del restaurante Los Porrones, en la Pradera de Navalhorno, para realizar una corta pero intensa excursión por los bosques segovianos y por la ribera del río Eresma, y de esta forma intentar mitigar en la medida de lo posible, las altas temperaturas estivales con los que nos viene obsequiando en los últimos años este mes.

Los bosques de la parte norte de la sierra de Guadarrama siempre constituyen un refugio ideal para los meses de más calor, al cobijo de sus altos pinos, sus refrescantes arroyos y sus bien surtidas fuentes, aún en esta época del año.

Hoy íbamos a trazar una ruta circular, pasando por dos de sus peñascos más renombradas: el Colmillo del Diablo y por el atributo más conocido de Pacheco, el Cojón.

Lo íbamos a hacer, y digo íbamos, porque al final no lo hicimos, siguiendo un track de un usuario de wikiloc que sospechamos puede ser vecino de estos lugares, ya que siempre nos sorprende en muchos de sus recorridos con lugares pocos conocidos y senderos poco transitados.

Llegada la hora, partimos del restaurante, y cruzamos la carretera en dirección al aparcamiento del CENEAM, rodeamos las construcciones del complejo por su parte derecha, para tomar un bonito sendero que se integra en el pinar.

Nada más pasar el arroyo de Peñalara, Rosana sugiere acercarnos a ver la fuente de Los Hornos. Como la tenemos marcada en nuestros GPS, salimos del cómodo sendero y campo a través y GPS en mano, vamos acercándonos a ella tratando siempre de buscar los lugares más cómodos para avanzar.

En unos pocos minutos, y en una zona de helechos, intuimos la posible ubicación de la fuente. Y voilá, ahí está…. y esta vez con agua. Otras veces que me he acercado estaba seca. Quizás sea una de las fuentes menos conocidas, y mira que los bosques de Valsaín albergan gran cantidad de ellas. Está ubicada cerca de la carretera, pero sin camino definido (por lo menos que yo conozca).

Desde la fuente, y también sin sendero definido, nos encaminamos en dirección sureste hacia la gran pradera conocida como los Praderones (que nombre más original). A esta gran pradera de la que parten varios caminos, hubiéramos llegado también por el sendero que seguíamos antes de desviarnos a la fuente.

En ella, es habitual encontrar ganado pastando y también apilamientos de troncos cortados. En el mes que estamos y con el suelo tan seco, hoy solo había troncos……

En la pradera, tomamos el segundo sendero que sale en dirección este para ir a visitar la segunda fuente del día. La del Tío Conrado. A ratos por sendero y a ratos campo a través llegamos a la fuente, en la que algunos aprovechamos para refrescarnos.

En este punto, Rosana indica que el track que llevamos vuelve a bajar para subir luego de nuevo.

Por no perder altura, yo sugiero ir hacia arriba para buscar la fuente del tío de la Bota y luego la fuente de la Merendera, y desde esta última alcanzar la pista asfaltada y siguiendo la misma un tramo, descolgarnos hacia el Cojón de Pacheco.

Sin embargo, algunos no estaban por la labor ….

Marcos H. “sí vais a seguir buscando fuentes me doy media vuelta”, ingenuo de él, más le valía haberlo hecho de saber lo que le esperaba.

Pepa le hacía los coros “más fuentes, pues vaya” ….

¿Ah sí? Debió pensar Antonio, y tomando los mandos para sofocar el incipiente motín, dijo, pues ni para arriba ni para abajo, todo recto .. Coñ…. Antonio, pero ¿por dónde? Si no hay camino…. Pues hala, campo a través allá que vamos. Eso pasa por preguntar.

Al principio más o menos la zona era transitable, pero al llegar a un punto, consultando el GPS y por intentar ir derechos hacia el objetivo, nos metimos en un buen berenjenal …

Avanzábamos entre la vegetación en modo jabalí, como le gusta decir a nuestro buen amigo Juanito, y lo que nos íbamos encontrando no eran precisamente berenjenas….

Pepa había invitado hoy a una amiga que ya llevaba un rato protestando por donde nos estábamos metiendo …. ¡Y nosotros le decíamos! ¡Uf! ¡Qué vas por mal camino…! ¡Que aquí no se protesta, se sufre en silencio! ¡Que como te oiga el jefe no vas a volver! De hecho, no ha vuelto después de esta excursión ¿Por qué será?

En muchos momentos eché de menos un machete que nos ayudara a abrirnos paso. Sorteábamos la vegetación y las zarzas como podíamos, por donde mejor se intuía, llevándonos pinchazos en brazos y piernas.

De vez en cuando nos encontrábamos con zonas embarradas que teníamos que salvar por donde podíamos …. “Por aquí no os metáis, intentar ir más arriba, que aquí me meto hasta el tobillo …”. El perro de Rosana, Toffee se revolcaba y refrescaba a sus anchas en algunas de estas zonas, para desesperación de su dueña ….. Menos mal que no hay nada que luego no pueda arreglar un buen manguerazo ¿no?

Estoy seguro de que a estas alturas ya había alguno/a que se debió arrepentir de no a ver subido hacia las fuentes…… pero ya era demasiado tarde ….

Como indicaba el nombre de nuestro primer objetivo de hoy, por cojon…. salvamos como pudimos primeramente el arroyo Valdeclementillo y más adelante el arroyo Valdeclemente (ese que baja de la fuente del mismo nombre) …… Ya sé, ya sé, ya estoy de nuevo con mis fuentes, reconozco que son mi debilidad ….

Me encanta coleccionarlas y marcarlas en mi GPS, que le vamos a hacer, por eso ya llevo más de 1.400 …. Como a veces insinúa Paco Nieto, ¿tendrá algo que ver con mi segundo apellido? .... Ahí lo dejo…

Una vez superado ese último arroyo, salimos a un pequeño sendero que viene de la parte alta de la ladera. Enfrente nuestro, arriba en un pequeño cerro, se encuentra el famoso atributo de Pacheco. Nos separan de este unos 30 mts de desnivel.

¿subimos por el sendero y lo rodeamos por arriba? ¿para qué? Si hoy tocaba jabalinada, pues a rematar la faena campo a través, y monte arriba por donde mejor se podía, nos tiramos a superar esos metros de desnivel. ¡!!!!Bendito GPS y benditos mapas!!!! que si no es por él a saber dónde hubiéramos acabado hoy … Y acabamos la subida en la misma mole del Cojón de Pacheco.

Aquí aprovechamos para hacer el Ángelus y descansar un poco. Unos ya lo conocíamos de anteriores pateadas, más cómodas que la de hoy. Otros no, y por eso empleamos el momento para inmortalizar el enorme pedrusco.

Una vez recuperado el resuello y las fuerzas, salimos en dirección oeste a buscar unos metros más adelante, el sendero que baja de la pista asfaltada, esa que recorre todos los pinares de Valsaín por sus dos vertientes ….

Lo tomamos en dirección descendente y apenas unos cuantas decenas de metros más adelante, nos desviamos a la izquierda, por un sendero poco definido en dirección al segundo objetivo del día el Colmillo del Diablo.

Sin mayores dificultades, llegamos a él, y pasamos debajo del mismo, no sin tomar alguna que otra fotografía de la singular roca. De aquí ya solo nos quedaba atravesar el arroyo de la Boca del Asno, tomar mas adelante el camino que baja por la ladera, para ir al encuentro de la carretera, y una vez cruzada ésta, alcanzar el área recreativa de la Boca del Asno.

Llegamos al área recreativa, y nos sentamos en una de las mesas del quiosco que allí hay instalado. Aprovechamos para tomar algo fresquito y algunos, para ir a refrescarse un poco a la zona de las pozas.

Ya sabemos que está prohibido el baño, pero las pozas estaban llenas de gentes, y eso que el centro de interpretación del parque está más arriba ….

La primera intención era comer junto al río, pero viendo lo bien que se estaba en las mesas sentados a la sombra, con bebida fresquita, Antonio dio la orden de comer allí mismo. Algunos lo agradecimos y pedimos uno de los ricos bocadillos que preparan allí. Después café y solo faltó el puro ……

De los tres compañeros que se habían acercado al río, solo había regresado uno, así que allí estuvimos un buen rato esperando, entre unas cosas y otras creo que más de una hora, a ver si regresaban las otras dos ..

Al final cansados ya de esperar, nos levantamos, recogimos las mochilas de las dos compañeras que faltaban y nos encaminamos al puente que cruza el Eresma donde se encajona este y donde se forman esas pozas y saltos tan codiciados por los bañistas…. ¡Y resulta que allí no estaban!

Llamamos al móvil de una de ellas y resulta que ¡se lo había dejado en la mochila!

Viendo que era imposible contactar con ellas, y para no dejarlas sin ropa adecuada ni calzado, decidimos devolver sus pertenecías a la mesa donde habíamos estado sentados, por si aparecían por allí. Y en eso estábamos cuando aparecieron. Se llevaron la reprimenda oportuna. No eran conscientes de haber estado ausentes tanto tiempo, ¡en fin!

Sospechábamos que habían ligado con algún apolíneo lugareño en las pozas …. pero parece ser que no fue así. A saber, que les entretuvo …

Ya una vez todos juntos, subimos a la parte alta del mirador de la Boca del Asno, para luego bajar al lecho del río, unos por las escaleras, y otros por la senda que de forma tendida baja hacia el mismo.

Aprovechando la frescura que aporta el río, fuimos bajando paralelos al mismo por su margen izquierda, pasando junto a la Peña de la Barca donde hay tallado uno de los sellos que marcaban las Pesquerías Reales, hasta alcanzar el puente de Navalacarreta, que atravesamos por el pequeño ojo que hay bajo el este.

Continuamos el descenso sin cruzar el río, al resguardo de la sombra que ofrecen los pinos que acompañan al Eresma en este tramo. Más adelante dejamos en el otro margen, el área recreativa de los Asientos.

Alcanzamos el puente peatonal que hay junto al puente de los Canales, y aprovechamos este para cruzar al otro margen del Eresma. Unos metros más adelante cruzamos también el arroyo Peñalara, que todavía llevaba bastante agua a estas alturas de verano, por su puente de madera.

Cuando llegamos a la altura del puente de los Canales, en lugar de atravesar este, tomamos el sendero que sube paralelo al mismo hacia la carretera a la altura de la Máquina Vieja. Allí tras transitar unos pocos metros paralelos a la carretera tomamos, sin cruzarla, un camino que en unos pocos cientos de metros nos devuelve a la entrada de las primeras casas de la Pradera.

Finalizamos la excursión en el bar los Porrones, y aprovechando que estaba abierto todavía nos sentamos en una de las mesas a tomar algo.

Con el cachondeo que teníamos con Nicolás y las llamadas que llevaba recibiendo toda la mañana, preguntado por un piso que estaba en venta…. ¡!Vendido!!! ¡!!Vendido!!! Vemos que aparece por una puerta de una vivienda aledaña al restaurante, un paisano con cara de haberse levantado de la siesta.

Parece ser que le despertamos nosotros y estaba algo molesto por tanta algarabía. Nos disculpamos por ello y nos levantamos de las mesas dando por finalizada la bonita y aventurera excursión de hoy.

Por todo lo contado, le otorgo un 4.
Carlos Revilla

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